El edificio de Coca Cola del barrio donostiarra de Errekalde está cambiando de forma estos días. Las palas mecánicas han mordido parte de su fachada para dar una nueva función a la edificación, que fue adquirida hace año y medio por la empresa de jardinería Alpex, que se encuentra justo al lado de la vieja planta de refrescos. Con su reforma, el icono del pasado industrial reciente de Donostia, que se inauguró en 1961, deja de estar intacto.
Aunque el Plan General de Ordenación Urbana de Donostia de 2010 incluía la edificación en el grado III de protección y el Colegio de Arquitectos pidió que se garantizase su mantenimiento en el Plan Especial de Patrimonio Urbano Construido aprobado por el Ayuntamiento de Donostia, la institución municipal no incluyó finalmente este edificio como construcción protegible. Así las cosas, los propietarios pueden ahora modificar tanto el exterior como el interior del inmueble, que se caracterizó no solo por su aspecto de estilo racionalista, poco frecuente en el entorno en el que se asienta, sino por dejar a la vista desde el exterior la planta embotelladora del refresco que se anunció durante años como la chispa de la vida.
Por ahora, se desconocen los planes de la empresa de jardinería para el inmueble contiguo pero, de cualquier modo, ya no es lo que fue. La actividad fabril del edificio cesó en 1982 y, desde entonces, ha acogido oficinas y, posteriormente, ha permanecido vacío y sin actividad hasta la reciente aparición de las máquinas.
El inmueble que ahora se transforma está incluido en el inventario industrial del Gobierno Vasco y fue edificado en 1958. El Colegio de Arquitectos considera que es un ejemplo de arquitectura racionalista de la década de los años 60. Su marquesina y su entrada, así como la cristalera de la zona de oficinas principal, han sido sus elementos más característicos.
Su historia se remota a finales de la década de los 50. La Compañía Norteña de Bebidas Gaseosas SA (NORBEGA SA), que operaba desde Bilbao como distribuidora de Coca Cola, decidió en 1958 construir una nueva planta en el barrio de Errekalde, en plena N-I. La instalación de la planta se correspondía con el aumento del consumo de esta bebida en Gipuzkoa y por la decisión de la empresa de crear un producto local, en lugar de llevarlo desde otras plantas como las de Bizkaia, Barcelona, Valencia o Madrid.
El edificio industrial se construyó según el proyecto del arquitecto Álvaro Libano Pérez-Ullibarri y el ingeniero industrial Ramón Aguado Jou. El plan contemplaba una construcción aislada de tres plantas, con la cubierta a un agua y rodeada de jardines, que se inauguró en junio de 1961. Diez años más tarde se amplió la fábrica aunque manteniendo el aspecto inicial. El gran logotipo de Coca Cola, del que quedan aún restos en el inmueble, era otro de los puntos llamativos.