Turín Novak Djokovic arrasó al italiano Jannik Sinner en la final de las Finales ATP de Turín con otra exhibición que cerró en dos sets, por un doble 6-3, y se proclamó Maestro por séptima vez en su carrera, superando por tanto al suizo Roger Federer, con el que empataba a seis títulos.

A sus 36 años es el Maestro más longevo y Sinner, que había rubricado uno de sus mejores torneos hasta ahora, solo pudo ser un mero espectador.

El serbio, que fue de menos a más durante el torneo, volvió a exhibir, como ya hizo ante Alcaraz, su superioridad y su dominio de la escena en este deporte de raqueta del que es actualmente dueño. No son solo sus golpes de fondo y sus saques, son sus increíbles restos con los que se defiende atacando.

Djokovic se llevó el primer juego del partido en blanco, avisando de lo que estaba por llegar. En su segundo saque solo encajó un punto. Y en el cuarto juego rubricó el break, curiosamente en un momento en el que Sinner decidió no pedir un challenge a una bola que sí había entrado y le dio el punto de rotura al número uno, que no lo desaprovechó. En sus saques, apenas se jugó, con siete directos en el primer set.

Se supo ganador desde el primer momento. No dudó en un solo instante ante la joven sensación italiana, arropada por un Pala Alpitour que esta vez pudo hacer poco para frenar el torrente de juego de un Nole desatado, que se tomó en serio su venganza tras lo sufrido en la fase de grupos ante Jannik, desprotegido en su propia casa, incapaz de hacer daño, de defenderse, de atacar con solvencia la solidez de Djokovic.

Era tal la superioridad del serbio, que Sinner solo pudo girarse a su banquillo y preguntar: “¿Qué hago?” No quitó el pie del acelerador Nole, que mostró, de nuevo, su avidez de títulos. Siete entorchados en el torneo que cierra el año y 24 Grand Slam. Djokovic es histórico.

Quebró Djokovic el saque de Sinner en el primer juego de la segunda manga con una facilidad pasmosa, en blanco. Sinner volvió a pedir ayuda divina a su banquillo. Confirmó el break con un juego en blanco en su saque y tuvo tres opciones de rotura en el siguiente. Las salvó Sinner, que se mantuvo en la pelea.

Pero ni siquiera cuando tuvo a Djokovic por vez primera contra las cuerdas, cuando consiguió ganarse dos bolas de break, pudo con él. Mantuvo la calma Nole, impertérrito, y evitó la rotura. Sinner pegó un puñetazo de impotencia a su toalla. Era imposible, no podía hacer nada.

Se llevó el italiano el juego más largo, el 4-3 a favor de Djokovic, casi 20 minuto de intercambios y de golpes que sacó a pasear su primera sonrisa, por primera vez capaz de frenar a Nole, aunque solo alargó lo inevitable. Una doble falta de Sinner dio por finalizada la batalla.