- Había mucho en juego en el partido de ayer. Se notaba la tensión, no solo en el campo, también en la grada. Las decisiones del colegiado ruso no gustaron en el seno de la hinchada realzale, que le dedicó música de viento en numerosas ocasiones. Según iban pasando los minutos y con el final del partido cada vez más cercano, saltaron chispas en el terreno de juego y en los dos banquillos. A Mikel Labaka, el segundo de Imanol, le tuvieron que sujetar porque se iba directo al banquillo del Mónaco. Niko Kovac no dejaba de recriminar -según su versión- a los realistas por su poco fair play por no lanzar el balón fuera. El delegado de campo de la Real, Miguel Díaz, por el contrario, recriminaba al colegiado que uno de los asistentes de Kovac había invadido la zona reservada para el banquillo blanquiazul.

En el campo también hubo un intento de tangana. Los jugadores del Mónaco no dejaban de perder tiempo, tirando el balón fuera en numerosas ocasiones, con el ánimo de que los minutos pasaran. Oyarzabal ya les estaba avisando con el dedo de que no iban a devolver el balón, una decisión que no gustó en el equipo galo, en especial a Volland, que en una acción se llevó por delante a Merino y luego a Zubimendi -una acción de roja-. El navarro se levantó como un resorte y fue a por el futbolista alemán, al igual que Aritz. Y ahí se montó el cirio.