Unidas, en grupo. Así consiguieron varias mujeres con cáncer de mama metastásico que desde Donostia Kirola se pusiera en marcha una clase semanal de gimnasia, que esperan y confían que puedan ser dos a futuro.
Es una clase especial, porque está diseñada acorde a sus necesidades y a sus limitaciones, ajustada a lo que desde Onkologikoa, desde donde partió la experiencia, se transmitió a quien la imparte.
Lo subrayan e insisten. “Estamos muy agradecidas a Donostia Kirola y al Ayuntamiento por haber atendido nuestra demanda y por haber activado este grupo”. Aunque, añaden, una clase más a la semana les ayudaría mucho.
Y es lo que habían intentado de muchas formas, buscando salas donde poder seguir con las clases, tratando de hallar un hueco en gimnasios de centros escolares... No pudo ser, no era fácil adaptar horarios y espacios.
Pero Coro Olano, Mari Jose Pérez, Edurne Sansisenea, Arantxa Leunda, Ana Milo, Maider Estensoro y Teresa Villameriel lo pelearon, como pelean a diario.
Porque, reconocen, seguir con la gimnasia les ayuda en lo físico, sobre todo para tomar fuerza, y en lo psicológico. Y es que cuanto mejor se sienten en su carrera de fondo, mejor afrontan las mil batallas que se les presentan.
Maider Estensoro insiste en la importancia del grupo, de la unidad. “Nuestro cáncer es incurable, pero se puede mejorar nuestra calidad de vida”. Porque la vida de estas mujeres ya no tiene una meta inmediata. Con el tratamiento acertado y con añadidos como las clases de gimnasia, su carrera se convierte en una maratón. Maider es un ejemplo, una década con el diagnóstico de cáncer metastásico.
Coro Olano ya suma cinco años y en su cuerpo, además, un par de clavos atestiguan que los efectos de la metástasis sobre los huesos provocan que cualquier caída sea peligrosa.
Pero el testimonio vital de Coro y de Maider, entre otros, han hecho que Edurne Sansinenea se recargue de fuerzas. “Soy de las últimas que entré en este grupo y pensé que me quedaban meses de vida. Es difícil trasmitir lo que me ha ayudado verles a ellas. Aquí seguimos”.
"Llegué pensando que me quedaban tres meses. Ver que ellas siguen, me ha dado energía"
Los de Maider, Coro y Edurne son tres testimonios de los que en este reportaje solo se pueden recoger pinceladas, pero que pueden contribuir a que quede en evidencia la importancia de activar herramientas paralelas a los tratamientos farmacológicos e, incluso, psicológicos a la hora de seguir en la lucha.
Cada miércoles se juntan y con un monitor, que sigue las pautas marcadas desde el Onkologikoa, trabajan su físico para sentirse más fuertes. El menú es personalizado, porque en este caso el café para todas no vale. Cada una puede manejar un peso, esforzarse más o menos... Pero, en todos los casos, el resultado es más que bueno.
Este grupo de gimnasia nace “de un estudio que se realizó en el Oncológico, que pretendía demostrar que el ejercicio mejoraba la condición física de las mujeres con cáncer de mama metastásico”.
Edurne, Coro y Maider, con las que NOTICIASDE GIPUZKOA ha hablado como representantes de todo el grupo, explican el proceso. En su momento se establecieron distintos grupos, unos que trabajaban en casa siguiendo las pautas diseñadas y otros que lo hacían en el propio Onkologikoa, que es el caso de las mujeres que han impulsado la puesta en marcha de la clase gimnasia.
“Del Oncológico salimos con unas pautas, pero da miedo hacerte daño si haces ejercicio sola ”
Finalizó el estudio de seis meses, que se desarrolló a nivel europeo, y los resultados eran evidentes. Lo destaca Coro Olano.“De estar que casi no te puedes levantar a hacerlo, porque tienes más fuerza”.
Porque la mujeres con cáncer de mama metastásico, lo recuerda Maider Estensoro, se enfrentan a un proceso en el que “las quimios no se acaban”, con ciclos más o menos largos o con efectos secundarios más o menos potentes. “El cansancio es constante y ponerte en marcha es difícil. Y en el caso de las que tenemos metástasis óseas entra en juego el miedo a hacerte daño”, indica. Olano es testimonio vivo de esta realidad: hay que andar con cuidado y hacer lo que se puede.
“Es importante que alguien nos guíe y nos dé seguridad y es fundamental que esas personas estén formadas con ese fin”, destacan las tres.
Tienen pautas “personalizadas” para ejercitarse, porque ninguna “la quiere liar” ni hacerse daño. Los pesos que se usan, la duración del ejercicio, la progresión... Son todos factores a tomar en consideración.
Y, agradecen, Donostia Kirola ha mostrado muy buena disposición para poner en marcha este pionero grupo de gimnasia que echó a andar en enero de 2021. y que ha seguido la hoja de ruta indicada por las personas responsables del estudio llevado a cabo por Onkologikoa a través del programa Piztu.
“Los monitores del Carmelo Balda han estado en comunicación con quien se encargó del estudio y se ha atendido el informe personal de estado de cada una de nosotras”, apunta Edurne Sansinenea.
“Falta gente especializada y es normal, pero la disposición ha sido muy buena. Se han interesado por conocer nuestras necesidades, por informarse, por saber qué podemos o no podemos hacer”, subrayan.
Pero, sobre todo, lo que ponen en valor es que así han podido seguir con el programa de ejercicios iniciado en el estudio. “Cuando acabó no sabíamos qué hacer. Seguir a nuestro aire era difícil, tienes miedo. Intentamos buscar salas y contactar con monitores, pero es muy complicado por nuestra situación y porque hay mujeres que llegan desde otros municipios y no es fácil conjugar horarios”, abundan.
De ahí que la disposición de Donostia Kirola les parezca tan importante ya que, de lo contrario, el riesgo de dejar de hacer ejercicio era evidente. “Nos dan pautas, sí, pero hay que tomar en cuenta la evolución en la enfermedad. Un día aparece un punto aquí o allá y no sabes qué ejercicio puedes seguir haciendo”, explican.
El programa Piztu abrió sus brazos con el Grupo de Salud Anual Activa a la propuesta de estas mujeres luchadoras que ponen un toque de humor a su situación. “Damos miedo. Piensan estas locas que les quedan dos días y quieren hacer gimnasia”. Pero la hacen y se sienten mejor y siguen en la brecha. “Nos ayuda incluso a afrontar los tratamientos”, abundan.
“Nuestro cáncer es incurable, pero nuestra calidad de vida puede mejorar y esta es una vía”
“En procesos tan largos como los nuestros, la supervivencia ha aumentado mucho, y con tanto tratamiento, si te paras, aunque es lo que te pide el cuerpo, te quedas anquilosada”, destaca Estensoro.
Contentas con lo que tienen, no renuncian a conseguir algo más. “La recomendación son tres días a la semana, pero con dos estaríamos encantadas”. Son un grupo y del grupo obtienen su fuerza para seguir plantando cara al cáncer de mama metastásico, compartiendo experiencias e información.
Por último, aportan una sugerencia: que se pongan en marcha unidades o servicios que brinden apoyo en materia de nutrición y más grupos para patologías diversas, porque la receta de la actividad física no puede incluir las mismas dosis para todos. “Sería incluso oportuno que hubiera grupos por comarcas, para evitar desplazamientos”, concluyen.
Por sugerir, piden que se mire al futuro, porque para las distinta patologías y en una sociedad cada vez más avejentada “el ejercicio físico es clave”. Para ello hay que contar con personal preparado y con una estructura que lo pueda soportar.