La retirada de bicicletas de las calles de Donostia es una realidad diaria que, en ocasiones, termina con un viaje a muchos kilómetros, ya que algunas de ellas son reaprovechadas, tras haber sido dejadas en las calles en aparcabis y otros lugares. Este es el caso de cuarenta de estos vehículos que, en los últimos años, han volado hasta países lejanos como Ghana (13), Líbano (13), Perú (10), Tanzania (9) y Tinduf (Sáhara) (5), tras ser reparadas para iniciar una segunda vida.

Sin embargo, la reutilización de estos viejos vehículos se queda en un porcentaje mínimo. Para aumentar el aprovechamiento de estas bicicletas que se abandonan en la capital guipuzcoana, el Ayuntamiento ha iniciado una colaboración con la ong Ayuda Contenedores, a la que ha entregado 400 máquinas para su reparación y envío a zonas de todo el mundo donde hay otras asociaciones que solicitan contenedores de bicis y se hacen cargo de su reparto entre la población.

El arreglo y traslado a distintas ongs de parte de las bicicletas recogidas en las calles de Donostia forma parte del contrato del Ayuntamiento con la empresa encargada de retirar las bicicletas de las calles. En lo que llevamos de 2022, han sido 106 los vehículos que han pasado de estar en las vías públicas a dormir en el depósito municipal de Morlans

Así lo explican responsables municipales, que recuerdan que en el depósito hay una zona solo para bicicletas en las que, a día de hoy, aguardan medio millar de ciclos para ser renovados o, directamente, ser vendidos como chatarra.

En concreto, los 516 vehículos sin motor que se encuentran en el depósito han llegado a él por dos motivos. Uno de ellos son las infracciones como el mal estacionamiento, situarse en zonas molestas para los peatones o tráfico viario o candadas a barandillas y lugares prohibidos. Los dueños de las bicicletas con las que se ha cometido una infracción tienen, además, que pagar una sanción. Quizás por ello, algunas de ellas no son retiradas y se quedan en el lugar de modo indeterminado.

Estas bicicletas se quedan durante un periodo mínimo de dos meses en el parque móvil y si sus propietarios no las reclaman, los datos se publican en el Boletín Oficial de Gipuzkoa y, pasado un tiempo, si nadie las reclama, la empresa gestora de los vehículos abandonados se cargo de ellas.

Un trabajador coloca una bicicleta en el depósito de Morlans. Gorka Estrada

Pegatina

El abandono en las calles es el segundo motivo por el que algunas bicicletas terminan en el depósito. En concreto, los vehículos sin motor que se encuentran largo tiempo estacionados en el espacio público, tanto en los aparcabicis como en otros lugares, reciben el aviso de retirada por medio de una pegatina, que da un mes de plazo al propietario para que se la lleve del lugar.

En este caso, se archiva la fotografía de la bicicleta, para ver su estado en el momento de la colocación de la pegatina de aviso y, si al mes sigue en el lugar, se lleva al depósito.

En estos momentos, no hay bicicletas en el parque móvil a la espera de cumplir los plazos administrativos para ser retiradas, ya que las últimas se han retirado recientemente.

Según los datos facilitados por el Ayuntamiento, a lo largo de este año se han controlado un total de 1.068 bicicletas mal estacionadas o abandonadas en las calles. De ellas 718 han sido eliminadas de las calles y otras 338, recogidas por sus propietarios, tras encontrarse con la pegatina que advierte de que serían retiradas.

La cifra de vehículos bajo el control de distintos servicios municipales, como Movilidad o Mantenimiento Urbano es el doble de la registrada hace una década. En 2012 fueron 502 los ciclos vigilados, una cifra que fue variando y bajó notablemente en 2017 con solo 150. Después aumentó la cifra hasta llegar a las 1.037 de 2019, un récord que bajó con la pandemia a 740 en 2020.

Alumnos, 'profes' de mecánica

Por otra parte, estudiantes de Secundaria de los colegios Sagrado Corazón de Mundaiz y María Reina asistirán próximamente a los cursos de mecánica básica de la bicicleta, que serán impartidos por alumnos del Politécnico Easo que estudian Conducción de Actividades físico-deportivas en el Medio natural.

En las clases, los alumnos de instituto aprenderán a poner a punto una bicicleta en sus parámetros básicos. Por ejemplo, conocerán los fundamentos del mantenimiento, inflado y reparación de pinchazos, así como del ajuste de los frenos y otras adaptaciones básicas que les permitan poner a punto el vehículo.

La formación, que ha sufrido un parón de dos años a causa de la pandemia, surgió como experiencia piloto desde Camino Escolar y se ha consolidado de la mano de la demanda de los centros.

 La idea persigue que los más jóvenes no solo sean capaces de poner a punto y hacer los cambios básicos a sus bicis sino que las usen como modo de transporte para ir al instituto.