Los arrantzales donostiarras celebraron por todo lo alto el día del Carmen con la tradicional procesión marítima por la bahía de La Concha en la que portaron la imagen de la Virgen. Lo hicieron después de tres años en los que la patrona de los marineros se quedó en puerto por culpa de la pandemia. El Satanas Bi, a los mandos de su patrón, Julen Jokin Gilisagasti como otros años, fue el pesquero de la Cofradía encargado de lucirla. Los barcos partieron desde el muelle para homenajear a las personas ligadas a la mar de Gipuzkoa, y en especial de Donostia. Eso sí, la cita quedó un poco deslucida por la suspensión del homenaje a los arrantzales más veteranos por culpa del Covid.

Por detrás del Satanas Bi, el Izturiz I con el alcalde Eneko Goia y el concejal de cultura, Jon Insausti, en representación del ayuntamiento de Donostia, a bordo. Junto a ellos, el orfeón de la castaña de Gaztelubide, encargado de amenizar la mañana con sus cánticos. Y por detrás un buen número de embarcaciones, que no quisieron perderse el acontecimiento y acompañar a la patrona de los arrantzales.

Un grupo de dantzaris baila un aurresku a la Virgen del Carmen Javier Colmenero

45 minutos después de su partida, la comitiva regresó a puerto, con el Satanás Bi y la Virgen del Carmen a la cabeza. Antes de atracar de manera definitiva, el párroco de la Iglesia de San Vicente, Xabier Andonegi, ofreció una breve oración, bendijo a la patrona de los marineros. Y un grupo de dantzaris bailaron el tradicional aurresku. 

"Un día muy especial"

Si había alguien especialmente emocionado durante todo el acto ese no es otro que Jokin Gilisagasti, patrón del Satanás Bi. "En octubre me retiro. Esta es mi última vuelta con la Virgen. Es un día muy especial para mí", asegura Gilisagasti, consciente también de que es un día "muy bonito" para los arrantzales. "Recuerdas todas las vivencias, la gente que has conocido y desaparecido en la mar, recuerdas momentos buenos, malos, y todas las experiencias que hemos llegado a tener durante todo el año y la vida. Recuerdas este tipo de cosas y es emotivo", se sincera el marino donostiarra.

Después de dos años sin procesión, "había ganas", reconoce porque "a la gente le ha ido interesando y gustando el evento". Reconoce que fue un acierto ponerlo en marcha. "Tenemos las fiestas del muelle, las que están pensadas para los jóvenes, pero faltaba un toque para la gente más tranquila o mayor, a la que le gustan este tipo de cosas", considera. En su opinión, "se complementan muy bien las fiestas de Carmen en el muelle porque tienes la parte de la juventud y para la gente a la que le gusta este tipo de eventos".