hondarribia. Con el Alarde de por medio y sin poder vivir in situ lo que iba ocurriendo en La Concha, el presidente hondarribiarra tuvo que escuchar por la radio la victoria verde. El dirigente bidasotarra comenta todas las emociones vividas y, también, las tensiones que se crearon tras la polémica eliminación de Urdaibai por invasión de calle y choque de palas.

¿Qué significa esta Bandera de La Concha para el club?

Es una confirmación de todo lo que este club lleva trabajando durante mucho tiempo. Sobre todo, los últimos catorce años, donde Hondarribia se ha consolidado como uno de los clubes más activos de todo el Estado y hemos conseguido muchos triunfos. Y este, además de lograrlo con ocho canteranos en el bote, tiene un valor impresionante para lo que es la forma de ser de nuestro club.

Igual que en 2005, la notificación de la victoria les fue comunicada fuera del agua. ¿El triunfo sabe igual?

Probablemente no sabe igual, pero sabe muy bien. Ahora todo el mundo está haciendo el análisis de la resolución final, pero si nos ponemos a reflexionar, ¿cuál sería la situación si la decisión hubiera sido otra? El que sufrió la infracción fuimos nosotros y si encima hubiese salido beneficiado el infractor, la decisión hubiera sido total y absolutamente injusta. No podía ser otra.

¿Cómo se llevó toda la tensión y la incertidumbre posterior a la regata?

En este sentido hay que aclarar un punto: cuando nuestros remeros terminaron la regata y se dirigieron al juez de mar, este les hizo señas evidentes de que él ya había visto claramente lo que había pasado y que él iba a tierra para confirmarlo con los vídeos por la trascendencia que tenía esa decisión. En tierra nos dijeron que, en principio, no hiciéramos ningún tipo de impugnación porque ellos ya lo estaban valorando. Lo que es muy importante decir es que de repente, sin que los jueces den tiempos oficiales, un operario de la organización repartió unos papeles con los tiempos que se habían recogido, pero esos tiempos nunca fueron oficiales. La única resolución que hizo el jurado de regata fue la última, en la que consideraron que Urdaibai debía ser descalificada. Yo pienso, incluso, que de no haberse repartido esas hojas con tiempos, probablemente igual Hondarribia no hubiera tenido ni que impugnar. Ya estaban los jueces deliberando el tema cuando salieron esos papeles.

¿Es cierto que los delegados llevan la cuantía de la fianza de la impugnación encima?

Sí, nuestros delegados suelen llevar los 1.200 euros de la fianza en metálico. Es una norma que si la resolución te da la razón, te devuelven el dinero, y me parece que es acertada en tanto en cuanto obliga a los clubes a impugnar las regatas solo cuando ven que es clara la infracción y evitas las denuncias que se hacen sin ton ni son.

¿Qué opina de los insultos y las situaciones de tensión que se produjeron tras la regata?

Nosotros, sinceramente, no tenemos en cuenta nada de lo que allí pudo pasar. No debiera pasar nada, pero aquello es una coctelera. Hay muchas emociones, mucha gente y después de una regata como La Concha es fácil que estés muy fuera de ti, porque todo ello invita a la excitación.

Por ejemplo, lo ocurrido con algunos remeros de Urdaibai, que no querían abandonar el barco...

Yo no estaba allí y sé que la organización mete el barco en el puerto con la mejor de las intenciones, dando mucha más cercanía a las aficiones con los remeros. Eso lo primero. Pero, cuando ocurren estas situaciones sí que el escenario, que es precioso, se puede acabar convirtiendo en una emboscada y se acaban viendo cosas que si no se vieran mejor.

Entiendo, por tanto, que no va a entrar a valorar la actitud de Urdaibai.

Hablando con sinceridad, yo lo que están viviendo en Urdaibai y lo que pueden estar opinando lo entiendo. Es comprensible en el sentido de que nosotros si estuviéramos en su lugar, estaríamos diciendo lo mismo, y ellos en nuestro lugar también. Una vez que en la mar ocurre una cosa de este tipo, la resolución nunca va a ser buena. El reglamento de La Concha se mueve por el código de regatas de la Federación Vasca, que en este tema es más antiguo que el de la ACT, y en él se dice que las opciones son o descalificación o nada. La gente tiene que entender que si no se sanciona a Urdaibai, ¿qué estaría diciendo ahora Hondarribia? Han entrado en nuestra calle, nos han perjudicado clarísimamente y, además, se han llevado la bandera. En ese caso, el agravio sería el doble. Y otra cosa, se está diciendo que no fue para tanto, pero la cosa no fue a más porque Hondarribia no entró en esa lucha. Había un tercero ahí que se podía llevar la bandera y de haber seguido en la batalla ahora mismo, probablemente, la bandera estaría en Orio. Al final Urdaibai remó los últimos siete minutos de regata por la calle que no le correspondía, la 4, porque nosotros no quisimos entrar en esa guerra. Pasamos a la 5, huyendo de ellos porque allí podíamos haber roto remos, engancharte a las dos traineras... Y Orio estaba ahí. Por eso dejamos seguir la regata y nos centramos en no perder el tiempo que teníamos con los oriotarras. No fue una cuestión de 15 segundos, de un toque de palas, el perjuicio fue durante los últimos minutos que Urdaibai bogó en nuestra calle.

Se repite lo acontecido hace 45 años. Ganar un 8 de septiembre y siendo segundos en ambas jornadas. ¿Cómo vivió la regata en plena campa de Guadalupe?

Fue como en el NO-DO, igual que como me habían contado que había ocurrido en 1968. Con las radios, la gente gritando cuando Hondarribia adelantaba... Fue vivirlo como 50 años atrás. Yo me quedé con una imagen que no se me olvidará en la vida: bajábamos del monte en el autobús de mi compañía -Beti Gazte- y el chófer tenía la radio puesta y fue él mismo quien dijo la noticia. Los 50 que estábamos allí estuvimos abrazándonos y gritando. Fue increíble.

¿Se puede decir, entonces, que el domingo fue uno de los días más felices de su vida?

Yo disfruté, sobre todo, porque vi muchas caras de felicidad en niños y madres que estaban emocionados por lo que habíamos logrado. Todo el pueblo estaba alegre, disfrutando de la victoria y eso es con lo que me quedo.