El reloj original del Buen Pastor recupera la salud pero no su espacio en la torre
Tras dos años de trabajo altruista, Xavier Álvarez Yeregui devuelve el mecanismo que se “descolgó” en 2019 a la catedral
El tik-tak de la catedral del Buen Pastor se dejó de escuchar hace alrededor de 45 años y con su silencio se apagó el corazón que puso en marcha el “herrero y relojero” Benito Yeregui en 1897.
Muchos años después, casi un siglo, detuvo su latido y decidió tomarse un descanso del que le ha despertado el bisnieto de Benito Yeregui, Xabier Álvarez Yeregui.
Álvarez Yeregui, un electrónico jubilado de Danona, ha dedicado dos años de su vida junto a su compañera, Begoña Arruti, a reparar con mimo la maquinaria de aquel reloj que elaboró su bisabuelo, más de 1.000 piezas que ha vuelto a poner en marcha.
En un proceso, “casi terapéutico”, ya que contribuyó a que la pareja mantuviera la cabeza ocupada tras una “segunda recaída” del cáncer de Arruti, su pareja desde hacía no mucho tiempo.
Mientras, desde finales de la década de los 70 del pasado siglo, la hora del reloj del Buen Pastor ha respondido a un mecanismo electrónico que, de momento, seguirá impulsándolo, ya que nadie puede determinar a ciencia cierta cuándo podrá ocupar la maquinaria original su puesto en la torre de la catedral.
El vicario del Buen Pastor, Unai Manterola, aseguró que no será antes de que se restaure “la fachada oeste” del templo, intervención para la que todavía no hay fecha y que sería la tercera etapa del proceso de restauración de la iglesia. Entonces, podrá subirse “el reloj a su sitio, con una grúa, quitando una vidriera y en un proceso complejo”.
Aquel reloj, propiedad del Buen Pastor, que fue encargado a Benito Yeregui por un importe de 3.970 pesetas, fue colocado inicialmente en una localización provisional, a media altura de la torre ya que, cuando se inauguró la catedral, la citada torre no estaba aún finalizada.
Hoy por hoy, explicó Álvarez Yeregui, se tendría que dar cuerda “casi cada hora” al remozado reloj, dado que el mecanismo de pesas con el que funciona, y que permite darle cuerda en un intervalo de tiempo mayor, no cuenta con el hueco necesario a tal fin, porque el recorrido de la caída debe de ser mayor. “Este reloj mecánico necesita una fosa de entre 15 y 18 metros para que bajen las pesa, para no darle cuerda cada hora. Aquí no hay espacio físico y hay que darle cuerda”, apuntó.
Por eso, el reloj “estará parado y se pondrá en marcha para visitas , etc”.
Un camino, muchas etapas
En 1949 la empresa Viuda de Perea de Miranda de Ebro recibió el encargo de reparar el reloj del Buen Pastor, con la primera intervención mecánica en el funcionamiento.
En esa reforma, al mecanismo del reloj se le sumó un motor para el remontaje de las pesas y se eliminó la denominada Rueda Imperial, en la que se ubicaba la cuerda que sujeta la pesa, pasando a un sistema de “cadena sinfín”, que posibilita no darle cuerda.
El reloj, fabricado en Morez, en el valle francés de Jura, cuenta todavía con una inscripción en la que se puede leer: Paul Odobey À Morez, 1897.
De momento, el mecanismo se halla junto al acceso a la catedral, a mano derecha, donde muestra su mejor cara, con engranajes a los que Arruti ha ido dando color tras la reparación de Álvarez Yeregui. Este relojero por vocación no ha cobrado cantidad alguna por el trabajo llevado a cabo, que considera “un hobby” y que, en su caso, tiene como valor añadido el emocional, al tomar el relevo de su bisabuelo.
Según apuntó, se ha efectuado una “restauración no invasiva” que comenzó su cuenta atrás cuando se procedió a descolgar el reloj en 2019, para iniciar el desmontaje pieza a pieza.
Una vez desmontado se trasladó Lasao (Zestoa) para acometer la reparación. Y es que Álvarez Yeregui y Arruti asumieron también la reparación del reloj de la parroquia de este municipio, entre otros.
En una primera fase, tras desmontarlo, el experto zumaiarra evaluó los daños del mecanismo para poder determinar si podría volver a funcionar. Pese a que la tarea no se presentaba sencilla, finalmente decidió que podría repararse. Así ha sido.
Procedió a colocarle un PLC (autómata programable invento del propio Yeregui), para investigar cuáles eran las averías.
Determinadas la localización y causas de las mismas, se procedió a su reparación y a la limpieza de las piezas, antes de volver a montar el mecanismo.
En marcha sin parar seis meses
Con posterioridad, y para comprobar que el engranaje funcionaba tal y como se esperaba, el reloj estuvo en marcha, día y noche, durante seis meses.
Álvarez Yeregui aseguró que, en la actualidad, el reloj “es de alta precisión”, una afirmación que no podía realizarse con anterioridad. “Estaba muy desincronizado y algunos cojinetes estaban mal”, explicó.
Reconoce el experto que había ocasiones en las que se acostaba sin conseguir dar con la clave de alguna reparación. “No sé si se me aparecía el bisabuelo, pero me venían las ideas a la cabeza”, añadió.
El proceso de reparación ha durado dos años, aunque reconoce Álvarez Yeregui que lo han simultaneado con otras reparaciones y con los más que necesarios descansos. Ahora queda saber si volverá a su localización inicial y cuándo ocurrirá este viaje final.
La cuestión, como casi siempre, radica en los fondos de los que se pueda disponer y en las aportaciones de las instituciones. La representante foral, la diputada de Cultura Goizane Álvarez, acudió a la cita de ayer con una doble representación; la institucional y la familiar, al ser sobrina del restaurador del reloj. “Estos trabajos, que se hacen casi de forma gratuita, son fundamentales para recuperar nuestro patrimonio y memoria colectiva”, destacó.