Otra tarde más se echó en falta el buen toreo, el de la faena rotunda, para animar la vuelta de las corridas de toros a San Sebastián. Hubo, eso sí, orejas para los tres actuantes de la terna, el rejoneador Hermoso de Mendoza y los matadores el Juli y Miguel Ángel Perera, pero ninguna tuvo mayor peso que el de un premio de consolación.

Abrió plaza el jinete navarro, que tuvo un lote del hierro de Fermín Bohórquez absolutamente inválido, dos toros nobles y de buena presencia pero sin energía alguna y afligidos a la mínima persecución. Hermoso de Mendoza tuvo en todo momento que sostener las endebles embestidas de ambos, galopando de manera precisa y templada para no forzarlas y manejando las riendas con sutileza.

Logró así momentos de cierto lucimiento, aunque perdieron vigencia cuando falló varias veces al clavar banderillas al final de la faena a su primero. En cambio, un remate más espectacular sobre el valiente Pirata, con un par de cortas a dos manos, fue suficiente para que se le pidiera, y concediera, la oreja del otro.

Antes ya le habían dado otra de similar cariz al Juli por una faena tesonera con el primer toro de Garcigrande, al que, a pesar de su falta de clase, el madrileño acabó encelando en la muleta en unas cuantas series de toreo en paralelo, hasta que el animal acabó aburriéndose por completo. La defectuosa estocada con que remató el trasteo no fue óbice para que el Juli paseara un trofeo que ya no pudo doblar con el otro astado de su lote, un animal desclasado también, pero además pegajoso y molesto.

El trofeo que paseó Perera llegó ya a final de corrida, pues el tercer toro, no tuvo apenas fuerzas para aceptar las exigencias del extremeño. El sexto tuvo más aguante y Perera estuvo con él firme y seguro. - P. Aguado/Efe