donostia - A Pablo Berasaluze (Berriz, 1977) se le han pasado los meses desde que anunció su retirada como un sputnik. Antes de jugar ayer su último partido, el vizcaino repasó su vida profesional, de casi 19 años en la brecha, haciéndose los tacos.

¿Cómo ha sido para usted el carrusel de despedidas estivales?

-Ha sido muy bonito. No pensaba que iba a ser tan emocionante. En todos los homenajes, en todos los partidos, la gente se ha volcado mucho. La verdad es que he pasado en mi carrera momentos bonitos, pero uno de los más bonitos, con diferencia, está siendo este.

¿Alguno en particular?

-Especial fue el de Berriz, porque fue donde empecé a jugar a pelota y donde me hice pelotari. Aquel día fue precioso. Estaba la familia, toda la gente conocida del pueblo y fue muy bonito. Aun así, todos los homenajes están siendo muy emotivos. Estoy superagradecido.

Anuncia que deja la pelota profesional el 24 de febrero, mediado el Parejas, y ya llega la fecha que tan lejos estaba...

-¡Y se me ha pasado bastante rápido! Sin darme cuenta hemos llegado casi al 1 de octubre. Todo ha ido rápido. He jugado muchos partidos y el tiempo ha volado.

¿Ha sentido mientras jugaba la presión de que se acercaba el momento de la retirada?

-No. La verdad es que he jugado muy a gusto, hasta más suelto. Sabiendo que iba a dejarlo el 1 de octubre, he salido a disfrutar. Me he sentido muy bien, sin tensión.

¿Se ha preparado mentalmente para colgar el gerriko y empezar una vida nueva?

-No le he dado vueltas. Sé que está ahí ese día y que llegará. Habrá días en los que lo pasaré mal y que lo eche de menos: tanto estar con los compañeros en el vestuario como jugar los partidos. Es una opción que tomé y, aunque pase mucha pena y algún momento malo, está decidido. Hay que tirar para adelante.

Siempre defendió que era mejor retirarse con nivel que pasándolo mal en el frontón.

-Eso lo tenía claro. Retirarme en el nivel en el que me voy a retirar, para mí está muy bien. Sé que no voy a irme con el nivel de los de arriba, porque siempre he sido realista con mi juego, pero estoy en un momento bastante bueno. No quería hacer otro contrato de uno o dos años y estar arrastrándome los últimos meses.

¿Qué es lo que cree que va a echar más de menos?

-Toda mi vida he jugado a pelota. Desde los cinco o seis años he estado metido en un frontón. Son casi 19 años en profesionales, además. Echaré de menos el entrenamiento diario con los compañeros, el momento de poner los tacos, los partidos, esperar a ver la cartelera y dónde juegas?

¿Qué más?

-También el comer la pasta, hacer la mochila, las manías que tiene cada pelotari? De la noche a la mañana se va a ir. No voy a jugar más.

Al final, ha pasado casi la mitad de su vida como manista profesional.

-Sí. Casi la mitad de mi vida. Estar 19 años es para estar contento. He tenido mis momentos buenos y mis momentos malos. Pero está bien.

La pregunta del millón es qué va a hacer después.

-No tengo nada hecho. Sí es verdad que he hablado con Asegarce, pero no tengo nada cerrado. A partir del sábado -por ayer-se verá si me quedo en la empresa o no.

Echando un vistazo a su vida en el frontón, ¿cree que cambió su forma de concebir la pelota desde que era aficionado y dio el salto al ruedo profesional?

-Todo cambia. Siempre he disfrutado, desde niño. Siempre digo a los chavales que lo que tienen que hacer es disfrutar, aprender a jugar, ya que ganar o perder da igual en categorías inferiores. En profesionales es muy distinto. Hay más presión. Semana a semana te juegas algo: subir cuando debutas, estar con los mejores, campeonatos... Yo en profesionales he disfrutado jugando. Cuando estás bien, pierdes o ganas, pero disfrutas. Si no lo haces, no creces.

¿Es lo que aconseja?

-Siempre trato de enseñar que hay que entrenar duro. Hoy en día se tira más por una preparación física, pero hay que hacer más frontón. Se hace poco técnico. Si haces mucha cancha, coges confianza.

Repasando su carrera, cuenta que la final del Parejas de 2013 fue el momento más especial de su carrera. ¿Opina lo mismo después de todas las despedidas?

-Llegué a una final en el 99, pero era cuando las empresas estaban separadas. La jugué con Rubén Beloki con 20 años y fue muy especial para mí. Sin embargo, la de 2013 fue algo muy bonito. Nos juntamos una camada de pelotaris muy buena y llegar a la final era algo difícil. Para mí, era impensable. Llegué con Albisu y me rompí el tendón de Aquiles. Aun así, fue el día más bonito de mi vida en la pelota por todo lo que conllevaba, lo que sucedió quince días antes, lo que se volcó la gente después?

Fue un Parejas turbulento. Llegaron a las últimas cuatro semanas de liguilla de cuartos dependiendo de ustedes, pero con únicamente tres puntos en su casillero de triunfos. Se clasificaron ‘in extremis’.

