Su perfil de Twitter estaba destinado a convertirse en una cuenta atrás hasta el día de la carrera, pero le tuvo que poner fin por una causa de fuerza mayor: el covid. “Hace un par de semanas me desperté con bastante cansancio muscular. Lo achacaba al entrenamiento del día anterior, pero me dolían los riñones, los muslos y demás y me di cuenta que no eran agujetas. Me hice la prueba y di positivo”, reconoce. “Un obstáculo más”, añade entre risas. Pero lo que se le viene por delante a Miguel Ángel Garrosa, periodista de la Ser, no tiene nada de gracioso. Le esperan los 168 kilómetros de los que consta la Ehunmilak. Será su estreno en una carrera de montaña de semejante kilometraje y ese desconocimiento es su mayor preocupación en estos momentos.

“Físicamente creo que me encuentro bien”, asegura pese al covid padecido recientemente. “Lo que más miedo me da es de cabeza. Es una distancia desconocida para mí, ya nunca he hecho una carrera de 100 millas”, sostiene. La pandemia le privó de tomar parte en la edición de 2019, en la que ya estaba inscrito. “La Goierriko Bi Haundiak ya la he terminado cuatro veces, pero quería obligarme a dar el salto, a salir de la zona de confort de una carrera que has hecho varias veces, que conozco el recorrido, las cuestas y las bajadas de memoria. Era un reto que tenía antes de la pandemia y que he retomado ahora”, valora. “Me da más miedo la distancia porque nunca he hecho más de 110 kilómetros en carrera y no sé cómo reaccionara el cuerpo, sobre todo la cabeza. Es lo que más respeto me da”, enfatiza el de Andoain.

La preparación física es importante porque “tienes unos tiempos límite que tienes que ir pasando”, pero, en su opinión, “influye mucho la cabeza” porque es algo “en lo que vas a estar metido muchas horas”. Como el propio Garrosa considera, “una carrera de estas son como tres o cuatro vidas”. Y se explica: “Pasas de estar súper arriba a pensar en por qué te has apuntado si podía estar en mi casa tomando unas cervezas, le vuelves a dar la vuelta y vuelves a estar muy arriba”. En resumen, “es la sensación esa de montaña rusa” y, claro está, “hay que saber jugar con eso”, aconseja. “Vas a pasar momentos muy buenos y momentos muy jodidos en los que te vas a arrepentir mil veces haberte apuntado”, se resigna el periodista, consciente también del boom que han experimentado de un tiempo a esta parte este tipo de carreras. “En las primeras ediciones, el cupo de participantes tardaba bastante en llenarse, podían pasar semanas hasta terminarlo, pero ahora no. Es como si fueras a comprar una entrada para ir al concierto de los Rolling Stones, que duran cinco minutos”, compara. “Ha crecido mucho la afición a correr por montaña y hay muchas carreras. No sé si algunas morirán de éxito”, advierte.

Su pasión por la montaña le viene de serie. “El monte me ha gustado siempre”, reconoce. Lo de meterse en el mundillo de las carreras es más reciente. “Hace doce años empecé a correr. Me gusta”, asiente. Eso sí, no hace muchas carreras. “Hay gente que está corriendo todos los fines de semana. Prefiero hacer un par de carreras largas durante el año y tener la mente ocupada para prepararlas. Hay otras que son cortas, de 20-30 kilómetros, en las que no disfrutas nada porque tienes que ir rapidísimo todo el rato y la gente como yo, lenta, vamos con la lengua fuera todo el rato”, se sincera. Son carreras que no le gustan “porque no las llegas a disfrutar porque vas todo el rato mirando el reloj para pasar los tiempo de corte. Prefiero las largas, en las que tienes que ir rápido, pero tienes tiempo de ir disfrutando y de ir luchando contra tu cabeza”. Estima que en una carrera corta, “no tienes tiempo de nada porque es una contrarreloj y eso no me gusta”. Contrariamente a lo que pueda pensar la mayoría, Miguel Ángel Garrosa sí disfruta, sobre todo en las carreras largas. “Durante las 16-17 horas que empleo yo en hacer la Goierriko Bi Haundiak, pasas por un montón de estados de ánimo. Te arrepientes de haberte apuntado, pero hay momentos en los que piensas que estás muy bien y vas disfrutando. Pasas por diferentes momentos, llegas a odiarla y a quererla también”, subraya. Entiende que la montaña es “vida”, una especie de “bombona de oxígeno”. Es un sitio “en el que estás sin prisa y en el que casi nada importa, independientemente de que haga buen tiempo o mal tiempo. Esa sensación de libertad no tiene precio”, confirma. “No hace falta que subas a un monte grande para encontrar esa sensación de libertad y de soledad buscada. Suelo ir bastante solo. Me gusta madrugar, ver amanecer en la montaña. Son sensaciones muy chulas”, puntualiza este corredor de carrera de montañas experto en subidas. “En las bajadas soy más lento y miedoso. Prefiero subir”, proclama. Entiende, asimismo, que la Ehunmilak “no es una carrera muy técnica. No tiene pasos complicados. Solo hay que evitar perderse por la noche”, advierte.

“¿La marca que busco? Cruzar la línea de meta”

No tiene “más ganas de lo normal” por participar en esta edición de 2022. “Me lo tomo sobre todo como un reto personal, obligarme a saber sufrir, disfrutar, a saber lidiar con lo bueno y lo malo que te pase en tantas horas”, explica. “No tengo más ganas de las que podía tener en 2019. No tengo esa adrenalina de ponerme un dorsal y ver si acabo en este tiempo determinado”. Se reafirma en su mensaje de que “voy a disfrutar”.

En este sentido, reitera que “no tengo esa necesidad de ponerme un dorsal para correr y para marcarme algún reto. Ni marca ni nada. Mi marca es terminarla en el límite de 48 horas que ha puesto la organización. Si todo va bien, en una margen de entre 42 y 46 horas se podría acabar. La marca es cruzar la meta de Beasain el domingo a partir del mediodía. La marca es acabar un carrera tan exigente como la Ehunmilak”.