Inaxio Perurena alza 305 kilos
al primer intento el leitzarra levanta la piedra rodeado de su gente en un frontón amazabal lleno
leitza - Inaxio Perurena rompió ayer la barrera de los 300 kilos consiguiendo alzar al hombro una piedra rectangular de 305 kilos. Fue en casa, con un frontón Amazabal a rebosar y un público entregado que vibró con la gesta del leitzarra. Así, Inaxio Perurena entró por la puerta grande en un selecto club en el que hasta ahora solo había dos harrijasotzailes. Y ambos de Leitza: su padre, Iñaki Perurena (320), y Mieltxo Saralegi (329).
Como suele ser, fue en la primera alzada. Después de calentar con la cúbica de 200 y la rectangular de 250, se enfrentó a la de 305 kilos. “Notaba seguridad en la estabilidad de los golpes, pero en el segundo para el tercero he notado un desequilibrio y he tenido que lanzar desde ahí”, apuntó Inaxio Perurena. “Si hubiese sido un entrenamiento, lo hubiera dejado, pero con el ambiente que había he tirado para arriba”, destacó. Por ello, no se mostraba satisfecho del todo. “Estoy contento por haber homologado la marca, pero un poco triste porque llevaba una tacada de hacer semana a semana alzadas mejores. Me quedo con una sensación de miedo para la siguiente”, confesó. Y es que ya está pensando en nuevos retos. “Hasta que mi cuerpo dé el 100% por el camino limpio, aunque no levante un kilo más, lo intentaré”. No obstante, prefería no hablar de nuevas marcas. “La cifra la marcan los entrenamientos. Hoy (por ayer) lo celebraré con los amigos; y el lunes, volveré a mi rutina. Esa es la fórmula”, observó.
Inaxio Perurena se mostraba especialmente agradecido al público, cientos de personas que llenaron ayer el frontón Amazabal. “Viendo cómo ha respondido la gente, con el tiempo que hace, te anima a seguir”, destacó.
El de ayer era el primer intento con la piedra de 305 kilos, después de tres fallidos con la de 303. No obstante, el tercero lo dio por bueno, aunque no fue validado por los jueces. Entonces el leitzarra adelantó que su próximo reto sería con una piedra más grande. “Lo dije en caliente. Cuando comencé en octubre a entrenar iba a por la de 303. El 9 de enero hablé con la Federación para hacer un intento. Pero la abuela se puso muy enferma y lo atrasé”, recordaba. Mientras, comenzó con la de 305 kilos. “Un sábado la levanté muy bien y le llamé a la madre, que estaba con la abuela en el hospital. Me puso con ella y me dijo: Pozten naiz, segi holaxe”. A la tarde fue a visitarle, pero ya no hablaba. “Sus últimas palabras, de ánimo, me llevaron a decidirme por la de 305”. La abuela, María Garciarena, falleció unos días después, el 12 de febrero.