donostia - La publicación del montañero y escritor azpeitiarra, y de Sebastián Álvaro, creador del programa Al filo de lo imposible y líder y miembro de cerca de 250 expediciones, es la primera piedra de un proyecto que se materializará en otro nuevo libro. Ambos charlarán hoy largo y tendido en la sede del Club Vasco de Camping (19.30 horas), y el próximo 11 de diciembre en Azpeitia.
¿Qué diferencia a este libro de otros libros de montaña?
-Este libro, a diferencia de otros, es un libro humanista. No va dirigido solo a alpinistas. Vale para un alpinista de primer nivel como para quien nunca ha pisado una montaña. Hemos amontonado todo el legado alpinístico desde hace 200 años a hoy para hacer una selección de frases que pueden ser motivadoras, que puedan provocar emociones y que nos puedan ayudar en las derrotas, en los dramas, en las victorias? Relatamos ejemplos de solidaridad extrema como el de Juanjo San Sebastián y Atxo Apellaniz en el K-2 o el de Iñaki Ochoa de Olza en el Annapurna. Nos tienen que valer de ejemplo. Queremos transmitir el mensaje de que el monte nos puede ayudar a ser mejores personas.
La montaña es ejemplo de solidaridad, pero a veces también de egoísmo.
-Pero se dan más ejemplos de lo bueno. La gran catástrofe que está llegando ahora a la montaña es el alpinismo comercial, que ha irrumpido como una involución. No son montañeros sino personas entrenadas que pagan un dineral, 65.000 o 70.000 euros, por subir una montaña. Ese no es nuestro alpinismo. Walter Bonatti decía que no era alpinismo sino turismo de altura. Este libro defiende el alpinismo del juego limpio. No se trata de hacer piruetas sin red sino de ser valiente, marcarte objetivos superables, cada vez más exigentes, con la idea de lograr aquello que se puede lograr. Hoy está demostrado que puedes vivir unos días por encima de 8.000 metros. De hecho, cuando estás en la cima del Everest, medio metro de tu cuerpo está fuera del planeta. En la montaña hay actos de egoísmo, pero no conozco ningún caso en el que no se haya echado una mano a un moribundo. En el alpinismo comercial, hay gente que se está muriendo y sigue adelante. Nuestra apuesta es el alpinismo limpio, basado en el humanismo y en la exigencia.
En el alpinismo, ¿una retirada a tiempo es una victoria?
-Sí. Un inglés, Roger Baxter-Jones, decía que hay tres puntales para subir a una montaña: primero, volver; segundo, volver siendo amigos; y tercero, volver, si se puede, con la cumbre. Cuando consigues la cima no has hecho más que el 50%. La cima acaba en casa o en el campamento base. Como se te gasten las pilas arriba, ¿qué haces? No creo que retirarse sea malo. La derrota nunca es mala ante la vida. Las derrotas nos han enseñado más que las victorias. Lo único malo en la vida es la frustración. No intentar hacer aquello que te hubiera gustado hacer. Al monte se va a disfrutar porque dentro de ti hay ganas de vivir. Y a veces, por esas ganas de vivir, te dejas la vida.
Muchas veces, cuando fallece un montañero se tira del tópico “le hubiera gustado morir entre montañas”, cuando en realidad a nadie le gustaría morir a 7.000 metros, de frío, sufriendo como un perro.
-De Jerzy Kukuczka se decía que lo que hacía no era humano, era sobrehumano. Todo el mundo le auguraba una corta vida porque era difícil mantenerse a ese ritmo y en situaciones al límite. Murió pero no tenía ninguna gana de morir. Hubiera vuelto a casa encantado y feliz. No es necesario ir al monte para querer morir. Para qué te vas a tomar ese trabajo. Los valores de la montaña siguen vivos. Hoy está empezando a primar el individualismo, que es una involución. La idea de batir récords, de que el que lo hace es popular y puede ganar dinero, a mucha gente le ha llevado a volverse loca. Hay mucho individualismo y falta ese colectivismo que mamamos cuando éramos unos chavales.
¿Cómo se vence el miedo?
-Cada uno tiene su manera. El miedo se vence tratando de usar la cordura y de medir los riegos y tus recursos. Si la balanza de recursos es mayor que la de las dificultades, el miedo se controla mucho mejor. Pero no hay una fórmula concreta para controlar el miedo. El peor miedo es el miedo al miedo, dice Sebas Álvaro.
¿Cuál es el límite de la vida en una montaña?
-Estar a gran altitud, con la dificultad que entraña respirar o con todo lo que supone estar en la zona de la muerte, todo eso significa vivir en el límite de la vida. O ir a socorrer a un montañero. El límite de la vida no son solo los momentos que entrañan riesgo. También hay una manera de vivir el límite de la vida que son las emociones, las efervescencias que nos crea la propia montaña. El miedo nos lleva también a estar al límite. Y los momentos tangibles de riesgo, ante los que te tienes que defender con tus recursos. Allí no hay nadie para echarte un mano.
Si se repasan las historias que se relatan en el libro, se llega a la conclusión de que, en las grandes alturas, más que disfrutar, se sufre.
-En los montes de Euskal Herria disfrutas de principio a fin pero en las grandes montañas disfrutas después de. En el momento no porque tienes una misión y tienes que estar muy concentrado. La satisfacción se logra con el sobreesfuerzo. Las ganas de vivir llevan al montañero a situaciones extremas con riesgo de perder la vida. El alpinismo no sería alpinismo si no existiera el riesgo de perder la vida. Pero no vas a peder la vida, vas a vivirla.
¿El alpinismo es adictivo?
-Cuaquier alpinista habrá pasado momentos complicados muchas veces, pero vuelve. Vuelve porque en el retorno hay una etapa de tranquilidad y análisis y la persona tiende a triturar lo malo. Los malos recuerdos quedan en tu interior pero no te recreas con ellos. Raro es el alpinista que vaya luciendo sus heridas de guerra. Se las guarda para sí y procura que no haya más heridas.
¿La adversidades en la montaña nos sirven para salvar las dificultades en nuestra vida diaria?
-La montaña, el alpinismo y la vida son una misma cosa. En la vida tienes problemas cada día. A veces la vida es más dura que el alpinismo, pero otras veces vivimos la vida al extremo.
¿Cómo nos ayuda la montaña en el día a día?
-En una situación extrema, en un lugar que es mucho más adverso que el medio urbano, hay alpinistas que han sabido resolver problemas, y eso también se puede hacer aquí.