Helene Alberdi (Bilbao, 1991) ha cumplido su sueño de ganar el triatlón de Zarautz. Su mérito es mayor si cabe porque hace poco más de un año fue madre y trabaja como médica de familia en el ambulatorio de Zarautz. "Tengo que renunciar a mucha cosas", se sincera.

En los días posteriores a su victoria en Zarautz repetía una y otra vez que no se lo creía. ¿Ya se lo cree?

Han pasado unos días y ya estoy dándole la vuelta al cuerpo y a la mente. Al final, como ha sido un sueño durante tanto tiempo.... Es como que ya ha llegado y es difícil de asimilar.

¿Se puede explicar con palabras lo que sintió al cruzar la línea de meta?

-Es complicado. Sufrí muchísimo durante la carrera. Los últimos kilómetros fueron muy agónicos. Lo primero que pensé fue: Ya se ha acabado. No podía más. Luego, cuando te echas al suelo, te vienen un montón de recuerdos a la cabeza. Sentía satisfacción. Es en esos momentos cuando no te crees lo que has conseguido.

¿Cuánto le ha costado conseguir esta hazaña?

-Empecé en triatlón en 2015. Yo conocía de antes el de Zarautz y la primera vez que participé en él dije: Ganar esto sería la hostia. Desde ese momento, en los entrenamientos exigentes, cuando las cosas no me iban bien, me venía a la cabeza ese pensamiento de cómo sería ganar en Zarautz. Era como un sueño que tenía, me agarraba a eso en los momentos difíciles, pero no creía que ese sueño iba a llegar a producirse.

¿Se ha metido un poco más de presión si cabe por ser Zarautz?

-Tal en vez en años anteriores sí. En 2015 hice mi primer Zarautz y lo he hecho prácticamente todos los años salvo los dos últimos por la pandemia. Sí que notaba más presión. Soy como de casa, venía con buenos resultados y notaba esa presión. Este año he salido a disfrutar. Me quité la presión de encima porque este año venía haciendo muy buena temporada y, saliese lo que saliese, tenía la sensación de que el año iba bien y que nada iba a cambiar el rumbo. Salí sin presión y disfruté más que nunca.

Lleva muy poco en esta disciplina. ¿Esperaba que todo se desarrollara como finalmente está pasando?

-Creo que ha sido un proceso. Todo ha ido saliendo poco a poco. Fui nadadora hasta los 18 años y luego lo dejé. Me enganché en 2015 al triatlón. Empecé bastante fuerte y motivada. Me gustó desde un principio. El principio fue fácil, mejorando año a año. Me sentía bien. Nadar y correr se me han dado siempre bien, pero en la bici me ha costado coger un nivel competitivo. Hubo dos, tres años en los que sentía que estaba estancada en la disciplina de la bici y pensaba que no iba a poder mejorar. Pero el año pasado fui madre y volví mucho más fuerte. He mejorado el nivel y he ganado el triatlón de Zarautz.

¿Y eso cómo se consigue, ser madre y volver más fuerte?

-Ya había leído algo. Sabía que existía una adaptación fisiológica al cuerpo de la mujer, pero hasta vivirlo yo en mis propias carnes, no me lo creía. Es verdad. Tuve un embarazo activo, el posparto lo hice bien y volviendo pronto al día a día. Tenía más fuerza, más capacidad pulmonar. Me hice una analítica ese verano y el hematocrito, que siempre lo he tenido muy justito, tenía cuarenta y pico, que eso para mí es una barbaridad. Al final es la respuesta fisiológica del embarazo y con un buen entrenamiento y una buena guía como es mi entrenadora, me ha llevado a mejorar.

Tener a su lado a la triatleta olímpica Ainhoa Murua como entrenadora ayuda, ¿no?

-Sin duda. Ainhoa para mí ha sido fundamental. Empecé a entrenar con ella cuando no había hecho ningún triatlón. Me cogió desde cero y todos los pasos que he dado han sido gracias a ella y estoy segura de que si no fuese por ella, igual ni estaría haciendo triatlón. Y si lo estuviera, no habría conseguido estos resultados. Ella ha sabido llevarme muy bien, con mucha paciencia. Ella también fue madre. Ha sido el mejor ejemplo. Aparte de experiencia, tiene estudios y es madre. No podría tener una mejor entrenadora.

¿Cuál ha sido el mejor mensaje que le ha dado?

-Que crea en mí. Ella confía mucho en mí. Yo muchas veces he dudado, no me veía fuerte, pero ella siempre ha estado ahí. La semana pasada, hablando con los medios, me preguntaban por mis sensaciones y les decía que llegaba bien, pero que no me veía para nada disputando la txapela. El viernes Ainhoa me escribió un mensaje y me dijo: Créetelo. Hice como un click en mi cabeza. Si ella creía... Cuando me lo dijo ella, pensé: Igual lo puedo conseguir. Y mira. Que confíe en mí es súper importante para ofrecer mi potencial.

¿Es más especial si cabe esta victoria por lo que ha pasado a su alrededor y me refiero a la muerte de su tío Alberto Sololuze en el vertedero de Zaldibar?

