Ramón Ribera: “He visto caer un rayo a metros, pero la experiencia me hace mantener la calma”
El hondarribiarra participará con su pequeño velero en la MiniTransat, una prueba que cruza el océano Atlántico, desde Francia hasta la isla caribeña Guadalupe
Hay quienes no cruzarían el charco de ninguna manera. Ramon Ribera (Hondarribia, 1980), en cambio, ha decidido enfrentarse al mayor reto de su vida: participar en la Mini Transat. A partir del próximo 21 de septiembre, el tripulante de Hondarribia, surcará el océano Atlántico durante cuatro semanas en las que, junto a otros 89 participantes, recorrerá 4.050 millas náuticas, 6.517 kilómetros. Partirá desde la localidad francesa de Les Sables D’Olonne, y tras una primera etapa en la que deberán llegar a Santa Cruz de La Palma, afrontarán una segunda que les llevará al límite. Desde la isla canaria, los marineros tratarán de alcanzar la isla caribeña de Guadalupe cruzando el océano Atlántico.
¿Qué es la MiniTransat? No parece una regata cualquiera.
Es la regata reina de la clase mini, que es donde están los barquitos pequeños, por decirlo de alguna forma. Se hace cada dos años desde 1977, y más que una regata, creo que es un reto transoceánico muy potente. Navegas en solitario durante cuatro semanas, y acompañado del material esencial. A partir de la salida no hay comunicación con el exterior ni un equipo en tierra que te diga por dónde tienes que ir. Te llevas una VHF (Very High Frequency), que es una radio para comunicarse entre embarcaciones y las cartas náuticas de papel, además de un GPS numérico. Se trata de cruzar el charco en dos etapas, en formato de carrera. En solitario, durante cuatro semanas y acompañado de lo necesario.
¿Qué le llevó a querer participar?
Mi amor por el mar. Será mi primera vez y logística y económicamente requiere más esfuerzo de lo que parece. No es una regata abierta y cualquiera no puede decidir apuntarse y participar. Al ser cada dos años, entre una edición y otra debes participar en otras regatas de diferentes distancias. Todas son regatas de altura y la mayoría en solitario. En ellas tienes que demostrar tus conocimientos y tu capacidad de navegación, y en base a los resultados, obtienes la clasificación. La organización, sin embargo, no toma en cuenta las posiciones, sino que acabes la regata sin problemas. Llevo mucho tiempo pensando en participar, y siendo de Hondarribia, es un sueño poder hacerlo. Después de sumar muchas millas desde mi infancia y, de conseguir las ayudas necesarias, este año por fin estoy dentro. Las condiciones económicas son muy exigentes y años atrás ya intenté tomar parte, pero no lo conseguí. Ahora seré el segundo vasco en participar, después de Aitor Ocerin.
“Intentaré hacer valer mi experiencia en el mar y me conformaría con acabar entre los diez primeros”
Su relación con el mar es muy estrecha.
Así es. Soy de una familia numerosa, y todos mis hermanos mayores habían probado la vela. Siendo de Hondarrribia, el mar se vive y se siente muy cerca y la primera toma de contacto la tuve en el colegio, cuando en deporte escolar nos llevaron a navegar. Además, también practiqué remo. Navegar me gustó desde el primer día, así que decidí apuntarme a la escuela de vela y practicar cada fin de semana con Juan Mari Odriozola. A los diez años me decanté del todo. Comenzó siendo mi deporte y acabó siendo mi vida. Me pasaba el verano entero en la escuela de vela y en invierno todos los fines de semana. Juan Mari, mi primer monitor, tuvo mucho que ver en ello, ya que me enseñó a disfrutar mucho del mar, y no me refiero a la competición y a la estrategia. Salía con compañeros y hacíamos pequeñas excursiones. Años después decidí estudiar ingeniería, pero lo terminé dejando para obtener el carnet de patrón de barco. Ahora, desde hace muchos años, vivo en Catalunya y trabajo en el Mediterráneo como patrón de veleros, entre otras cosas.
¿Desde cuándo lleva preparando la prueba?
Desde hace cuatro años. Por suerte, pude comprar el barco nuevo en Polonia, y lo traje a Cataluña para empezar a ponerlo a punto de cara a las regatas clasificatorias. Al ser un barco pequeño, te da la opción de hacer diferentes pruebas y cambiar el diseño teniendo en cuenta sus características. Cuando pensé que estaba a punto, comencé a participar en las regatas y, después de cuatro años, seré el participante de la categoría que más millas ha sumado. Una de las exigencias para participar en la Mini Transat es hacer como mínimo 1.500 millas en regata y luego también tienes que hacer una especie de clasificación particular, que se trata de hacer 1.000 millas tú en solitario sin parar en ningún lado, fuera de regata. Tú eliges el recorrido, con la ayuda de la organización, y ahí tienes que demostrar que eres capaz de recorrer la distancia sin parar en ningún sitio, sin tener ningún problema, sin volverte loco y gestionando el mar y las borrascas que te vengan, o lo que sea.
¿Se ha marcado algún objetivo?
