LOS despachos de los grupos políticos del Ayuntamiento de Donostia se encontraban a media mañana de ayer semivacíos. Solo algunos de los concejales que no seguirán en la Corporación ocupaban sus asientos para terminar trabajos pendientes y llevarse a casa sus plantas, fotos y cuadernos personales. El socialista Alberto Rodríguez, tras 20 años en el Consistorio y "60.000 horas de trabajo", recogía sus enseres y agradecía la labor de todos los que han trabajado en las seis delegaciones que ha ocupado. Especialmente, destacaba la labor de los trabajadores de las contratas de limpieza, "que son los que hacen que la ciudad esté como está, a veces recibiendo insultos". El edil que se ponía manos a la obra para arreglar columpios con la caja de herramientas que hizo comprar para Igentea, recordaba que entró en el Ayuntamiento a la vez que el alcalde saliente, Odón Elorza. Asimismo, se mostraba dispuesto a ayudar si fuera necesario a los siguientes concejales que ocupen las tareas de las que él fue responsable.

Por su parte, Xabier Ezeizabarrena, que dejará su labor de portavoz del PNV para dedicarse a las Juntas Generales, trabajaba en solitario en su despacho y recordaba los buenos momentos pasados en campañas electorales. Destacó, por ejemplo, el agradable rato pasado en Igeldo con su asesor, Imanol Galdos, y los padres del aizkolari José Mari Olasagasti. Conserva con cariño una foto del momento.

Jaione Arratibel, que no ha logrado puesto de concejala por Hamaikabat en los últimos comicios tras ocho años en la Corporación, también afrontaba sus últimos momentos en su despacho. "He pedido mi reingreso en la residencia de la Tercera Edad de Zorroaga, donde tengo plaza como ATS, y seguiré con el doctorado de Psicología, que dejé interrumpido", explicaba. La corporativa admitía haberse emocionado cuando, el pasado jueves, recibió, con los otros concejales salientes, la Medalla del Centenario. "Sí tendré nostalgia", decía con una sonrisa.

tristeza

"Me gusta mi trabajo"

También la delegada Alicia González, que se ha ocupado en los últimos tiempos del departamento de Recursos Humanos, recogía sus carpetas y afirmaba "sentirse triste" porque, decía: "Me gusta mucho mi trabajo". Sin embargo, añadía que afrontará "con ilusión" la nueva etapa que le depare la vida.

De igual modo opinaba la corporativa de Alternatiba, Duñike Agirrezabalaga, que retornará a su profesión de abogada, en paréntesis por su labor política. La que ha sido responsable de Obras y Proyectos trasladaba plantas a otras oficinas y se despedía de los que encontraba por el pasillo. Su compañero de despacho, Jon Lasa, que mantendrá su actividad política como juntero de Bildu, decía que "en el Ayuntamiento hay que dejar paso a nuevas generaciones".

Y mientras unos se despedían de sus puestos de trabajo durante años, algunos empleados municipales sacaban del despacho de Alcaldía grandes cajas y bolsas llenas de papeles en carros con ruedas para dejar sitio a los del nuevo regidor.