Vitoria. La guerra de bloques y la intransigencia en las posturas comienza a ser una tónica habitual en numerosas compañías vascas que estos días negocian o imponen un convenio laboral que siga los dictados de la reciente reforma laboral. Una tendencia, denuncian los sindicatos, que ha derivado en una postura neoliberal que los trabajadores no están dispuestos a aceptar.
Cuestiones como los derechos adquiridos, el aumento de las jornadas de trabajo o la rebaja de los sueldos son cuestiones que marcan la agenda laboral de compañías como la aeronáutica Aernnova, inmersa desde hace dos meses en un conflicto con Fuasa, una de sus tres filiales en la provincia, a cuenta del nuevo convenio que sigue sin firmarse.
Según el comité de empresa, la propuesta de la dirección es "intransigente" y "lesiva" para los trabajadores, que a mediados de febrero decidieron plantarse convocando paros diarios de cuatro horas en la planta de Berantevilla.
En vista de que la situación desde entonces no ha variado y que Aernnova, según la versión sindical, ha amenazado con llevarse los utillajes a Brasil, donde se encuentra la sede Embraer, uno de los principales clientes de la compañía, la plantilla celebró el pasado viernes una asamblea en la que el 82% decidió continuar con la huelga.
La situación comienza a preocupar y mucho en la compañía que preside Iñaki López Gandásegui, que acumularía un retraso en la producción y posterior entrega de los fuselajes para el Embraer 170-190 de dos meses que estaría afectando en estos momentos a 18 aviones.
En este escenario de confrontación, el comité de empresa entiende que la pelota está en el tejado de Aernnova. "Estamos dispuestos a negociar, pero no a transigir", sostiene su presidente, Fernando Gómez. Por ello, los 600 trabajadores en Berantevilla se movilizarán estos días para "alertar" sobre los peligros que rodean a la compañía, entre ellos el traslado a Brasil y la posible venta de Aernnova a un fondo de inversión árabe.