El Ayuntamiento de Donostia retiró el pasado año de las calles cerca de 400 bicicletas que estaban abandonadas. La cifra es inferior a la del año 2022, cuando los operarios se llevaron más del doble. El motivo no es que se abandonaran menos bicis sino que el Ayuntamiento usó únicamente recursos propios para llevar a cabo la tarea, a causa de razones económicas. El año anterior había recurrido a la ayuda de una empresa externa, lo que le permitió intensificar el trabajo.

Así lo explican a este periódico fuentes del departamento de Movilidad, que recuerdan que las bicicletas que fueron trasladadas el pasado año de los lugares en los que habían sido abandonadas son sólo una parte de todas las que fueron controladas por los servicios municipales. Estas fueron 682, un 57% más.

En concreto, los vehículos que terminaron en el depósito de Morlans fueron 395. Además, fueron detectados otros 221 que, cuando los servicios municipales acudieron a llevarse, ya habían sido recuperados por sus propietarios.

El método que usa la administración local para limpiar las calles de bicis abandonadas comienza con la detección de unos de estos vehículos, bien porque lo ha descubierto un agente de movilidad o porque algún ciudadano ha llamado para informar.

Cuando llevan más de un mes en el lugar y presentan desperfectos que impiden que se desplacen circulando, se marcan con una pegatina roja, con la que se informa al propietario que debe llevársela del lugar. Además, el Consistorio crea una ficha con sus datos y queda archivada una fotografía de la bicicleta y su ubicación.

Un mes con pegatina

Pasado un mes, si el propietario no la ha retirado del lugar donde fue detectada, el departamento de Movilidad informa al área municipal de Mantenimiento Urbano, encargada de la eliminación de las calles de los vehículos abandonados. Después, recalca el Consistorio, “según la disponibilidad de recursos, Mantenimiento acude al lugar indicado y retira las bicicletas” que sigan en el lugar.

El proceso inicia después una segunda fase en la que se publica en el Boletín Oficial del Estado la situación de estos vehículos, normalmente guardados en Morlans.

El Ayuntamiento recuerda que durante todo el proceso, los titulares pueden reclamar su bicicleta, aunque esté en malas condiciones, pero puede que tengan que pagar una multa por mal estacionamiento así como por su depósito en el almacén municipal.

Si pasados todos los plazos, los vehículos de dos ruedas siguen sin ser recuperados por sus dueños, el Ayuntamiento acostumbra a donar los que están en buenas condiciones y pueden utilizar a la ONG Ayuda Contenedores. Las demás se mandan a la chatarra.

En los últimos tiempos, países como Ghana, Líbano, Perú, Tanzania y los campamentos de Tinduf, entre otros lugares, han recibido remesas de bicicletas abandonadas en las calles donostiarras, para iniciar una segunda vida útil.

Aunque el envío a otros países es una solución para evitar destruir los vehículos, el Ayuntamiento insiste en la necesidad de cuidar las bicicletas y pide que no se abandonen en la calle, muchas veces, además, en lugares no habilitados para ello.