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La Asunción: 140 años, 40 nacionalidades y mucha historia

Alumnos y alumnas explican con ilusión a este periódico la historia y los secretos del centro escolar

La Asunción de Donostia cumple 140 añosIker Azurmendi

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140 años de historia, de experiencias, de huellas. “140 años orientando el vuelo” son lo que lleva La Asunción coronando la avenida del alcalde José Elosegi, en el alto de Miracruz.

Una trayectoria prolija que, en cierta medida, su presente –las alumnas y alumnos que cursan sus estudios en el centro– ha resumido para elaborar el guión de la visita guiada con la que se ha querido conmemorar este aniversario.

Aunque el aniversario de la fundación del colegio a cargo de santa María Eugenia Milleret, “una mujer emprendedora y adelantada a su tiempo que tuvo como objetivo educar a mujeres en una época (siglo XIX) en la que la educación estaba dirigida esencialmente a los hombres”, fue en octubre, la visita ha tenido que esperar hasta mayo por distintos motivos.

Fue María Eugenia Milleret quien eligió el solar y supervisó la construcción del colegio, un edificio de estilo neogótico que se levantó bajo la dirección de los arquitectos donostiarras Ramón Cortázar y Manuel Echave.

Así comenzó a tomar forma el continente. El contenido sigue en construcción de la mano del alumnado, actualmente de 30 nacionalidades pero que han llegado a ser 40, que sigue llenando sus pasillos, aulas, laboratorios y comedores.

La historia está impresa en suelos y paredes, en su claustro y su bella capilla, en su magnífica biblioteca y en sus jardines. Su futuro los escribirán, entre otros, Haizea, Claudia, Ian, Ania, Naroa, Aria, Ana, Keyra, Mireia, Marta, Merche, Karen, Anastassia, Noemí, Naroa, Walter, Justin, Jose, Simón, Luis, Jaire, María, Hanna, María, Naia y Alejandra, guías entusiastas que han mostrado a NOTICIAS DE GIPUZKOA con distintos acentos e idéntico entusiasmo los entresijos del edificio.

En sus inicios La Asunción fue un colegio femenino y de élite, con alumnas internas que convivían con las que se sumaron a la marcha del centro desde una pequeña escuela gratuita situada en una construcción aledaña.

La que comenzó siendo una escuela de origen francés, el país de su fundadora, para un “escogido grupo de alumnas”, es hoy un centro multicultural y rico en experiencias compartidas.

Pasear por los más que centenarios pasillos de La Asunción de la mano de quienes ni han cumplido dos décadas de vida, es una experiencia que merece la pena ser vivida. Cómo explican, cómo resumen, cómo se confunden y cómo retoman el hilo del relato demuestra que para preparar la visita, en la que en tres turnos participaron un centenar de donostiarras, ha supuesto una experiencia muy especial.

La emoción del alumnado y los recuerdos seguro que habrán influido en el hecho de que la visita abierta del viernes 5 finalizara con las lágrimas de algunas ex alumnas, que se reencontraron con su colegio muchos años después y que disfrutaron, tras el tour, de un breve pero intenso concierto y de una merienda que el buen tiempo reinante hizo inolvidable.

 En este recorrido guiado tan exclusivo, desde la entrada el visitante se pone en manos de unos cicerones muy involucrados. 

“Bienvenidos a La Asunción. Nosotros somos uno de los muchos grupos por los que vais a pasar hoy”. De este modo comienza una visita en la que ningún grupo defrauda.

Gracias a ellas y a ellos se pueden conocer todas las reformas y cambios del centro, cómo al mismo perteneció el campo de fútbol César Benito y otros terrenos y edificios del entorno, o cómo en un momento dado las personas responsables del colegio tomaron la decisión de “bajar los precios y hacerlo mixto”.

Las obras y los cambios que se han ido haciendo van desvelándose por boca del equipo de guías. La sala de profesores fue sala de música, la gruta de nuestra señora de Lourdes ya no existe, la clase de profesores más antigua se incendió y en su restauración se aprovechó para sacar la piedra originaria escondida tras las paredes. Hay piedras de antiguas construcciones (las primigenias con 140 años) limitando los parterres del jardín situado en el centro del claustro y un banderín en la vitrina de trofeos recuerda que en el edifico se grabaron varios capítulos de la serie Goazen

Muchas más son las historias que esconde La Asunción y que van asomando de sala en sala, oficiando de hilo conductor muy profesional Daniil, que asegura que participar en la visita guiada ha sido una experiencia inolvidable.

Los detalles que relatan son numerosos, como que la virgen de Fátima del jardín del claustro tiene el rostro de una monja de la compañía, que la tortuga Lore sigue paseándose por el verde desde hace más de quince años y que los suelos del claustro son los “que pisó María Eugenia y son la esencia del colegio” que se inauguró en 1882 con “seis alumnas, cinco de ellas internas”.

Subiendo y bajando numerosas escaleras se van desgranando esos secretos. Los dormitorios de las internas se transformaron en aulas, los laboratorios y comedores acogieron clases en la pandemia, el comedor de las internas era más amplio que el de las monjas y contaba con preciosas vajillas, la primera piedra de la capilla sigue marcada en la misma con fecha de 1885, la reina María Cristina visitaba con frecuencia el centro y el plato preferido de Alfonso XIII “era la torta de La Asunción”, en el antiguo vestuario (hoy en día utilizado para otros usos) se mantienen los armarios originarios...

La capilla y la biblioteca

Capítulo aparte merecen la biblioteca y la capilla. La biblioteca de madera, “que se construyó con el edificio y que inicialmente fue dormitorio de las internas”, alberga cerca de 5.000 libros, y en las columnas están guardados “los de francés”, idioma natal de la fundadora. En una de las mesas se exhibe “la joya del centro”, un precioso volumen de “María Madre de Dios”. En la biblioteca, que se usa para las clases de lengua, se conservan también “los entresueños”, pequeños volúmenes “que la gente leía cuando se despertaba por la noche en el siglo XIX para volver a dormir”. Otro secreto que nos desvelan: cada año el alumnado de literatura esconde entre las paredes de esta sala un libro, para que lo encuentre el siguiente curso, en el que escriben una frase. Los motivos de la elección de la frase y su autor son protagonistas de una clase.

Con la visita a la capilla se da fin al recorrido, en “el espacio más significativo, fuerte y poderoso” de La Asunción, “un regalo de María Eugenia”. 

En un lugar en el que se han reunido niñas, niños y jóvenes de 40 nacionalidades las labores de guía las asumen Marian, joven procedente de Rumanía; Araia, de Argentina y Lierni, de Euskadi.

Un magnífico órgano, un vistoso rosetón, vidrieras que fueron regaladas por la reina María Cristina, un estatua de la fundadora, conchas con el agua bendita... son algunos de los detalles de esta capilla.

En este punto y final de la visita, recuerdan los guías, las personas participantes en el recorrido les transmitieron sus felicitaciones por el trabajo bien hecho, un momento que todas y todos recuerdan con cariño. La experiencia la guardan en su álbum de recuerdos.