Ander Murua (Arrasate, 4-X-2000) debutó el domingo en el frontón Uarkape de su localidad natal. El resultado no fue satisfactorio –perdió 22-10–, pero forma parte de su aprendizaje como profesional. Trabaja el apartado físico en Lizartza con David Domínguez y está en pleno proceso de rodaje de cara a jugar una una eliminatoria de acceso a la liguilla del Cuatro y Medio Serie B.

El domingo se estrenó en el campo profesional con derrota por 22-10 junto a Iñigo Bikuña ante Egiguren V-Aldabe. Sabor agridulce.

—A todos nos gusta llegar siempre a 22. Nos cogieron ventaja rápido y nos costó remontar. Llegamos a estar 10-7, pero tuve una pelota para hacer tanto que se me fue. A partir de entonces, los rivales hicieron un partido perfecto, sin regalar nada. Tenía claro que iba a ser un choque duro, porque ellos venían en un gran momento.

¿Recuerda cómo le dieron la noticia del fichaje por Aspe?

Me llamó Iñaxio Errandonea un lunes por la mañana. Me cogió haciendo trabajo físico en Lizartza. Me dijo que contaban conmigo y si estaba dispuesto a dar el salto. Se cumplió el sueño que tiene todo pelotari. Estas oportunidades llegan a muy pocos. Estoy muy contento.

Es un delantero fuerte y atrevido.

Me gusta ir al ataque y meter ritmo a la pelota en los cuadros alegres. En ese compás me siento cómodo.

Y tiene un bonito gancho...

Es uno de los remates que más me gusta y mejor se me da. Lo he trabajado mucho durante este tiempo y todavía sigo haciéndolo junto a Jokin Etxaniz.

¿En qué aspecto ponen el foco de cara a su mejora?

Sobre todo, estamos haciendo hincapié en el movimiento de piernas a la hora de golpear con la derecha. También trabajamos las posturas en ataque.

Da el salto al profesionalismo con 23 años y ha tenido un camino importante en aficionados, al contrario que en otras ocasiones, ya que se estaba imponiendo una estrategia empresarial de debutantes sin apenas experiencia en sénior. ¿Qué le ha aportado el paso por el campo amateur?

Tiene su lado bueno. Juegas contra pelotaris mayores y hay un gran nivel. Si quieres ser puntero, debes trabajar muy duro. Para ganar a los veteranos hay que currar mucho. Estas temporadas me han servido para coger confianza de cara a jugar todo tipo de partidos. Estoy tranquilo, porque sé que he debutado por mis méritos.

¿Llegó a pensar que el tren no iba a pasar?

Sí. Siempre tienes la expectativa, pero yo nunca me centré en eso. El debut de Aldabe –dio el salto con 27 años– me devolvió esa esperanza de ser el siguiente. Aun así, ha sido un objetivo, pero jamás una obsesión. Es algo que no está en tus manos.

Ayuda a amueblar la cabeza, ¿no?

Acabas viéndolo con otros ojos. Cuando tienes 19 o 20 años y ves que todos los que juegan contigo debutan, si tu único objetivo es ese, te frustras y lo más probable es que dejes la pelota o no disfrutes de ella.

¿Cuál es la diferencia más destacable entre el campo aficionado y el profesional?

Diría que el ritmo de juego. Fíjese, el debut fue un partido muy duro y al día siguiente tuve la espalda agarrotada de la tensión. Además, la velocidad se nota mucho; así como el nivel de los contrarios.

¿Sufre de manos?

En invierno no tengo muy buena circulación y puedo tener algún problema más. Intento cuidarme mucho con hielo y yendo cada poco tiempo al masajista.

El material es exigente...

Las pelotas son rápidas, sí; pero también favorecen al atacante. Me tengo que acostumbrar a eso.

¿Qué objetivos tiene estos dos años de contrato con Aspe?

Mejorar. No me obsesiono, ya le digo. Quiero entrenar bien y que eso se refleje en los partidos, dando un buen nivel. Si me siento a gusto, llegarán los resultados.

¿En qué modalidad se siente más cómodo?

En parejas he logrado mis mejores resultados. El Cuatro y Medio y el Manomanista también me gustan y jugaré con ganas.

Juega mañana en el telonero de Altsasu junto a Gabirondo ante Mata-Gaskue.

He debutado en septiembre, que no hay tantos festivales como en los meses anteriores, pero tengo la suerte de tener también otros dos partidos en San Mateo para seguir rodándome. Estoy con ganas.