legazpi. Zorrotz Comercial S.A. puso fin el pasado martes a una etapa de más de 50 años de actividad en la producción de cuchillas y guías de deslizamiento de precisión. Los trabajadores llevaban tiempo denunciando que los propietarios querían provocar el cierre de la empresa y este hecho se confirmó la semana pasada. 64 trabajadores se han quedado en la calle, pero la mitad de ellos han decidido hacer frente a una deuda cercana al millón de euros y seguir produciendo en las mismas instalaciones. La nueva empresa, que ya está prácticamente operativa, pasará a llamarse Zorrotz Legazpi. Cuatro trabajadores han hablado con NOTICIAS DE GIPUZKOA acerca de cómo han transcurrido los hechos y sus perspectivas de futuro.

Los más jóvenes son Andoni Zabaleta e Igor Agirreurreta. Tienen 33 y 35 años, respectivamente; han trabajado durante once años en la empresa y han decidido no embarcarse en el nuevo proyecto. Pedro Goñi y Luis Laskurain tienen 55 y 62 años, respectivamente, y llevan "toda la vida" trabajando en Zorrotz. El primero es uno de los impulsores de la nueva compañía y el segundo ya está prejubilado.

Estos cuatro legazpiarras denuncian que el cierre de la empresa se veía venir. "Una de las dos personas de la familia propietaria que trabajaba en Zorrotz se iba a jubilar y la otra tenía 65 años. Veíamos que ningún hijo tenía intención de coger el mando, pues trabajaban en otras empresas. Eso es lo que nos hizo ver que teníamos que preguntarles acerca de sus intenciones".

Zabaleta recuerda que les respondieron "que estaban abiertos a propuestas dignas, que no iban a abandonar la actividad de forma brusca y que estaban buscando alianzas con empresas fuertes". El tiempo fue pasando, la empresa entró en ERE y se inició un proceso concursal.

Con fecha de 31 de mayo se han extinguido los contratos de trabajo, pero un grupo de trabajadores ha decidido continuar con la actividad tras una negociación a tres bandas con los propietarios y los acreedores. A cambio, deberán hacerse cargo, a plazos, de las deudas que la empresa arrendadora de las instalaciones -también pertenece de los propietarios de Zorrotz Comercial- tiene contraídas con Elkargi. Éstas ascienden a un millón de euros. Aun así, cuando los trabajadores que emprenden este nuevo proyecto cubran dicha cantidad, los pabellones quedarán libres de cargas, pero en manos de la familia propietaria de Zorrotz.

Zabaleta explica la situación. "Los propietarios han salido airosos, pues sabían que el proceso concursal de Zorrotz Comercial iba a ser de liquidación, cuando realmente el patrimonio de la empresa, es decir, el pabellón, está en manos de otra empresa constituida por los mismos socios. Se trata de una compañía que no genera actividad, más que el cobro del alquiler de los pabellones a Zorrotz".

Goñi añade que estos pabellones "están valorados en 5,4 millones de euros y dentro de 8-10 años estarán libres de cargas. En ese periodo tendremos que negociar la compra del local a sus propietarios, un arrendamiento o la salida de estas instalaciones".

Según explican, los nuevos propietarios de la actividad empresarial de Zorrotz Legazpi, extrabajadores de Zorrotz Comercial, tendrán que permanecer en dichas instalaciones durante un periodo mínimo de tres años. "Nos piden unos avales para garantizar el pago de ese espacio de tiempo", por lo que los dueños actuales se aseguran así quitarse al menos una parte de la deuda de encima. Además, en caso de querer trasladarnos a otro local, deberíamos avisar al menos con 18 meses de antelación. Las condiciones son duras".

pagar con los beneficios De todos modos, Goñi y el resto de los que se han embarcado en la nueva aventura empresarial son optimistas. Confían en poder pagar la deuda de la empresa propietaria del local a Elkargi con los beneficios que arroje el nuevo Zorrotz Legazpi. Recuerda este extrabajador y nuevo emprendedor que los que hasta ahora han llevado las riendas del día a día en la empresa fueron los primeros que propusieron quedarse con la misma y seguirán al mando".

Zabaleta, por su parte, a pesar de que en adelante no va a trabajar con ellos, es de la misma opinión. "El producto es bueno y hay mercado. Estos últimos años no ha tenido salida porque ha sido torpedeado por los propios propietarios: se han cargado la red comercial, se han enfrentado a quienes llevaban el taller... La muestra más clara de que Zorrotz no se ha cerrado por la crisis es que algunos compañeros van a seguir. Entre los demás, cada uno tiene su motivo para no hacerlo". Muchos de ellos irán al paro.

Zorrotz ha producido cuchillas y guías de deslizamiento de precisión para tres sectores que han sufrido especialmente la crisis: automocíón, construcción y máquina herramienta. Pero tiene el respaldo de marcas importantes y, a pesar de todo, ha facturado 3,5 millones de euros en 2010. "Es la mitad de lo que se estaba facturando antes. Lo que está claro es que en esta situación era inviable que la totalidad de la plantilla se embarcara en el nuevo proyecto", comenta Goñi.

Pero las previsiones son halagüeñas. "Empezaremos con 30 ó 35 trabajadores, los que permita la Ley de Sociedades Laborales. Calculamos que en cinco años seremos unos 45". Tanto entre los que se quedan como entre los que se van, hay de todo: no hay un perfil definido. Algunos de los que han decidido marcharse ya han encontrado trabajo. "Los que nos quedamos valoramos la actitud que han tenido los que se van. Los procesos de este tipo suelen ser una bomba, pero aquí ha habido mucha paciencia y serenidad. Son conscientes de que no somos los 30 que nos quedamos los que les hemos llevado a esa situación", indica Goñi.