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“Cuando la empresa va mal pide la colaboración de los trabajadores, pero cuando va bien nadie se acuerda de ellos”

Tapia preside desde este año la asociación guipuzcoana de graduados sociales, que están especializados en derecho del trabajo y en Seguridad Social

“Cuando la empresa va mal pide la colaboración de los trabajadores, pero cuando va bien nadie se acuerda de ellos”

donostia - ¿Cómo han vivido estos años de crisis?

-Hemos afrontado la crisis bien. No nos ha afectado de una manera importante; no tenemos constancia que se hayan cerrado despachos. Durante la crisis gran parte del trabajo ha estado dedicado a gestionar las empresas en expedientes de regulación de empleo, rescisión de contratos, demandas de despidos, reclamación de cantidades... Ha habido una variación del tipo de trabajo. Han cerrado empresas y la gestión ordinaria de ellas ha desaparecido. Pero lo que se ha perdido en un lado se ha podido recuperar por el otro. Se ha pasado a una labor mucho menos agradecida y agradable.

Despidos, recortes salariales, reducción de los derechos laborales...

-Socialmente ha sido un desastre y eso que Gipuzkoa no ha sido el territorio más afectado, pero, así y todo, también. Se han producido muchísimos despidos y expedientes de regulación de empleo que han tenido un coste importante para los trabajadores. Muchas empresas, especialmente pequeñas, han tenido que cerrar y su sacrificio se ha quedado en nada y ha habido una reducción salarial importante, fundamentalmente entre las personas de nueva incorporación, como los jóvenes. La reforma laboral de 2012 introdujo la devaluación de los costes laborales para incrementar la competitividad respecto a los mercados exteriores y eso ha supuesto un empeoramiento de las condiciones de trabajo de la gente. Sin embargo, no ha aumentado tanto la productividad derivada de la inversión, del I+D, etc.

Se dice que se ha salido de la crisis. ¿Es así?

-Hay una mejoría, pero persisten muchas incógnitas sobre la evolución de la economía. Hay motivos como para tener serias dudas de que con el panorama internacional la recuperación esté consolidada. Personalmente tengo más dudas sobre el modelo que estamos generando. Al final, lo que se consideran como ejes básicos de la salida de la crisis son el aumento del consumo y de la productividad. Eso puede ayudar, pero una economía basada en el consumismo es insostenible. Y desde el punto de vista de la productividad, los avances tecnológicos van a destruir empleo porque la robotización va a eliminar mano de obra. El día que desaparezcan las cadenas de producción muchísimas personas van a ir al desempleo y no parece que surjan sectores que puedan reponerlo. No sé si hay voluntad para cambiar esto o las inercias pueden.

Usted defiende la formalización de un gran pacto social. ¿Cómo hacerlo?

-El capitalismo financiero (multinacionales, fondos de inversión y especulativos, capitales que nadie sabe quienes son los dueños...) tiene un poder terrible y está condicionando la acción política. Hay sectores que dicen que no hay alternativa al capitalismo existente y, por tanto, no tienen por qué ceder nada. Únicamente ceden cuando hay riesgo de perder algo. Eso afecta a los trabajadores y también a las empresas que se ven absolutamente condicionadas por el capitalismo financiero. Es necesario hacer un pacto por una gobernanza mundial que controle la globalización financiera y establezca unas reglas de juego mínimas.

Desde el punto de vista guipuzcoano, ¿cómo observa la posibilidad de ese pacto?

-Gipuzkoa tiene todavía un modelo de estado de bienestar bastante sólido, pero aquí tenemos un problema con las relaciones laborales, que están muy deterioradas y quienes más las padecen son los más débiles. Las grandes empresas tienen capacidad para negociar acuerdos, pero la pequeña y mediana no. Por tanto, hay cantidad de gente que está desprotegida desde el punto de vista de la negociación colectiva, que es una garantía para los más débiles. Por ejemplo, una carnicería con tres empleados no tiene capacidad de negociar un convenio colectivo y esos trabajadores se quedan absolutamente desamparados. De 47 convenios que hay en Gipuzkoa, 27 están sin negociar desde antes de 2008. Es una barbaridad. Son miles de trabajadores que están sin convenio colectivo o con los estatales, cuyas condiciones van a la baja respecto a Gipuzkoa.

¿Qué deberían mejorar las pymes?

-Ya no vale haber obtenido un título académico, ahora se necesita una formación continua. Por otra parte, es necesaria la mejora de los productos y que haya acuerdos dentro del negocio para que el futuro de la compañía sea compartido entre trabajadores y empresarios. Para eso hace falta transparencia con sus trabajadores y que no solo se dé en tiempos de vacas flacas si no también cuando vayan bien. Nos hemos encontrado con que cuando la empresa va mal se pide la colaboración de los trabajadores, pero cuando va bien nadie se acuerda de ellos. Y eso requiere de una cultura que no hay hoy en día.

¿Convendría aligerar los papeleos administrativos?

-Se está informatizando cada vez más la relación con la administración, pero existe un gran abanico de disposiciones para aplicar en una empresa que son un auténtico bosque. Quien hoy pone una empresa tiene un gran mérito porque, además de preocuparse de dar un buen producto o servicio, hay tal cantidad de leyes y reglamentos que afectan a esa actividad laboral que no es fácil llevarla adelante. Seguramente podría haber una simplificación de ellas.

¿Qué opina sobre la controversia respecto a la atención sanitaria a los inmigrantes?

-Me parece terrible que a un inmigrante se le niegue la atención sanitaria. Hay unos derechos que tiene que tener todo el mundo y la atención sanitaria y la educación son básicos. Nadie por haber venido de otro país debe ser marginado sanitariamente. Eso hay que corregirlo.

¿En prevención riegos laborales, qué se debería mejorar?

-Es un tema de toma de conciencia. Se ha avanzado mucho pero sigue habiendo accidentes y algunos muy graves. Hay que exigir a las empresas que sigan poniendo en marcha estos planes de prevención y un solo fallecido ya es demasiado. De hecho, el colegio de graduados sociales ha propuesto a la Diputación de Gipuzkoa que se erija un monumento en recuerdo de todas las víctimas de accidentes de trabajo o enfermedades profesionales. Es intolerable que alguien vaya a trabajar y vuelva a casa en una caja de madera.