La cuestión de las instalaciones cubiertas para los equipos profesionales de Donostia, y por ende Gipuzkoa, se empezó a debatir desde que el Gipuzkoa Basket se asomó por primera vez a la ACB en 2006 y, por cuestiones de aforo mínimo, se vio obligado a jugar como local Illunbe, una plaza de toros que se transformó de aquella manera en cancha de basket, pero se ha convertido en una conversación ya recurrente en los últimos años, cuando el Guuk Gipuzkoa Basket ha alternado Illunbe con el Gasca, sin acabar de encontrarse cómodo en ninguno de los dos lugares, y cuando el Super Amara Bera Bera y el IDK Euskotren han comenzado a crecer. Los tres clubes y sus necesidades deportivas, organizativas y sociales han dejado en evidencia lo que ya es un clamor: Illunbe y el Gasca necesitan, más que un lavado de cara, una remodelación total. Se han quedado como pabellones fríos, incómodos y obsoletos, a años luz del nivel de los equipos que los ocupan. Mientras el el resto de ciudades mejoran y se modernizan en este aspecto, Gipuzkoa se ha quedado anclada en el pasado.

En muchas ocasiones los entrenadores, entrenadoras, presidentes y presidentas de GBC, IDK y Bera Bera han solicitado públicamente la necesidad de ese ansiado pabellón multiusos, pero la realidad es que la instalación no llega. Ni siquiera hay un proyecto serio al respecto. Solo se han puesto parches. Varias veces el debate ha saltado a la palestra política. En 2019, en las últimas elecciones municipales, el PSE propuso un nuevo pabellón multiusos, mientras que el PNV optó por remodelar Illunbe para convertirlo “en un pabellón multiusos”, un proyecto en el que el consistorio llevaba “años trabajando”.

Sin embargo, cuatro años después, ninguna de las opciones ha salido adelante. Illunbe y el Gasca, salvo alguna intervención concreta, siguen más o menos igual. Precarios, obsoletos, fríos, viejos. Adjetivos que bien podrían aplicarse al Miniestadio, al Velódromo Antonio Elorza, al Atano o incluso al Palacio de Hielo. Hace poco más de un mes Eneko Goia, alcalde de Donostia, se refirió al complejo deportivo de Anoeta y cifró en 14 millones de euros la inversión necesaria para modernizar todas estas instalaciones, incluyendo ahí una “reforma total” del Gasca. En esa cantidad no se incluye el Palacio de Hielo, mientras que convertir Illunbe en un verdadero pabellón multiusos podría costar otros 8 millones de euros.

El GBC se ‘congela’ en Illunbe

El que más incómodo está es el Guuk Gipuzkoa Basket, que está pasando un invierno especialmente difícil. Está haciendo frío en Donostia, y en Illunbe también. La instalación es enorme y, entre lo que cuesta calentarla con las calefacciones situadas en el techo y las corrientes de aire que hay, la temperatura dentro no suele ser mucho más agradable. El colmo fue este pasado 28 de enero, cuando la calefacción se averió y, en el partido ante el Ourense, los equipos y los alrededor de 1.200 aficionados se congelaron ahí dentro.

“Al ser un espacio tan abierto y con semejantes puertas, es muy complicado y costoso calentarlo. El gasto de calefacción lo compartimos con el Ayuntamiento, pero es muy difícil. Ni siquiera el sistema radiante es bueno”, indica el vicepresidente del GBC, Josean Ibiriku, que revela que la Federación Española marca un mínimo de temperatura para jugar los partidos: 16 grados. “Alguna jornada hemos estado ahí”, admite Ibiriku, “por no decir que no hemos alcanzado, y se podría hasta suspender el partido. Y en muchos entrenamientos no llegamos ahí por bastante”. Por no hablar de que ha habido días en los que han tenido que utilizar toallas para secar el campo, mojado debido a las goteras: “Cuando nos metemos en invierno, se nos baja un poco la moral”.

El problema de Illunbe viene de su origen. “Es una plaza de toros, no un pabellón deportivo”, recuerda Ibiriku. “Otra cosa es que ahora haya al menos un vestuario para el equipo local, otro para visitantes y otro para árbitros que son majos, un gimnasio interesante… pero la instalación no es cómoda, es fría. En el resto de ciudades vemos que los equipos juegan en pabellones diseñados como canchas multideporte. El Angulas Aginaga (su nombre actual por cuestiones de patrocinio) se diseñó como plaza de toros y luego se ha adaptado, y ese es el origen de todo el problema”.

El inconveniente añadido que tiene ahora el Gipuzkoa Basket es que el pabellón se le queda “grande”, tal y como admite el vicepresidente. “Entran 10.000 y ahora estamos metiendo 1.500. La realidad es que se queda desangelado”. En otras ocasiones, cuando bajó de la ACB a la LEB, el club decidió afrontar la competición de la segunda categoría en el Gasca, pero en 2021, pese a descender, decidió continuar en Illunbe. “Si hacemos una encuesta entre jugadores, entrenadores y afición, preferirían el Gasca, pero nosotros tenemos la ambición de subir, crecer como club y meter más gente, y para eso tenemos que estar en Illunbe. Eso sí, nos gustaría un Illunbe más cómodo, más adaptado, que nos permitiera crecer como club, generar una cantera…”.

