Una década, diez largos años, ha dedicado Manuel Solórzano a recopilar y ordenar material gráfico e histórico de La Gota de Leche de San Sebastián, que comenzó a funcionar el 15 de agosto de 1902 en un kiosko levantado a tal efecto en la plazuela de San Martín por impulso del Ayuntamiento de Donostia.

En aquel enclave se comenzó a dispensar leche maternizada que llegaba desde la granja de Fraisoro “para la casa-cuna y el Asilo Infantil San José”. Fue el dueño de la citada granja, Henri Delairé, quien aprendió la técnica para maternizar la leche.

Madres con sus bebés en La Gota de Leche

“Había hambruna, mucha gente pobre. La diferencia de clases era enorme y había una gran desnutrición. Existía una gran mortalidad entre los niños y hacía falta dar de comer a quienes más necesidad tenían. Ya se había creado Fraisoro y el Ayuntamiento de Donostia decidió abrir un kiosko para dispensar leche maternizada”, explica Solórzano, que destaca que Donostia y Gipuzkoa se hallaban “muy adelantadas” en materia de salud.

Solórzano constata en su libro, que él mismo ha editado vía Amazon, único canal por el que puede adquirirse al precio de 20 euros; que La Gota de Leche fue “la primera en España donde, además de dar leche gratuita a los niños necesitados, leche que estaba maternizada y esterilizada, organizó un consultorio médico infantil con ayuda de las Hermanas de la Caridad”.

"La Gota de Leche de Donostia fue la primera de España en la que, además de dar leche gratuita, se organizó un consultorio médico infantil"

Manuel Solórzano - Autor del libro

La Gota de Leche cambió de sede en varias ocasiones y atesoró numerosas historias hasta que, definitivamente, cerró sus puertas en la calle Getaria esquina con San Martín.

La historia de esta institución va ligada a la Caja de Ahorros Provincial de Gipuzkoa y la Caja de Ahorros Municipal, que hicieron posible que el 28 de septiembre de 1903 abriera sus puertas en el mercado de San Martín, con la presencia de la reina María Cristina y de Alfonso XIII.

Una larga historia

La historia de La Gota de Leche fue sumando capítulos hasta su clausura en 1984. De ello da fe Manuel Solórzano, un enfermero que tras 42 años de dedicación a un trabajo que ha querido poner en valor en sus numerosos libros sigue sin descansar en su búsqueda de material, sobre todo fotográfico, que contribuya a tal fin.

Subraya, pese a lo ingente de su tarea de recopilación, que si algo le costó hallar fue “el sello de La Gota de Leche”, que finalmente consiguió gracias a una matrona, Paquita Anduaga, que también le pasó otros documentos, como cartillas de nacimiento

Preparando los biberones en La Gota de Leche

“He ido buscando por las casas, hablando con profesionales, acudiendo a bibliotecas y hemerotecas, etc. Todo el mundo al que he recurrido me ha ayudado”, destaca Solórzano.

Para ello ha restado tiempo a sus horas de sueño y se ha tomado la enorme tarea, cuando no ha podido tener acceso a documentos digitalizados, de copiar “a mano” los textos de su interés, muchos de ellos publicados en distintos diarios.

También ha ido recopilando las Memorias de las Juntas de Administración de distintos años, y ha dado con los planos que han servido para levantar las diversas sedes.

Así sabe que el doctor Miguel Sagardía asumió la dirección de La Gota de Leche, allá por 1939, y que con su equipo pasó a atender en los siguientes años a cerca de 40 o 50 criaturas a diario, no solo ofreciendo mejoras en la alimentación, sino también desarrollando “la labor preventiva de la enfermedad y la educativa en orden a las prescripciones de la higiene”.

Recelos

Las madres de las criaturas fueron un hueso duro de roer ya que, señala Solórzano en su libro, vivían “aferradas a criterios nada científicos”. Finalmente se logró “vencer su resistencia e imponer un examen médico riguroso cada diez días, aunque la criatura presentara un aspecto más optimista”.

En 1952, en las bodas de oro de la institución, la suma de biberones despachados ascendía ya a 467.419, que se repartían con la ayuda de las Hijas de la Caridad con sor Teodora Plazaola (que en 1953 recibió la Medalla de Plata de la ciudad) al frente. Las consultas médicas ascendían a 12.118, las vacunaciones a 2.518, los análisis clínicos a 380 y la radioterapia a 3.850.

Resulta imposible resumir la información recopilada por Solórzano para este trabajo en el que se constata que La Gota de Leche fue “proveedora de la casa real” y que los nietos de la reina María Cristina “llegaron a nutrirse de la leche de la vaquería Iza”, que surtía a la institución en Donostia. Muchos doctores y enfermeras pasaron por La Gota de Leche que, “sin perder si primitivo carácter de lactarium, se fue beneficiando de las conquistas de las especialidades de puericultura y pediatría”.

Personas hacen cola en el exterior de La Gota de Leche Kutxateka

Muchos son los nombres que han escrito la historia de La Gota de Leche, como el de sor Margarita Izaga, que atendió la puerta de entrada y se ocupó del historial de cada niño hasta bien cumplidos los 90 años.

Muchos nombres, miles de niños y niñas atendidos y una historia larga la que llegó a acumular La Gota de Leche, que cerró sus puertas en 1984 cuando, recoge Solórzano, “ya apenas acudían niños por ser atendidos en otras instituciones. Además cerró la vaquería, que comenzaba a suministrar leche en polvo en lugar de preparada”.

Hace 40 años se despidió de Donostia La Gota de Leche, que nació en Francia y que funcionó en diversos países europeos y distintas ciudades del Estado, abandonando su sede de la calle Getaria, que ocupaba desde 1968.