Bilbao - Álvaro Untoria se encuentra en un buen momento. Su fusión con Olaizola II está funcionado y se juega el domingo en el Bizkaia de Bilbao un hueco en la pelea por la txapela del Parejas. A los de Asegarce les basta con ganar. Aun así, una victoria de Jaka-Zabaleta mañana en el Labrit por un resultado de entre 12-22 y 20-22 les mete de modo directo.
¿Cómo valora su Parejas?
-Creo que ha sido un campeonato bueno. El objetivo era llegar a semifinales y disfrutar. Sí que pasé un pequeño bache, como les pasa a muchos pelotaris, pero me antepuse a eso y creo que he jugado bien.
¿Hay alguna razón específica por la que haya llegado ese bache de juego en la mitad del campeonato?
-Sabía que estas catorce jornadas eran a un nivel de exigencia máximo. Llevo todo el año jugando a este ritmo. Creo que la razón fue la presión que me metí a mí mismo al jugar con Aimar. Me llovieron muchos palos. A otros pelotaris, jugando al mismo nivel que yo, no les cayeron tantos. Eso sí que me afectó un poco. Por otro lado, jugar con Olaizola II para mí era algo muy grande en el mundo de la pelota, pero sabía que tenía exigencia y presión. Empecé bien, pero, después, el campeonato me pudo. Le di la vuelta y creo que estoy en un buen momento.
¿Jugar con Aimar Olaizola impone?
-No. Lo que impone es todo lo que viene detrás. Para mí, es el número uno y, cuando juegas con él, desde fuera te ponen metas y objetivos: tienes que ganar. Si un punto se te escapa, te presionas.
Y le da vueltas a la cabeza.
-Sí. Y en el partido, en vez de soltarle o hacer tu juego, te agarrotas. Llegas a casa y piensas en lo que has hecho mal. Después, lees los periódicos y recibes más palos. Todo el mundo te señala. Ver eso todos los días acaba minándote.
¿Se había encontrado antes en una situación similar en la que la presión le sobrepasó?
-Sobre todo, fue autoexigencia. Fue lo que me puse yo. A mí, nadie me ha exigido nada ni por parte de Aimar ni por parte de la empresa. Al contrario, ellos me han ayudado mucho. Nunca había estado en una situación así y me costó salir, pero no me obsesioné. Hablé con mi entrenador, con mi familia, con mi novia, con mis amigos y allegados para olvidarme un poco de todo. Salí con el apoyo de la gente que tengo cerca.
¿La solución llegó sola?
-Sí. Estuve tres o cuatro semanas dándole vueltas a no fallar y a cómo iba a salir a la cancha, pero tienes que cambiar el chip. La vida es esto: palos y cosas buenas. Pensé en que si no me clasificaba para las semifinales, no pasaba nada. Muchos grandes pelotaris han fallado. La gente te va librando de esa presión y sales más tranquilo.
Pase lo que pase, saca un aprendizaje nuevo de esta andadura.
-De todo se aprende. Hay que superarse y seguir hacia adelante. Es una cosa más que apunto a mi experiencia como pelotari. Me vendrá bien.
Su asociación con Aimar Olaizola comenzó la liguilla de semifinales con derrota, pero se encuentran dependiendo de sí mismos.
-Hay que estar a las duras y a las maduras. Lo que tenemos Aimar y yo es que, aun estando con todo en contra, hemos sumado como dueto y no hemos dado ni un solo tanto por perdido. A la hora de llegar a estos momentos se nota: el primer duelo lo perdimos y en el segundo, en una situación crítica, en vez de venirnos abajo, salimos a por todas, a morder.
Aimar es un buen maestro para estas cuestiones.
-Es un maestro, tanto fuera como dentro de la cancha. En el frontón ayuda como el que más y juega mucho. Por fuera me ha ayudado un montón. En los momentos en los que me he encontrado mal anímicamente, ha estado conmigo y me ha mandado mensajes de apoyo para seguir hacia adelante. Esos detalles son los que hacen grandes a las figuras. Ahora mismo, Olaizola está en buen momento de juego. Tengo que ayudarle, luchar y dar la cara. Y, si nos ganan el domingo, por lo menos, darlo todo y salir al 100%.
Lo que es cierto es que está viviendo su tercer Parejas al límite, de final en final. Es su sino.
-Sí, pero lo que queda claro es que cuando llega la hora de la verdad no nos achantamos. Siempre he salido a dar la cara y a darlo todo y, cuando un pelotari sale a exprimirse, no se le puede reprochar nada.
Juegan el domingo contra Irribarria-Rezusta un partido clave. Deben ganar, salvo que los resultados del Labrit les metan en la final. ¿Le motivan estos encuentros?
-Sí. Es un partido que todo pelotari quiere jugar. Es un encuentro con tensión, del que todo el mundo habla y esperamos un buen ambiente. Salir a la cancha con esa presión es algo que motiva mucho.
Hay deportistas que se vienen abajo con la presión. No es su caso, ¿no?
-Hasta ahora, sí. En finales de Promoción, en el Parejas de suplente con Bengoetxea, en duelos importantes con Aimar Olaizola... creo que he dado la cara siempre. He sufrido y he sabido luchar. Si podemos dar todo, la cosa va por buen camino.
Está en su tercera liguilla de semifinales del Parejas. Es un pelotari asentado en Primera.
-No me fijo en eso. Trabajo día a día para estar con los grandes: Oinatz, Aimar, Irribarria, Rezusta... Es por lo que he luchado siempre. No me preocupa que digan que soy de Primera o no. Lo voy a aprovechar al máximo.
Se enfrenta a dos pegadores.
-Me pondré atrás y me tocará sufrir. No me voy a obsesionar con soltarle. Tengo que echar muchas a buena. La cuestión es no cometer errores, aunque ellos te obligan. El guion es similar al que expusimos en el Labrit en cuartos a pesar de que perdimos por 22-19. Saldremos a sufrir.
¿Cree que Beñat Rezusta es el mejor zaguero en la actualidad?
-Para mí, sí. Le da mucha violencia a la pelota y apenas comete fallos. Es un seguro de vida.