Ibiriku tiene claro que empieza a ser urgente la remodelación de Illunbe y el Gasca, aunque él se centra más en Illunbe: “Si no acometes cambios, las instalaciones se van quedando anticuadas, obsoletas. Entendemos que es un gasto enorme, pero la necesidad es importante”. Y, en última instancia, reconoce que dentro del club no han cerrado la puerta a volver al Gasca: “Nosotros también nos lo preguntamos. Queremos seguir creciendo, pero también que la gente disfrute”.

“Necesidades” sin cubrir

En el Gasca juega sus partidos el Super Amara Bera Bera, que se fue de Bidebieta debido a las restricciones de aforo que exigió la pandemia y que desde entonces sigue en el pabellón de Amara, donde está sufriendo de primera mano las carencias de una instalación “obsoleta”, tal y como la define Tati Garmendia, responsable de la sección de balonmano del club.

“A nivel de público nos ha permitido crecer”, comienza diciendo la exjugadora. Los éxitos recientes del Bera Bera están enganchando cada vez a más gente y ya no es raro que en partidos importantes las gradas del Gasca estén prácticamente llenas. Pero a partir de ahí, la propia instalación es un freno para ese objetivo de seguir creciendo: “Para empezar, hay días que hace frío y para entrenar muchas veces no es acogedor. Hace poco hicimos un encuentro con patrocinadores en Anoeta, porque nos cedió un espacio la Real, porque en el Gasca es imposible hacerlo. No hay una sala, un sitio decente, para acoger a patrocinadores, para hacer un lunch”.

Tati desgrana más carencias: “Tampoco puedes ofrecer nada más al público, porque nuestro objetivo es que no vengan solo al partido, sino a disfrutar de alguna actividad más, y eso no podemos hacerlo porque no hay espacio. Tampoco puedes ofrecer un espectáculo de luces en la presentación, por ejemplo. Y cada vez que jugamos tenemos que mover las vallas de hockey, que no sabes lo que pesan”. Los partidos televisados son un quebradero de cabeza: “En la banda no hay sitio para las cámaras y quitan visibilidad a algunos socios”.

La experiencia de jugar el pasado año la Copa en Illunbe fue muy positiva a nivel de respuesta del público, pero les permitió comprobar de primera mano que esa instalación también tiene numerosos problemas: “Uf. Hubo mucho parche. Fue difícil poner la pista, los vestuarios eran así, así… Y suerte que no hizo frío. Es que Illunbe no es la solución para ninguno de nosotros”. Cabe la posibilidad de que la Copa regrese en 2024 a Donostia, lo cual supondrá de nuevo “dificultades” de organización. “El año pasado sufrimos”, resume Tati.

La responsable de balonmano del Bera Bera tiene claro lo que necesita Donostia: “Nos hace falta una remodelación brutal del Gasca o de Illunbe, o de los dos, para tener algo intermedio de público y que sea un pabellón de verdad. Las instalaciones no cumplen con las necesidades que tenemos los equipos de aquí. Hay un desequilibrio enorme entre el nivel de los equipos y el de los pabellones”. Tati ve cómo el resto de equipos están progresando en este aspecto: “El Elche, por ejemplo, que es el último equipo que visitamos, dio el cambio a un pabellón mejor, que cubre estas necesidades. Los equipo quieren ofrecer algo más a sus aficionados. Queremos ofrecer que nuestro público venga al partido y algo más. Eso es lo que se está haciendo en Europa”.

“Carencias” de todo tipo

El IDK Euskotren ha hecho del Gasca su casa, un hogar con numerosas “carencias”, admite la presidenta, Carmen Muguruza. “Es una instalación de más de 50 años que hay que modernizar”. El principal problema es “no tener un despacho de club”. Lo que tiene ahora el IDK es más bien un cuartucho al lado del bar. “Ya tenemos un mínima estructura y necesitaríamos unas condiciones decentes, un espacio que nos permitiera trabajar y al que acceder cuando la instalación cierra”.

Carmen enumera algunos aspectos que habría que acometer en el pabellón. En muchos coincide con su colega del Bera Bera: “Las propias gradas están viejas. Sería necesaria una zona que nos permitiera acoger a aficionados y patrocinadores y ofrecerles un lunch, marcadores modernos, una sala de tratamientos y fisioterapia mejorada, una iluminación que permitiera hacer un espectáculo de luces, unas LED para poder rentabilizarlas con publicidad… ¿Sigo? Ah, y el gimnasio. Mejoró un poco, pero…”. El de las goteras es un problema periódico: “A principios de temporada tuvimos una muy gorda. Se revisó el tejado y desde entonces no ha habido”.

El crecimiento del IDK, que este curso ha disputado por primera vez competición europea, hace que el Gasca quede cada vez más en evidencia respecto a otras canchas: “Hay algún campo con aforo más bajo, pero que están más cuidados, modernizados y reformados. La Federación Española estuvo hace poco en un partido y nos dijo que era una pena que el pabellón esté así”. Por ello reclama “una instalación moderna para Gipuzkoa, al nivel deportivo de los clubes”.