-Empezamos mal. Perdimos cuatro partidos seguidos al inicio. Estaba la cosa muy complicada. Hablamos con Iñigo Salvidea tras perder el quinto o el sexto duelo en Tolosa y la empresa nos dijo que diéramos todo en cada partido para intentar ayudar a los de la empresa. Nos daban prácticamente por eliminados.

Cambiando de tercio, ¿qué es lo que le ha dado la pelota?

-Todo. He conocido a mucha gente, he hecho grandes amigos y para mí ha sido todo. Me quedo con la gente y con lo que he disfrutado.

Aunque se acabe su vida profesional, seguirá en la pelota, ¿no?

-Aunque no juegue, si puedo ir a los partidos, iré. La pelota a mano, profesional y aficionada, es lo que más me gusta. Siempre estaré en el frontón.

¿Se pondrá los tacos?

-No voy a dejar de jugar de inmediato. Si puedo saldré al frontón a entrenar un poquito, para mantenerme y porque me gusta. Seguiré hasta que el cuerpo me diga que no puedo. Mi intención es continuar ensayando.

La pelota, al final, para usted ha sido como un veneno que lleva en la sangre.

-Está claro. La pelota la hemos vivido en casa. Desde mis abuelos, mis tíos o mi padre. Es con lo que he crecido. Seguiré yendo a los partidos, viendo a los pelotaris de Bizkaia y siguiendo el deporte.

¿Se ha sentido referente en Bizkaia durante las últimas décadas?

-Referente no lo sé. Antes hubo otros pelotaris. Estaban Agirre, Ariznabarreta, Zearra? pero se hizo el frontón de Bilbao y me pilló que estaba ahí arriba. Sí, le pegué un pequeño empujón y Mikel Urrutikoetxea lo ha rematado. Él le ha dado la vuelta entera.

¿Seguirá en la silla con él?

-Yo siempre he estado ahí para intentar ayudarle y siempre me he sentido a gusto con él. Siempre estaré si él quiere.

¿Qué nota le pone a su carrera?

-He tenido momentos buenos y momentos malos. A la carrera se le puede dar un aprobado.

¿Solo?

-No me puedo dar un notable, porque me falta una txapela. Tendré que quitarle una a Urrutikoetxea (guiña un ojo a Mikel).

¿Qué consejo le daría al Pablo Berasaluze de hace 19 años?

-Hay cosas que cuando tienes 19 años no piensas y con 30 las piensas de otra manera. El consejo que me daría sería hacer las cosas bien, entrenar, cuidarme y vivir por la pelota. Tampoco he tenido una vida que haya sido un desastre, pero en la juventud, como a todos, nos gustaba salir. Pequé en aquel entonces de que no entrenaba todo lo que tenía que entrenar. Eran épocas diferentes. Hoy en día hay más control de entrenamientos. Las empresas han hecho una labor muy buena durante este tiempo. Entonces, éramos jóvenes y no pensábamos como ahora. Hubiera hecho las cosas de otra manera en ese periodo de los 20 a los 25.

Prosiga.

-Tampoco hice nada fuera de lo normal más que salir y estar con los amigos. Mi error fue no entrenar el físico del modo que se hace ahora.

Le llegó la madurez más tarde.

-Pasé épocas en las que no jugué bien, pero le di la vuelta. A partir de los 25, aunque pasé dos o tres años malos con una depresión por el fallecimiento de mi padre, volví a ir para arriba. Estoy contento por haberle dado la vuelta a todo eso.

¿Perdió un poco la ilusión?

-Ilusión siempre he tenido. En esos momentos, perdí a una persona que era la más importante para mí en la pelota. Fue un golpe duro. Estuve dos o tres años bastante jodido, medicándome. Así era imposible jugar a pelota. Otra vez fui para arriba. Me hice fuerte. Son momentos de los que si sabes salir, eres más fuerte. Mucha gente estuvo a mi lado: mi familia, mi familia de Bilbao y, sobre todo, mi mejor amigo, Joserra Larrinaga. A él le tengo mucho que agradecer. Si no es gracias a él, no hubiera salido tan fácil.

Hay un partido que marca su regreso a Primera: un tercero en San Fermín. La gente le despidió de pie.

-Fue uno de los mejores de toda mi vida. Jugué ante Capellán y Eulate. De ahí en adelante, escalé poco a poco para la élite, pero no marcó mi ascenso. Ya estaba jugando a buen nivel. En aquel partido me salió todo bien, había ambientazo y fui creciendo.

¿Y la tarde que siempre recordará?

-Ha habido muchas. Vamos por más de mil partidos. Aun así, uno que me hizo ilusión fue la victoria en el Cuatro y Medio contra Martínez de Irujo en Iruñea por 22-21. Tanto para mí como para la afición de Bizkaia se creó una situación muy bonita. La gente de mi zona, de Durangaldea, se volcó.

¿Cómo estaba la pelota profesional vizcaína cuando llegó y cómo la deja?

-En aquel momento, no estaba mal. No había tantos pelotaris como ahora, pero el nivel era bonito. La pelota ahora se queda mucho mejor gracias a Mikel Urrutikoetxea. Conseguir lo que ha conseguido él es increíble, solo lo tienen cinco pelotaris. La pelota se queda en manos de un campeón. Bizkaia se queda bien. En mejores manos no se puede dejar este deporte. Me voy muy contento y tranquilo al ver que está Mikel.