Los portales son el acceso a los hogares y, con ello, “la entrada a la opulencia, a demostrar lo que se tiene”. Por este motivo, a finales del siglo XIX y principios del XX los arquitectos de las principales ciudades europeas fueron diseñando estilos cada vez más llamativos y despampanantes con los que contentar a los propietarios. Donostia no fue ajeno a ello y se pueden encontrar “entre 60 y 80” portales especialmente significativos por su valor arquitectónico en la ciudad. El Colegio de Arquitectos de Gipuzkoa ha seleccionado 25, todos ellos protegidos con grado B, en la exposición Portales Patrimoniales: ¿accesibles e inclusivos?, de la Casa de Cultura de Egia, que apunta a convertirse en todo un éxito de público, tal y como indica el número de inscripciones para las visitas guiadas.

En realidad, la muestra es una reposición de la que ya se pudo ver hace dos años en la propia sede del Colegio de Arquitectos dentro de las Jornadas Europeas de Patrimonio promovidas por la Diputación de Gipuzkoa. En esa ocasión, las medidas restrictivas del momento a causa de la pandemia impidieron que mucha gente pudiera acercarse, por lo que, desde entonces, el Colegio ha tratado de volver a exponerla. 

En su nueva ubicación, la exposición parece estar repitiendo el mismo éxito, ya que, por ejemplo, la única visita guiada prevista ha tenido que pasar a “un mínimo de cinco” ante la avalancha de inscripciones. “Está funcionando incluso mejor de lo que habíamos pensado. Hemos hecho ya dos visitas y hay dos previstas para esta semana y seguramente una tercera más”, cuenta Juan Martín, director de la comisión de patrimonio del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro (COAVN) y responsable de dar las charlas.

Juan Martín, director de la comisión de patrimonio del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro (COAVN) y responsable de las visitas guiadas. Ruben Plaza

En total, la muestra reúne 25 portales donostiarras, aunque “podrían haber sido muchos más”. “Quizás no sean los más representativos, pero todos están protegidos por el Ayuntamiento. Hemos hecho una selección porque si no habrían sido 60 u 80 portales”, reconoce Martín, al tiempo que señala que todos ellos cuentan con el grado B dentro del Plan Especial de Protección del Patrimonio Urbano y Construido, por lo que cualquier obra y modificación que se haga debe ser previamente autorizada por el Consistorio. 

La mayoría de ellos, 23 de los 25, cuentan con fotografías que detallan las particularidades de cada portal. Son los que los propietarios han dado permiso para acceder a su interior y ser fotografiados. Presentados en paneles individuales, en cada uno se pueden leer las características que tienen, el arquitecto que los diseñó y su fecha, así como el estado en el que se encuentran y los proyectos que se han podido acometer posteriormente.

La exposición recoge un periodo de en torno a 50 años, desde el más antiguo, construido en 1892, hasta el más reciente, de 1936, lo que lleva a que haya “estilos muy variados, desde los más racionalistas hasta neogóticos”. “Lo único que los une es que tienen barreras arquitectónicas”, explica Martín con una sonrisa, que detalla que, absolutamente en todos hay, al menos, una escalera decorativa. “Las escaleras eran parte de la solemnidad de grandeza y ahora, en cambio, son un estorbo. Además, cumplían la función de proteger ante la lluvia y las inundaciones”, apunta.

Los 25 portales son, por lo tanto, hijos de su tiempo, de un periodo en el que mostrar la abundancia y la opulencia era más importante que la funcionalidad. Es el caso, por ejemplo, del número 7 del Paseo de Salamanca, un “espectacular” portal diseñado por un arquitecto catalán en estilo neogótico “que es una excepción en Donostia”. “No hay otro como ese”, asegura el miembro del Colegio sobre un vestíbulo que cuenta con una puerta de acceso que da a otra situada en un patio interior en el que no faltan gárgolas ni elementos del estilo.

Una mujer fotografía uno de los paneles de la exposición, en una de las visitas guiadas. Ruben Plaza

Aunque este portal se encuentra en la Parte Vieja, la mayoría de los escogidos están en el Centro y, especialmente, en la calle Prim y en las cercanas al río Urumea, donde se asentaron muchas familias con altos ingresos. No obstante, hay excepciones, como los cinco portales situados en Gros, como la conocida como la casa de los solteros, situada en la plaza Lapurdi.

Accesibilidad vs patrimonio

La decoración y el nivel de detalle que se puede encontrar en estas entradas poco tiene que ver con lo de hoy en día. En aquel momento, artesanos del territorio se encargaban de crear todos los elementos decorativos ad hoc, como las columnas del número 28 de la calle Prim, los pedestales de mármol del número 2 de la calle Getaria o las enormes vidrieras del 6 de la calle San Martín. “Podía ser que el arquitecto hiciese por su cuenta el boceto y luego el escultor incluyese lo que quisiera o que ambos trabajasen juntos desde el primer momento”, comenta Martín.

También hay los que aprovechaban para incorporar los elementos de la calle, como el número 2 del Paseo de Francia, que incluye en un pasillo interior las mismas baldosas del exterior, ya que, por aquel entonces, era habitual que los propietarios llegasen en coche de caballo hasta prácticamente sus hogares.

Tanta decoración se ha convertido hoy en una barrera arquitectónica para muchas personas. Así, incluir una rampa o un ascensor sin modificar nada del patrimonio es una odisea para muchos propietarios y arquitectos. “Es obligatorio presentar un plan de obra que respete el patrimonio protegido y el Ayuntamiento tiene que dar el visto bueno. Antes, eran los propios propietarios los que debían velar por ello”, detalla Martín.

La exposición trata también de mostrar cuáles son los límites y las dificultades que se producen a la hora de cumplir la normativa y transformar los espacios patrimoniales en accesibles e inclusivos. “Ahí entra en juego la calidad del arquitecto”, apunta el director de patrimonio, que pone como muestra las escaleras de Getaria 2, reproducidas para incluir un ascensor. “Hay una pregunta que nos hacemos mucho y es si priorizar o no la accesibilidad sobre el patrimonio. Es un debate interesante, ya que el equilibrio es complicado”, apunta Martín.

La exposición permanecerá abierta de lunes a viernes en la casa de cultura de Egia hasta el 28 de febrero. Las visitas guiadas, por su parte, se han cerrado con las quince plazas disponibles en cada una de ellas completas.