Siempre pienso en grande, y voy a salir a ganar, aunque siendo consciente de que será muy complicado. La regata tiene origen francés, y eso se nota mucho en el nivel de los participantes. En Francia la vela tiene mucha repercusión y hay mucha gente de entre 20 y 30 años que se toma esto como un primer paso en su carrera profesional. A diferencia de otros países, consiguen muy pronto un sponsor o tienen acceso a financiación para dedicarse a esto. No hacen otra cosa más que navegar o entrenar. Tienen ayuda de mucha gente, marineros con experiencia, meteorólogos… hay mucho nivel. Yo, por ejemplo, soy una persona que navega mucho pero que se toma esto como un sueño cumplido. No se me da mal, tengo un barco rápido y no lo he hecho mal en las regatas, pero ganar será complicado. Intentaré hacer valer mi experiencia y me conformaría con estar entre los diez primeros.
¿Ha estudiado el recorrido?
Sí. Se trata de un trayecto desde Francia hasta el Caribe y, aunque el destino cambie cada varios años (en 2019 la meta estuvo en Martinica), siempre es parecido. La de este año será la cuarta edición que acabe en Guadalupe, y más o menos ya he estudiado cuál puede ser el camino correcto. He mirado el histórico de otras regatas, porque al final la meteorología es cambiante y te exige tomar decisiones al momento. En España, no había ninguna base mini hasta hace años, y la catalana Ana Corbella la abrió en Barcelona. Ha sido una gran ayuda. Ahora entreno ahí, tenemos meteorólogos… intentamos copiar el modelo francés para evolucionar. De cara a la prueba, analizaremos las condiciones meteorológicas más a fondo cuando se acerquen los últimos días, ya que, aunque puedan cambiar, hoy en día los pronósticos son bastante acertados.
Meteorología
¿Tanto influye la meteorología?
Por supuesto, y más teniendo en cuenta que tenemos que “saber” la predicción antes de la salida, porque después perderemos cualquier conexión con el exterior. Haremos un estudio previo que llevaré impreso en papel y, después, la organización emitirá cada día por una radio de onda corta el parte de posiciones de la regata y un parte meteorológico, que es el mismo para todo el mundo. Entonces, mezclando ese parte y el tuyo, junto a tu conocimiento, vas definiendo la estrategia. Durante la primera etapa desde Les Sables D’Olonne hasta Las Palma, por ejemplo, es muy importante el paso por el Golfo de Vizcaya, porque suele haber borrascas muy importantes en esas fechas. En mi caso, ya he analizado diferentes opciones de navegación.
Más allá del aspecto estratégico, esta prueba exige mucha fortaleza mental, ¿no?
Sin duda, y hay que recordar que son cuatro semanas de carrera. Llevo muchas millas recorridas, y la experiencia creo que puede ser uno de mis puntos más fuertes, ya que estar solo en alta mar puede ser muy duro para otros. Además, aunque haya sido en embarcaciones más grandes también he cruzado el Atlántico. Mantener la calma es fundamental mientras vives momentos muy diferentes. Por otra parte, el aspecto físico también es una de las claves. Tienes que dormir, tienes que comer, tienes que hacer tus necesidades, tienes que estar muy pendiente del barco, de todo lo que te exijan las velas, de la estrategia… tienes que estar al tanto de todo.
¿Ha vivido algún momento de apuro?
Muchos. Varias veces he pensado: ¿Por qué no estoy en mi tranquilamente, en el sofá? ¿Quién me ha mandado a mí estar aquí?. Cuando el mar se pone bravo, estás tu solo en una embarcación de seis metros, aunque tenga grandes velas. Lo importante es llevarlo todo bien revisado para que nada se pueda romper, y después creo que la experiencia es la que te ayuda a mantener la calma. He llegado a navegar entre tormentas y vientos fuertes, y también he visto caer un rayo al agua a metros de mi velero. Espero no vivir muchos momentos así.
¿Ha hecho alguna travesía parecida hasta ahora?
Con este tipo de embarcación el trayecto más largo que he hecho fue desde Les Sables D’Olonne hasta Azores, que son en torno a 2.600 millas, un poco más de la mitad que la Mini Transat. Era una regata de ida y vuelta, y tardé 17 días. También he navegado desde la costa Brava hasta Salvador de Bahía, en Brasil, pero lo hice en un barco de 18 metros, así que no cuenta. La vida en una embarcación mini es mucho más extrema y no hay absolutamente nada dentro. Para el día a día, comeré gracias a un camping gas y para hacer mis necesidades llevaré un cubo.
“A la hora de dormir tendré que tener en cuenta la postura porque puede condicionar la navegación”
¿Cómo gestionará el sueño?
Va a ser muy complejo. Tendré que tener en cuenta la postura a la hora de dormir porque el peso puede beneficiar o perjudicar al rumbo del barco. Dormiré con una esterilla de camping que la voy a mover por momentos. Pondré alarmas cada 20-30 minutos para despertarme y comprobar que todo está bien.
¿Y la alimentación?
Llevaré varios sobres de comida envasada al vacío que calentaré en un cazo con agua, aunque el café y las galletas de chocolate no van a faltar. Me dan mucha energía. Y respecto al agua, la organización establece ciertas normas. Te obligan a llevar un mínimo de litros para sobrevivir, y un máximo, porque un bidón u otro pueden condicionar la navegación.
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