donostia - Veinticuatro años han pasado ya desde la última edición en la que, en la rampa y en el agua, la fiesta fue completamente vasca. Desde entonces no se había vuelto a ver la escena: ocho traineras de Euskal Herria celebrando con familiares y aficionados su clasificación para la Bandera de La Concha masculina. La caída de Cabo, que no tuvo su mejor día el jueves en la clasificatoria, y la inclusión de una brillante Kaiku ha posibilitado este escenario.

En aquella edición de 1995, disputada los días 3 y 10 de septiembre, y que acabó con el histórico triunfo de Donibaneko Arraunlariak, hubo una nutrida representación guipuzcoana. Además de los campeones, ese año bogaron en Donostia las tripulaciones de Koxtape, San Pedro, Ur Kirolak (como trainera local) y dos clubes que repiten este año: Orio y Hondarribia. Fueron años de gloria para el territorio, cuyos botes se disputaban la Bandera de La Concha septiembre tras septiembre. De hecho, en los años 90 del siglo pasado solo tres colores triunfaron en la bahía: el amarillo de Orio, el morado de San Pedro y el rosa de Koxtape y Donibaneko.

Por Bizkaia se clasificaron dos traineras que podrían tener un papel protagonista en esta edición. Dos embarcaciones que están de vuelta al primer nivel del remo tras muchos años en la penumbra. Ondarroa bajará el domingo la rampa del Aquarium tras 23 años de ausencia en la olimpiada y Santurtzi, convertida a velocidad express en un nuevo gallo del remo, quiere reverdecer su Sotera con su cuarto triunfo en la bahía. Precisamente, fue la trainera morada, en 1985, la última trainera no guipuzcoana en ganar la Concha hasta el inicio del reinado cántabro en 2001.

Ahora, la historia ha cambiado y Gipuzkoa se ha visto superada en número, aunque no en nivel -Orio y Hondarribia son el primero y el segundo clasificado de la Liga Eusko Label-, por el territorio vecino, que tendrá por vez primera en la historia de esta regata cinco representantes en la bahía donostiarra.

La burbuja cántabra pinchó Más al oeste todavía, aquel triunfo de la Castro de Korta en 2001 dio inicio a un lustro que fue pan para hoy y hambre para mañana. Aquellas selecciones de remeros construidas por Castro, Astillero y Pedreña traían cada año a Miguel Ángel Revilla a Donostia, que sacaba pecho de sus trainerucas. Sin embargo, cuando la burbuja que habían generado los tres clubes se pinchó, al presidente cántabro no se le vio acudiendo a salvar de las deudas a este trío de clubes, que comenzaron a no poder pagar los sueldos firmados con los remeros y a acumular números rojos de cientos de miles de euros.

Así las cosas, desde 2012 ningún bote cántabro ha conseguido plaza en la clasificatoria. Astillero, que acaba de consumar su descenso de la ACT, fue la última trainera en participar en la regata de las regatas. Algo más fiables han sido las traiñeiras gallegas. El brillante trabajo de cantera que se realiza en el Atlántico ha dado grandes resultados a las entidades deportivas de la región. También en La Concha. De hecho, la de este septiembre será la primera edición sin ningún representante de este territorio desde 2011. Aquel año, Tirán fue la embarcación que le puso un acento diferente a la competición.

La Mar do Con, ahora en la LGT (Liga Galega de Traiñeiras), quiere volver el próximo verano a la ACT -un año después de su descenso- para acompañar a Cabo como segundo bote gallego en la elite.

Los de Boiro, presentes con asiduidad en las últimas ediciones de la olimpiada, no pudieron esta vez cumplir con los pronósticos, esos que dictan que los ocho primeros de la ACT son los que consiguen billete para la final, y fueron superados por Kaiku, el noveno de la liga, y por una desatada Ares, que estuvo a diez segundos de dar la campanada y dejar esta Concha de 2019 sin la certificación que acredita que la competición será 100% eusko label.