- ¿Desde cuándo tenía asimilado que no iba a continuar?

-Ha sido un proceso. Las condiciones a las que ahora mismo el Iraurgi puede llegar, por todo lo que es esta liga, son justas para un puesto de trabajo, y más para mí en este momento de mi vida. Visto que las condiciones económicas del club iban a ser similares también, tenía que tomar una decisión. Es la que he tomado. Estoy tranquilo y contento.

¿Le da pena dejarlo?

-Sí. Son tres años en el Iraurgi y muchos años de baloncesto. Claro que da pena. Pero me quedo muy contento por todo lo que he vivido en el Iraurgi. Han sido tres años muy bonitos. Cuando empecé allí, no sabía ni a dónde iba ni cómo nos iban a ir las cosas. Los tres años son supersatisfactorios y he vivido muchas cosas que nunca piensas que vas a vivir. Hemos jugado finales, hemos conseguido un ascenso, una salvación y muchas cosas bonitas. A pesar de esa pena por no seguir, da mucha alegría haber vivido todo eso.

Una Copa LEB Plata, un ascenso a LEB Oro y una permanencia. ¿Con qué se queda?

-Con todo. El primer año, siendo el primer año de experiencia, la primera Copa que ganamos contra el Girona fue muy chula. La Copa y el ascenso son bonitos, pero son lejos de casa y encima con restricciones, sin que pudiera acompañarnos nuestra gente, son un poco tristes. El final de este año, ganando en casa al Gipuzkoa Basket y al Palencia, es lo más bonito de todo. Vives un final muy duro, muy bonito, con el polideportivo hasta arriba y con gente ha podido volver a ver partidos de baloncesto, ha podido volver a sonreír y verse las sonrisas porque estaban sin mascarilla. Hemos vivido cosas muy chulas. Ese final es el que hace que te quedes con ese recuerdo que, además, es el más reciente.

¿Confiaba en esta salvación o tuvo sus dudas?

-A falta de mes y medio, estaba muy complicado, sobre todo por de dónde veníamos. Empezamos a acumular derrotas, cinco de manera consecutiva, pero decíamos: Cuanto más perdamos, más cerca estaremos de ganar. Había esa esperanza de empezar a ganar y a acumular victorias. Pero yo tenía claro, incluso cuando perdimos en Prat, que nos ganan el average y nos dan un repaso potente, que lo que contaba a partir de ahí era ganar partidos. Habría que ganar, precisamente, uno más que Prat y así ha sido al final. Lo que contaba era ganar partidos y hubo una época en la que no podíamos ganarlos. Eso es lo que lo hace duro. Veníamos de un calendario muy apretado, con lesiones, complicaciones y tuvimos muchos viajes acumulados que no se nos dieron nada bien. Cuando llegamos a tener un poco de calma, volver a trabajar bien y dar confianza a los chavales, la victoria contra Granada nos dio ese chute. Nos dijimos: Vamos a creer en nosotros y hasta donde lleguemos. Y después de eso, la respuesta fue muy buena. Era muy difícil porque había que ganar cuatro de cinco, pero lo conseguimos.

De las trece victorias logradas han ganado a Estudiantes, Granada, Lleida, Palencia, Oviedo... Salvo a Girona, han ganado a cinco de los seis primeros clasificados...

-Lo he dicho muchas veces, que la primera victoria que conseguimos en la LEB Oro fue contra Estudiantes. Era la quinta jornada y no habíamos ganado ningún partido y cuando lo hicimos, la gente nos decía que habían venido de vacaciones, y que había sonado la flauta. Pero ganar a cinco equipos de los primeros seis clasificados dice que hay algo más allá. Nuestro estilo, más abierto, de jugar de tú a tú, nos iba mejor contra equipos buenos, que juegan así, y contra equipos de abajo, sobre todo en la segunda vuelta en la que hemos jugado fuera de casa, nos preparaban más encerronas y se hacía más complicado. Nosotros teníamos jugadores de mucho talento, pero muy jóvenes.

¿Ha sido la competición que se esperaba?

-Sí. Es una competición muy dura y muy igualada porque casi todo el mundo le podía ganar a todo el mundo. De hecho, el Prat cogía el equipo que nosotros dejábamos y les decía a sus entrenadores: Nos hemos pasado todo el año dándonos disgustos el uno al otro. Cada que conseguíamos una cosa excepcional, ellos también lo hacían. Ha sido una competición superigualada con equipos muy potentes. También me ha gustado que equipos sin tanto presupuesto, jugando con un poco más de entrega, corazón y competitividad, pueden pelear contra cualquier equipo y eso también lo hace bonito.

¿Cuál es partido que más le ha marcado esta temporada?

-La primera victoria contra el Estudiantes. Necesitábamos creernos que podíamos ganar. Los tres primeros partidos, el primero en casa contra Girona, el segundo fuera en Oviedo, y el tercero Lleida en casa, los tuvimos en la mano para ganarlos. No los ganamos. Y el tren se empieza a escapar y el cuarto en Melilla se nos escapa en el segundo cuarto y todo el mundo empieza a dudar. Y el quinto era contra Estudiantes y se pensaba que iba a ser otra derrota más. Ganar ese día fue fundamental. Las dos últimas jornadas, con el ambiente que hubo en el polideportivo, fue una pasada. Vivir eso fue una pasada.

¿Y a partir de ahora? En Gipuzkoa solo hay otro equipo, el GBC, en el que Lolo Encinas tiene contrato. ¿Cuál es su futuro?

-Lolo tiene contrato y va a seguir. Mi no seguir para nada es pensando en Gipuzkoa Basket. Es pensando en mi vida. Ahora mismo es muy complicado seguir en el baloncesto. Salir de aquí es difícil porque las condiciones que hay son complicadas. Tampoco he tenido ninguna oferta. Voy a seguir con mi camino. Cuando empecé en Iraurgi, estaba estudiando Educación para poder ser maestro. Y mi futuro cercano irá por ahí.

¿Haber hecho las cosas tan bien en Azpeitia no le abre las puertas a salir fuera?

-No lo sé. Ahí funciona todo un mundo de agentes y de intereses. Lo he hecho bien un año y solo he estado un año en la LEB Oro. Hay entrenadores que llevan mucho tiempo peleando ahí y todos pensarán que merecen un hueco en un banquillo. Yo estoy satisfecho con lo que he hecho. Estoy tranquilo y contento porque además el Iraurgi se ha quedado otro año en esa liga. Creo que es un proyecto diferente a lo que hay en esta liga y va a tener ese hueco otro año más. Por eso también estoy muy contento y satisfecho.