donostia - “La apertura de Ikea en Baiona no nos va a ayudar, para qué engañarnos, pero seguro que no va a ser la debacle”. Quien así se expresa es Iñaki Martínez, presidente de la Asociación del Mueble de Gipuzkoa, que se muestra combativo ante la irrupción del gigante sueco en la localidad labortana, muy cercana a territorio guipuzcoano.

“Nos va a obligar a ponernos las pilas y acelerar algunas medidas que habíamos pensado, pero tenemos mucho terreno recorrido”, señala. Se refiere al Plan Estratégico en el que el sector trabaja desde inicios de año y que espera tenerlo preparado para finales de 2015.

Los comerciantes del mueble vasco cuentan con la colaboración del departamento de Comercio del Gobierno Vasco para establecer unas nuevas mecánicas en el sector que les permita recuperarse del fuerte golpe que supuso la crisis.

Las cifras que maneja Martínez lo explican muy gráficamente. Entre 2007 y 2013, la facturación guipuzcoana y vasca se redujo un 28,7%. El siguiente año dio un respiro a estos comerciantes al recuperarse un 4% y la tendencia de 2015 les permite ser optimistas. No obstante, Iñaki Martínez advierte de que “no estamos ni de lejos en los niveles registrados antes de la crisis”.

La apertura el próximo miércoles 26 de agosto de un Ikea en Baiona no es una noticia de gusto en el sector, pero “no debemos tener miedo a que vaya a acaparar todo, porque dejará muchos huecos que nosotros sabremos aprovechar”.

El presidente de la Asociación del Mueble de Gipuzkoa afirma que en otras zonas donde su presencia es notoria coexiste con multitud de comercios del mueble, por lo que su influencia es relativa. “Ikea tuvo un brillo que ya no tiene, porque su publicidad y catálogos están por todas partes y ya no es novedad”.

Su presencia, además, no afectará a todos los comercios por igual. “Aquellos que sean de carretera o que se limiten a vender un producto sin una mayor atención se verán más perjudicados que quienes están orientados al cliente, a quienes les afectará menos y puede incluso que no les afecte”, comenta Martínez.

El trato con el cliente es, en su opinión, el punto fuerte de este sector que le protegerá de amenazas que no se circunscriben únicamente a fuertes áreas comerciales como Ikea, sino al “cambio de hábitos” que el sector ha observado, como un progresivo uso de Internet que, si bien no afecta de manera determinante al negocio del mueble, sí obliga a que los comerciantes “lo tengamos en cuenta y nos pongamos las pilas”.

“No podemos competir en precio, pero la línea central de nuestro Plan Estratégico se centra en el consumidor”, indica, y añade que “el servicio posventa se da por supuesto, y ofrecemos una garantía de calidad, así que enfocamos nuestra estrategia en el servicio preventa”.

Esta atención se traduce en no limitarse a vender uno o varios objetos, sino “arropar esa venta”. El vestido comprende “ponerse en el lugar del cliente” y conocer sus gustos, de qué manera está distribuida su casa, qué funcionalidad quiere dar a la estancia y, con todos los datos, elaborar un pequeño anteproyecto para someterlo a su aprobación.

El éxito de esta medida dependerá en buena medida del consumidor, a quien Martínez solicita “responsabilidad”. Según señala, el ciudadano debe valorar la sostenibilidad. “Si yo para abrir un negocio tuviera que pedir a la administración las condiciones que pide Ikea, te aseguro que no sería sostenible ni el negocio ni la ciudad”.

inviabilidad Especifica que es inviable que a cada tienda de muebles que tiene previsto abrir le ofrezcan terreno gratis, le construyan infraestructuras para facilitar su acceso y le otorguen ayudas públicas: “Solo puede haber uno, y eso debe saberlo el consumidor a la hora de decidir una compra responsable”.

También solicita un compromiso con el comercio urbano, que no puede ser tratado como una gran superficie. “Es frustrante haber trabajado en un proyecto para luego no obtener ni siquiera una respuesta a lo que has propuesto”, lamenta.

Por parte del sector, el presidente de la Asociación del Mueble de Gipuzkoa asegura que “los que vivimos y pagamos nuestros impuestos aquí defendemos una economía sostenible”, lo que se traduce en un interés y un trabajo por las prácticas que fomenten un consumo responsable y por el trato diferencial.

La respuesta del ciudadano a este esfuerzo es la gran incógnita a despejar, y una prueba de fuego puede ser la cercanía de un centro de las características de Ikea, ya que la crisis que ahora parece empezar a remontar ha provocado el cierre de grandes firmas del sector, como Inchausti, Fagor o Nueva Línea.

“Hay comercios que se cierran, pero también muchos que se abren y se mantienen”, recuerda para asegurar que “los que salgan de estos duros golpes estarán reforzados”. “Estoy convencido de que el comercio del mueble tiene muchísimo futuro, a pesar de los Ikeas queda sitio para los demás”, concluye.