Una muchedumbre ha tomado desde esta mañana las calles de Donostia, donde se celebra una feria de Santo Tomás, que ha estado ausente dos años con motivo de la pandemia. Las buenas temperaturas impropias de diciembre, con unas pocas gotas de lluvia a primera hora de la tarde, han facilitado la degustación de la consabida txistorra al aire libre, con pan o con talo, según las preferencias de cada cual.

El humo de los puestos de txistorra, casi medio centenar, y las largas colas en los no pocos puntos de venta de talo han sido una constante desde media mañana, así como la presencia de niños y niñas en las calles, convenientemente vestidos de baserritarras, al igual que muchos adultos.

La cerda Roxaito, que empezó la mañana nerviosa en su corral de la plaza de la Constitución, se amansó después y parecía dormir plácidamente mientras una nube de personas se arremolinaba a su alrededor para contemplarla. Muchos se dieron la vuelta ante la difícil tarea y las pocas ganas de recibir codazos. Los txikis pasaron de mano en mano por los aires para poder contemplar en vivo a la reina de feria, un animal de Aizarnazabal de la cooperativa Basatxerri, que estuvo acompañado por su criador durante su estancia en Donostia. 

Los selfies también fueron protagonistas de la jornada y tanto alrededor del txerri, de 200 kilos en esta edición de la feria, como en cualquier esquina, familias y amigos se sacaban autorretratos para la posterioridad. 

La plaza de Okendo, en la que se mostraban distintas razas de animales, acogió desde primeras horas un gran número de familias, con los txikis incluidos, que pudieron contemplar burros, cabras enanas, búfalos y otros animales poco corrientes. Los escolares también pudieron disfrutar de los talleres y juegos preparados para ellos en la plaza de Zuloaga.

Los puestos de verdura en la plaza de la Constitución, solo cuatro este año por falta de cosecha abundante de algunos baserritarras habituales, destacaron por su gran oferta y su estética presentación. Aunque eran menos agricultores que otros años, ocuparon todo el espacio disponible con hermosas hortalizas, frutas y verduras, que algunos clientes se llevaron para casa. 

Durante la feria, quien más quien menos transita por las calles con las manos ocupadas. Desde los vasos reutilizables donde se expenden las bebidas hasta los bocadillos, talos y bolsas con compras, ya que otro de los ingredientes de la feria son las adquisiciones, tanto de productos alimentarios como regalos.

La calle Txurruka, llena de puestos de artesanía, contó con numeroso público, y los puestos de quesos y dulces no se quedaron atrás.

La cercana plaza de Gipuzkoa que, con 72 puestos, supera en oferta a la clásica plaza de la Constitución, con 54, también fue un hervidero de personas.

Bertsolaris en la plaza de la Trinidad y txalaparta a cargo de un artista callejero en el Boulevard han contado también con numeroso público, al igual que los actos organizados en los barrios de Gros, Amara Berri, Amara Zaharra y El Antiguo. En todos los lugares, los encuentros, besos y abrazos han formado parte también de la feria, puerta de entrada en la Navidad en Donostia.