Síguenos en redes sociales:

"Vender libros todos los días es un milagro"

Joaquín Ubiria tenía 19 años cuando, junto a su hermana, abrió las puertas de la librería Ubiria en Donostia en 1951. Desde entonces se ha especializado en libros religiosos, ingleses, técnicos, informáticos, de viajes, de temas locales... Se ha ido reinventando para adaptarse a los tiempos y continuar atendiendo a los nuevos donostiarras

"Vender libros todos los días es un milagro"Foto: ruben plaza

donostia. La librería más veterana de la ciudad cumple 60 años en septiembre. Joaquín Ubiria, aunque está ya jubilado, visita el local a diario para ver a su hija (a cargo del negocio) y saludar a los clientes habituales: "Siempre hemos intentado cuidarlos".

Cuenta que abrieron las puertas de Ubiria cuando tenía 19 años. ¿Por qué decidieron ser una librería?

La abrimos mi hermana y yo. No teníamos familia librera, únicamente nos gustaban mucho los libros desde niños. Mi padre tuvo un dinero en aquel momento, pensó invertirlo en una tienda y quisimos que fuera una librería porque era lo que nos gustaba.

Era el año 1951, no sería fácil vender libros entonces.

No. Lo primero fue elegir el local, y escogimos este por sus escaparates, porque los libros hay que enseñarlos mucho para que atraigan, por eso los tenemos siempre llenos. Antes era la esquina Victor Pradera (actual calle Easo) con Hermanos Iturrino (Arrasate). Una persona que lo había tenido unos años antes se encontró con mi padre y le dijo: "¡Estás loco! ¡Si por ahí no pasa nadie!". Pero no sé si fue porque vinimos nosotros o porque fue cambiando la vida, pero eso cambió y luego nos empezaron a decir: "¡Es que vaya esquina que tenéis!"

¿Cómo fueron aquellos años?

La primera pregunta fue qué íbamos a vender aquí. Había cerca un distribuidor importante de libros religiosos, que nos comentó que se vendían estupendamente. Entonces el Seminario estaba lleno y tuvimos una relación grande con ellos durante años. Los libros religiosos fueron los que más fuerza nos dieron los primeros años. A mí particularmente me vino bien, porque empezamos a vender libros de teología, psicología, filosofía... Estábamos con clientela que sabe de esos temas y al final, a través de ellos y de los libros, aprendimos bastante. Siempre hemos tenido una clientela muy adicta, aunque los tiempos cambian, y los clientes también.

¿Y los libros religiosos se dejaron de vender?

Para nosotros se acabaron porque finalmente los sacerdotes pusieron su propia librería. Hubo un detalle curioso, porque nos quedamos con 3.000 kilos de libros de temática religiosa que tuvimos que tirar. Nosotros necesitábamos retirarlos y nadie los quiso, ni regalados.

¿Cómo reaccionaron?

Llegó el comienzo del turismo, que tuvo una importancia enorme en Donostia. Entonces en esta zona había unos cuantos hoteles que ya no existen: el hotel Florida, Biarritz, Baleares... Había cuatro o cinco que han desaparecido. Venían grupos de ingleses, sobre todo. Sería en los años 60. Empezamos a encargar novelitas en inglés, de la colección de bolsillo Penguin. Los pedíamos a Canarias, donde ya había bastante turismo. Traíamos 3.000 o 4.000 ejemplares y se vendían todos. Pero a los pocos años el turismo se estabilizó.

¿Volvieron a especializarse en otro tema para continuar trabajando?

Siempre conviene especializarse, aunque se vendían bien las novelas y la literatura. Vino una época en la que se demandaban muchos libros de temática política. Eran los últimos años del franquismo y algunos estaban prohibidos. Traíamos varios de Francia y, al estar en francés, escapaban el control de los delegados del Ministerio de Información y Turismo que tenían que autorizar la venta. Después también empezaron a venderse bastantes que en castellano. Trabajamos con estos libros una época.

¿Pero también se acabó el tirón?

Sí, y más adelante nos especializamos en libros técnicos. Teníamos bastantes escuelas que venían aquí. Pero entonces surgió la fotocopia y empezaron a venderse menos, dejaron de comprar nuevos libros porque en las escuelas utilizaban las fotocopias con los alumnos.

En 60 años han vivido muchos cambios.

La evolución de los libros es la evolución de la vida, que te va obligando a adaptarte constantemente. Yo considero que vender libros todos los días es un milagro. Y han desaparecido muchas librerías en Donostia, quizá es uno de los pocos negocios que en tantos años ha ido abajo: ¡parece un negocio a extinguir! Cuando abrimos habría más de diez librerías que han ido desapareciendo, solo quedamos nosotros, somos los más veteranos de Donostia.

¿Qué les piden los donostiarras del siglo XXI?

Ahora tenemos mucha novela y literatura, constantemente. También guías de viaje y libros de informática, aunque están bajando, ¡ya todo el mundo es experto en informática! Tenemos una clientela desde hace tiempo que viene y, sobre todo, en temas de novela, entra y pregunta: ¿qué nos recomiendan?

¿Cree que esa es la diferencia con respecto a los grandes almacenes?

Sí, eso es. Por un lado elegimos mucho lo que traemos entre todo lo que se edita, para saber qué se adapta más a nuestro tipo de cliente. Y hay que estar bastante al día de lo que sale para poder recomendar. Si aciertas con la recomendación, el cliente volverá.

¿Leen mucho de lo que les llega para vender?

Sí, intentamos leer bastante. Porque a veces ni las propias editoriales saben lo que editan. Hay veces que les pilla por sorpresa que los clientes descubran un libro bueno, hay un tirón y entonces lo promocionan. Es un best-seller pero al revés, es el público el que lo descubre.

También venden muchos libros relacionados con Donostia.

Intentamos tener todo lo que se saca de temática local. Se está publicando bastante y, lógicamente, al acercarse el segundo centenario se irán publicando más cosas. Editamos también un libro sobre el asedio de 1813. Yo tenía desde hace tiempo el libro de Jacques Belmas, de 1836, en el que se basa. Estaba en francés y lo solían citar, pero no se había publicado en castellano. A Belmas se lo encargó el mariscal Soult. Al ser reciente respecto al asedio, está muy bien documentado y tiene un plano muy bueno, con la situación de las baterías marcadas, por lo que se puede seguir la batalla.