- ¿Por qué entró en Europa la Real de Imanol? Una temporada entera da para mucho. Para altos y bajos. Para momentos mejores y peores. Pero, resumiendo el pasado curso de forma muy general, diremos que esta Real nos enganchó por eléctrica, por entregada, por directa, por vertical... Cuando los rivales le dejaban correr, generaban un caldo de cultivo muy peligroso para sus propios intereses, que el cuadro txuri-urdin supo aprovechar en numerosas ocasiones. Y por esto llamó la atención ver anoche a los blanquiazul padecer ante el valiente Osasuna. Aunque bueno, quizás la cosa no resultara tan sorprendente....

Primero, porque los navarros ya complicaron las cosas en Anoeta la pasada campaña, tanto en la Liga como en la Copa. Segundo, porque la plantilla de Imanol está ahora mismo cogida con alfileres, lastrada por bajas de todo tipo. Y tercero, porque por mucho que las circunstancias tácticas pudieran ser anoche favorables, hay mecanismos y movimientos, sistemas de juego en definitiva, que acostumbran a oxidarse con la inactividad veraniega. Ocurre, principalmente, con las propuestas de máximos, estilos expuestos y atrevidos como el que tantas alegrías nos proporcionó hace nada y que tanto cuesta recuperar una vez que se detiene la maquinaria. El caso es que vino Osasuna con un claro 4-4-2, descarado, dispuesto a apretar muy arriba pese a su inferioridad numérica en la medular. Y que la Real perdió demasiados balones en salida, incapaz de enganchar con sus futbolistas interiores para descoser a los navarros a la carrera. No pasa nada. Es lógico. Es normal. Y encima se ganó, la Euskal Herria Txapela.

La alineación que dispuso Imanol Alguacil ayer en Anoeta es la más cercana a la considerada titular que puede organizar ahora mismo. Con eso queda todo dicho. Las ausencias, eso sí, no condicionaron anoche las intenciones colectivas de una escuadra estructurada en 4-3-3, con Roberto López haciendo de Odegaard, como todo el verano, y con Olasagasti ubicado en el interior zurdo. Cuando quedó claro, enseguida, que Osasuna salía a morder muy arriba, la Real trató de combinar desde atrás para encontrar dentro a ese hombre libre de marca que iniciara la transición de turno, siendo Aihen la vía de salida a espaldas de un adelantado Roberto Torres. Pero los bríos rojillos se impusieron y comenzaron a provocar peligrosas pérdidas locales de los de Imanol.

El duelo entró así en una dinámica delicada, que la Real supo romper con una sucesión de ataques por banda diestra traducidos en una serie de córners. A la salida del quinto de ellos, el rechace de la zaga navarra lo introdujo de nuevo en el área el propio Aihen, y Sergio Herrera, portero visitante, se comió en su salida a Robin Le Normand. Penalti claro transformado por Willian José, tras fallar este el miércoles desde los once metros contra el Villarreal. Nunca está de más recuperar la confianza.

Osasuna continuó a lo suyo tras el gol, porque pese al resultado no le estaba saliendo nada mal. Siguieron presionando los de Jagoba. Siguieron poniendo en apuros a la Real. E insistieron también a la hora de buscar la espalda de Gorosabel, cuya tarea exigía anoche importantes dosis de concentración: en fases de presión elevada debía abandonar a Rubén y correr a por Iñigo Pérez. Tanto ir y venir generó en la zona una vía de agua que Imanol trató de tapar en el descanso introduciendo a Zaldua y adelantando al de Arrasate.

Nuevos errores en la salida de balón, dos, provocaron sendas ocasiones rojillas tras el descanso, ambas muy claras. Hasta que, poco a poco, el paso de los minutos y las necesidades de Osasuna propiciaron un panorama más favorable. El balón fue para los de Jagoba, ante una Real ajustada en bloque bajo: ya era Roberto López quien apretaba arriba, aportando solidez la pareja Zaldua-Gorosabel junto a la cal. Y a la cada vez menor necesidad de combinar desde atrás para iniciar los ataques se sumó la aparición de unos espacios preciosos sobre los que los txuri-urdin, por fin, comenzaron a protagonizar contragolpes tras robo.

Ahí se quedó el partido, que no terminó de romper: ni en asedio de Osasuna, ni en sucesión de transiciones realistas, ni en ambas cosas a la vez. El carrusel de cambios, obligado el del propio Zaldua por lesión, restó dinamismo al choque. Y los de Imanol terminaron cerrando la victoria con defensa de cinco, durante los minutos previos a un pitido final que también supuso el epílogo de la pretemporada más extraña que se recuerda. Lo ha sido, en cualquier caso, para todos los equipos por igual. Y podemos ser optimistas si pensamos que la excepcionalidad de la situación convierte en más comprensibles si cabe las telarañas que a día de hoy luce la maquinaria blanquiazul.

No esperemos que la mejor Real aparezca desde el próximo domingo en Valladolid. Y confiemos en la receta que más éxitos conlleva en esto del fútbol: trabajo y más trabajo. Trabajo para que el balón corra más rápido. Para que todo un David Silva reciba en las mejores condiciones. Para que los cambios en el sistema de presión terminen de ajustarse. Para que, en definitiva, este equipo vuelva a entusiasmarnos. Quedó claro anoche que el camino hacia ello va a resultar costoso. Pero merece la pena esperar. El año pasado por estas fechas aún no habíamos terminado de arrancar... Y luego salió lo que salió.

REAL SOCIEDAD Remiro; Gorosabel (Navarro, m. 89), Aritz, Le Normand, Aihen; Zubeldia, Olasagasti, Roberto López; Portu, Willian José (Arambarri, m. 89), Djouahra (Zaldua, m. 45) (Blasco, m. 89).

OSASUNA Sergio Herrera; Roncaglia, Aridane (Raúl Navas, m. 45), David García, Iñigo Pérez; Roberto Torres (Aimar, m. 82), Oier, Moncayola (Javi Martínez, m. 82), Rubén García (Córdoba, m. 82); Adrián (Chimy, m. 72), Enric Gallego(Juan Villar, m. 18).

Gol 1-0, m. 32: Willian José, de penalti.

Árbitro Rezola Etxeberria. Amarillas para los visitantes Sergio Herrera y Roncaglia.

Incidencias Final de la tercera edición de la Euskal Herria Txapela, disputada a puerta cerrada en el estadio de Anoeta.