El obispo de Donostia, Fernando Prado, ha proclamado este domingo que el monumento del Sagrado Corazón del monte Urgull que "bendice silenciosamente" esta ciudad y toda Gipuzkoa "ha sido, es y será un signo de amor y de paz".
El prelado ha hecho este alegato durante la misa que ha presidido en la capilla situada bajo la gran estatua para conmemora el 75 aniversario de su construcción, organizada por la Asociación de Amigos del Sagrado Corazón de Urgull, entidad católica que el pasado viernes celebró también la efeméride con un concierto del Orfeón Donostiarra en la basílica de la Parte Vieja.
Más de dos centenares de fieles han asistido a la eucaristía conmemorativa, entre ellos, la concejala jeltzale Ana López, miembro del gobierno municipal de Donostia, y el cronista local Javier Sada, que prepara una publicación sobre la historia del popular monumento, al que algunas opciones políticas y víctimas de la dictadura atribuyen un origen franquista.
En su homilía, monseñor Prado ha destacado que el monumento "no es sólo una construcción histórica, ni una preciosa figura que embellece el 'skyline' o el paisaje de la ciudad más bella del mundo", pues "antes que nada es un fuerte signo espiritual" que recuerda que "la última palabra de la historia no es el odio, ni la división, ni la indiferencia, sino el amor".
"Signo emblemático de la ciudad"
Tras referirse a él como "signo emblemático de la ciudad", que es aceptado "pacíficamente e incluso con sumo gusto" por "muchísimas personas que no son creyentes", ha aludido a "los debates" suscitados en torno al origen del mismo.
"Como las olas del mar, los debates en torno al monumento, cada cierto tiempo, vienen y se van", ha indicado el obispo, que ha agregado que "la notoriedad siempre es mejor que el olvido" y que, en cualquier caso, estos debates "han servido providencialmente para hacerlo más visible" y contemplarlo con una mirada nueva y renovada".
Ha rogado además para que, igual que Jesús "no levantó muros, sino puentes", este monumento "sea para todos un recordatorio permanente de que la paz social comienza siempre en el corazón de cada persona".
El prelado donostiarra ha finalizado su sermón pidiendo que el Sagrado Corazón "siga mirando y bendiciendo a Donostia y Gipuzkoa entera", así como a sus autoridades, "con su ternura, acompañando su historia, sanando sus heridas y llenando su futuro de paz".