Irimo es el monte emblemático de Urretxu. Por un lado, porque el pueblo está ubicado en una de sus laderas. Por el otro, por su forma piramidal. Al igual que Txindoki, es un monte que se identifica desde lejos. En la época en la que en todos los montes se colocaban cruces, los urretxuarras pensaron que su monte merecía una que estuviese a su altura. De hecho, aprovecharon para construir también un refugio. La cruz de Irimo es una de las más espectaculares de Euskadi, por su tamaño y porque se encuentra encima de un refugio. La cruz y el refugio han cumplido hoy 70 años.
Uno de los urretxuarras que participó en el proyecto fue Ignacio Pildain. En una entrevista concedida a la revista local Otamotz con motivo del 50º aniversario de la cruz, recordaba cómo se puso en marcha la iniciativa. Fueron los de la sociedad La Torcida los que pensaron hacer una nueva cruz. Se pusieron en contacto con los de la sociedad deportiva Goierri y estos vieron conbuenos ojos el proyecto. Así se pusieron manos a la obra.
En los trabajos participaron casi todos los jóvenes de Urretxu. También algunos de otros pueblos. Por ejemplo, unos canteros de Azpeitia. Fue un trabajo duro. “Antes de comenzar a construir el refugio, en abril, llevamos bidones de 200 litros a la cima de Irimo para que se llenasen de agua de lluvia. Pues bien... El refrán dice en abril, aguas mil, pero en abril de aquel año no cayó una sola gota. Debido a ello, tuvimos que subir el agua desde Lizarriturri, ayudados por burros”, recordaba Pildain.
Los urretxuarras trabajaron con ahínco, pues querían que Irimo tuviese también una gran cruz. “Lo creíamos necesario. En los montes de otros pueblos había cruces espectaculares y en Urretxu no. Todos los días, después de salir de trabajar, subíamos a Irimo a hacer todo lo que se pudiese. Primero alisamos el terreno y después hicimos el refugio, con piedras rotas. Antes de hacer el refugio, Irimo era puntiagudo. La cruz la hicieron en el herradero de Francisco Alberdi y la subimos en dos piezas, con la ayuda de bueyes”.
Los impulsores de la iniciativa no contaban con mucho dinero, pero se las apañaron. “No recuerdo haber pedido dinero. Las piedras las sacamos de allí mismo y el cemento nos lo consiguió Honorio Alberdi, que era amigo mío desde la infancia. En aquellos tiempos el cemento estaba racionado, pero Honorio nos consiguió todos los sacos que necesitábamos a precio de fábrica. La cruz se hizo con el mismo material que se utilizaba para hacer los postes de Iberduero. Vete a saber de dónde salió aquel material...”.
La cruz vieja era de los Ugalde y les pidieron que no la quitaran. “La pusimos delante del refugio. Más adelante, nos pareció que allí no quedaba bien y la metimos al refugio”.
El acto de inauguración fue digno de la cruz. “Se reunió mucha gente y el párroco ofició una misa. Recuerdo que durante los meses que estuvimos trabajando en Irimo el párroco subía a menudo con comida para nosotros”.
Han pasado 70 años desde entonces, pero la cruz de Irimo se mantiene en muy buen estado. Eso es gracias a Javi Areizaga y sus compañeros de la sección de montaña de la sociedad deportiva Goierri. En julio limpiaron el camino que lleva a Irimo, este mes van a pintar el buzón y la puerta del refugio y el siguiente trabajo será pintar la propia cruz y arreglar la escalera de acceso a ella.