-He pasado una época muy difícil, también con la pandemia que nos ha tocado vivir. Ha sido una época difícil para todos y en mi familia en especial. Hemos persistido, siguiendo entrenando y pensando que los buenos momentos llegarían. Cuando llegan esos buenos momentos, sabiendo de dónde venimos, sí que se disfruta el doble. Pero de la misma manera también tengo los pies en el suelo y me digo que esto también es temporal. Ahora estoy, por decirlo de alguna manera, en la cresta de la ola, pero esto no va a ser para siempre y seguramente vendrán malos momentos y en esos momentos me tendré que acordar de esta victoria y decir que eso pasará y que volveremos a estar arriba.

¿Con qué sueña Helene Alberdi?

-Mira. Yo creo que mi sueño ya está cumplido. Ahora tengo objetivos, metas. Es normal. Todavía me queda mucho por hacer en el triatlón, pero hablando de sueños, están cumplidos y por esa parte estoy tranquila. He competido a nivel nacional y ahora estoy preparada para el salto y probar a nivel internacional y a ver cómo se me da. En septiembre tenemos el Campeonato de Europa en Bilbao. Lo veo imposible, pero ahora mismo y con la racha que llevo, a ver si lo voy a hacer bien. Hace poco si me hubieras preguntado, te hubiera dicho que imposible, pero ahora... No lo sé. Intentaré entrenar lo mejor que pueda en verano y a ver si sale una buena carrera. Ahora estoy en mi mejor momento. De eso no tengo ninguna duda. Espero que todavía tenga margen para seguir creciendo y mejorando. Pero hasta ahora nunca había tenido este nivel.

¿Ve factible ese margen de mejora?

-Sí. Fui nadadora y nadando creo que tengo un nivel bastante bueno. Corriendo, sin ser atleta, me defiendo bien, pero es la bici lo que más me cuesta. He mejorado, pero creo que todavía tengo mucho margen y desde luego esperanzas tengo de seguir mejorando.

Amatxo, médica, triatleta... ¿de dónde saca el tiempo?

-(Risas) Hoy día, en España, muy poca gente puede vivir del triatlón. Cada uno tiene sus circunstancias. Las mías son estas. ¿De dónde saco el tiempo? Sacrificando muchas cosas que me gustaría hacer. Ahora estoy muy centrada en el triatlón y muchas cosas tengo que dejar a un lado, comidas, cenas, incluso ir a la playa. Al final, sacrificas, y cuando hay buenos resultados, merece la pena. Cuando ya no me merezca, será el momento de dejarlo a un lado. Pero, por ahora, sacrificando muchas cosas.

¿Qué se siente más? ¿amatxo? ¿médica? ¿triatleta?

-Una combinación de las tres. Para ser mejor madre me ayuda trabajar como médico y para ser mejor triatleta, me ayuda ser madre y médico. Para rendir al 100% en cada una de ellas me ayudan las otras.

Siendo médica, ¿cómo ha vivido estos dos años de pandemia?

-Han sido años muy duros. Nos ha tocado vivir situaciones muy fuertes con los pacientes. Cuando ves a la gente sufrir de esa manera, al final acabas sufriendo tú también. Nosotras, intentando hacer lo que podíamos lo mejor posible. Llevamos un par de años muy duros, pero, en mi caso, gracias al triatlón y gracias a ser madre, eso me ayudaba a quitarme la mochila que me llevaba a casa del trabajo. Lo importante en mi caso ha sido tener una buena combinación. Si hubiese sido solo médico, igual lo hubiera llevado peor.

¿Ha sido el triatlón como una vía de escape?

-Sí, sin lugar a dudas. A veces también es una vía que me estresa. No te voy a mentir. Pero ha sido una vía de escape en los momentos más duros. Cuando estaba preparando el MIR, por ejemplo, cuando estaba estudiando, eran mi momento de gloria poder entrenar un poquito. Ahora, aunque a veces me estrese, en general, para mí es una vía de escape.

¿Cuando fue amatxo pensaba que iba a tener este rendimiento?

-Para nada. Tenía claro que quería hacer deporte, por mí y por mi hijo, por demostrarle que se puede ser madre y deportista. Para que él tuviera un referente, una madre deportista en casa. Lo que no me esperaba, no volver al nivel que he vuelto, que igual eso puedes esperarlo, pero no tan rápido. Ha sido todo muy rápido. Eso no me lo esperaba. Yo fui amatxo en febrero de 2021 y el año pasado, a los cuatro meses empecé a competir y a conseguir buenos resultados. El año pasado fui campeona de España de media distancia y fue a los seis meses de ser madre. No me lo esperaba. Sí me esperaba volver, pero no a ese nivel.

¿Cómo es un día a día en su vida?

-No todos los días son iguales. Ahora mismo estoy con una reducción de jornada. Los días que trabajo, a la mañana saco un rato, como mucho una hora, para entrenar algo, y luego estoy con el crío, comemos y le llevo a la guardería. Luego trabajo de una a ocho y los días que no tengo que ir al ambulatorio, me permite estar más tiempo con mi hijo, que es lo importante, y también poder entrenar algo más decente.