Tea Olive. Pink Dogwood. Flowering Peach. Flowering Crab Apple. Magnolia. Juniper. Pampas. Yelow Jasmine. Carolina Cherry. Camellia. White Dogwood. Golden Bell. Azalea. Chinese Fir. Firethorn. Redbud. Nandina. Holly. Este es el recorrido, con sus recovecos y sus trampas, que siguió Jon Rahm en la tarde-noche del domingo hacia la chaqueta verde, hacia la gloria. Son los nombres de los 18 hoyos, todos con referencias florales o arbóreas, del Augusta National, uno de los escenarios más míticos del deporte mundial.

Allí, en este paraje del estado de Georgia, hay otros dos recorridos que todo golfista quiere afrontar. El primero es Magnolia Lane, la carretera que da acceso a la Casa Club, ese recinto exclusivo y limitado a unos pocos privilegiados entre los que ya está el barrikoztarra, nuevo ganador del Masters. Por ese motivo, tiene derecho a jugar el torneo hasta que él quiera y a preparar el menú de la próxima Cena de Campeones, con la que algunos ya se están relamiendo. Y el otro camino emblemático de Augusta es la calle del 18, los metros que conducen al green donde se pone el broche a las victorias. Rahm pudo avanzar por él el domingo entre la ovación de un público entregado a su juego y sabiéndose vencedor con sus cuatro golpes de ventaja tras una vuelta plena de convencimiento, concentración y estrategia. Sólo entonces pudo abandonar aquello que aprendió en el libro sobre la vida de Rafa Nadal: “Si te distraes pensando en la victoria antes de tiempo, probablemente perderás”.

Rahm fue decidido y con la confianza en lo más alto a por la prenda más codiciada del golf desde que hace una semana puso los pies en Augusta. “Lo único que deseo es llegar a los últimos nueve hoyos con opciones de ganar”, había dicho en la rueda de prensa previa recordando sus cuatro Top 10 anteriores en el Masters, en los que en realidad no estuvo cerca de ganar. Ayer cumplió sus deseos y sus sueños que empezaron con otros recorridos y otros hoyos en la escuela de golf de Eduardo Celles; en los campos de Larrabea, La Galea o Martiartu; en los madrileños del Club de Campo o el Centro Nacional; o en los universitarios donde compitió con Arizona State. Y también Valderrama, donde su familia se empapó de la pasión por el golf en la Ryder Cup de 1997 cuando Jon apenas tenía dos años y abrazó la figura de Seve Ballesteros como ídolo e inspiración de los éxitos posteriores como profesional.

Esa misma determinación que mostró antes de este Masters, apoyada en los tres torneos que ganó en los dos primeros meses del año, fue la misma que exhibía hace diez años en un mensaje que ha circulado por las redes sociales y que data de sus primeros meses en Arizona State. “Voy a ganar el Masters”, proclamaba sin un ápice de duda el jugador que en sus años más jóvenes decía a su entrenador Celles que quería ser “el número 1 del mundo”. Ya ha cumplido las dos cosas: el domingo Scottie Scheffler, anterior vencedor, le invistió con la chaqueta verde en una ceremonia en la que también le traspasaba de nuevo el número 1 del mundo, puesto en el que ayer inició su 47ª semana. “Si gano el domingo, ya te digo que lo de número 1 me va a dar igual”, había dicho también antes de este Masters. Y ahora quiere el Grand Slam, ganar los cuatro majors, algo que sólo han logrado cinco jugadores en la historia,

Logros históricos

No es soberbia, ni una ambición injustificada, sino el rasgo diferenciador de un jugador con una mentalidad ganadora que le ha hecho brillar en uno de los deportes más exigentes, donde ganar un torneo de cada diez te puede convertir en una leyenda. Jon Rahm ya tiene en su poder el Masters y el US Open, los torneos fetiche de los estadounidenses. Es el primer europeo que lo consigue. “Es difícil de creer. Es algo histórico y sólo puedo sentirme honrado y agradecido”, confesó tras su victoria. Su última vuelta fue un ejercicio de precisión en todos los aspectos. “Claro que estaba nervioso”, admitió, “pero tenía un plan de juego y lo ejecuté. Nunca caí en la frustración y nunca sentí que estaba fuera de control. Lo más difícil de manejar ha sido escuchar las constantes alusiones a Seve”.

Le tomará un tiempo procesar todo lo ocurrido en el Augusta National, como reconoció, por todo lo que supone, pero su triunfo resultó indiscutible después de una semana muy dura por el clima y las interrupciones. Jon Rahm la cerró con un 85% de calles cogidas y un 72% de greenes en regulación, algo que en el masters sólo habían conseguido Jack Nicklaus en 1986 y Ben Crenshaw en 1995, según revela Justin Ray, gestor de datos del PGA Tour. Además, el barrikoztarra ha igualado a Gene Sarazen, Byron Nelson y Nicklaus al ganar el Masters y el US Open tras partir en la última jornada con más de un golpe de desventaja. Y solo Arnold Palmer en 1960 y Scottie Scheffler en 2020 habían logrado su cuarto triunfo en un año natural en el Masters.

Son números que acercan a Jon Rahm a las grandes leyendas de este deporte y que pueden ir en aumento en un año espectacular. “Es el primero de unos cuantos”, le deseó Txema Olazabal. Una gastroenteritis le apartó de The Players antes de la segunda jornada y en el Mundial Match-Play cayó en la fase de grupos. Las dudas que pudieron crear esas semanas quedaron disipadas de un plumazo en Augusta tras un concienzudo trabajo previo. Al margen de ser número 1 del mundo, condición que podría perder de nuevo esta semana, es el líder destacado de la FedEx Cup, con más de 800 puntos de ventaja, casi dos torneos, sobre Scheffler, su rival recurrente en estas últimas semanas. Por descontado, Rahm tiene plaza en la Ryder Cup de Roma en septiembre y ahora hay que ver qué jugadores pueden acompañarle porque entre la división que ha creado el LIV Golf y los discreteos resultados que acumulan algunos compañeros europeos del PGA Tour, el vizcaino se ha convertido en la única pieza fiable a estas alturas del equipo que capitanea Luke Donald.

los datos

  • Número 1. Rahm inició ayer su 47ª semana al frente del ranking mundial.
  • 54%. El de Barrika ha acabado entre el Top 10 en 85 de los 157 torneos que ha disputado.
  • 20 victorias. Rahm acumula más triunfos que cortes ha perdido, sólo 12.
  • Más de 48 millones de dólares ha ganado este año en el PGA Tour.