Otra derrota. Y van 17 en 20 jornadas, un balance que significa estar hundido en el fondo de la clasificación, cada vez con menos esperanzas de remontar una situación clasificatoria angustiosa. El Lagun Aro GBC volvió a tener la victoria a tiro -nunca mejor dicho, porque Finley lanzó un triple para empatar-, pero volvió a perder en los últimos instantes tal y como ya le sucedió las dos anteriores semanas. El 74-70 encajado en el Martín Carpena malagueño es el tercer capítulo de una trilogía cruel para el equipo guipuzcoano -Joventut, Estudiantes y Unicaja-, tres partidos que podían haber caído perfectamente de su lado y que, en cambio, han acabado en tres derrotas. Tres duros golpes. Tres balas menos en el desesperado intento por salir del pozo de la ACB.
El equipo de Sito Alonso ha mejorado notablemente en el último mes de competición. Los fichajes, la recuperación de Qyntel Woods -pese a que ayer no tuvo su mejor día-, el paso adelante en actitud y en defensa... Es indudable que este Lagun Aro no es ese equipo que recibió una paliza tras otra en el primer tercio de la Liga y que parecía muerto. Es un equipo competitivo, que es capaz de recuperarse de malos momentos durante los partidos (cuando antes se hundía en cuanto recibía un parcial en contra) y de plantar cara a cualquier rival, porque su calendario reciente no ha sido precisamente fácil. Pero el premio logrado ha sido mínimo: una victoria ante el Valencia y tres derrotas. Un bagaje pobre en cualquier situación, dramático en la de un Lagun Aro que necesita ganar muchos partidos de aquí a final de temporada si quiere salvarse.
Se puede hablar quizás de crueldad o de que el esfuerzo del equipo no está recibiendo su recompensa, pero cuesta más hablar de injusticia, porque en baloncesto cada equipo tiene del orden de 70 ataques para demostrar que es mejor que su rival, salvo que los árbitros se interpongan en su trabajo. Contra el Joventut, el Lagun Aro acusó sus habituales problemas ofensivos y perdió porque se quedó en 67 puntos y en su visita al Estudiantes una de las claves fue que concedió 21 rebotes ofensivos a su rival. Ayer probablemente se fue de vacío del Carpena porque en un abrir y cerrar de ojos había concedido un 11-0 y en el minuto ocho perdía ya por 20 puntos (27-7). Cuesta entender cómo un equipo que se jugaba tanto ayer puede conceder una desventaja tan desmedida en el primer cuarto. El caso es que, por uno u otro motivo, el Lagun Aro no gana.
El inaceptable inicio protagonizado mostró al menos que este equipo tiene ahora carácter y que está afrontando con una entereza digna de tener en cuenta su dramática situación. Pero hay que convertir este meritorio ánimo positivo en victorias inmediatamente, porque el desánimo puede regresar en cualquier momento si se siguen perdiendo partidos.
del 27-7 al 31-26 La salida a la cancha de Morris Finley fue la clave para empezar a remontar poco a poco esos 20 puntos de desventaja. El escolta americano se echó el equipo a las espaldas y del 27-7 se pasó al 31-26 gracias a un espectacular parcial de 5-19 en el que también colaboraron Woods y Paunic. Fue una clara muestra de que son los dos fichajes y el mejorado Woods los principales argumentos para soñar. También de que el equipo que empezó la temporada era muy flojo para competir en la ACB y que ese inicio liguero -saldado con una única victoria en las doce primeras jornadas- está siendo un lastre demasiado pesado. No haber hecho los deberes en verano sigue pesando...
El 31-26 provocó el tiempo muerto de Jasmin Repesa y su Unicaja reaccionó, logrando estabilizar su ventaja en los diez puntos durante muchos minutos. Pero, superado el horrible inicio, el Lagun Aro estaba siendo el mejor equipo en el Carpena. Su defensa cada vez creaba más problemas al Unicaja y en ataque no faltaban los puntos gracias al citado trío y a un Salgado que se unió a la fiesta en el tercer cuarto. La aparición del capitán hizo que en el minuto 30 su equipo estuviera totalmente metido en el partido, ya que solo perdía por cinco (60-55). Enfrente los añorados Vidal y Panko estaban teniendo un día para olvidar. El alero acabó el partido con un -9 de valoración y el americano se fue al banquillo antes de tiempo tras hacer cinco faltas.
tensión en el último cuarto El último cuarto fue un tira y afloja pleno de presión, porque los dos equipos necesitaban ganar como sea. El Lagun Aro llegó a ponerse a dos puntos (62-60), pero el Unicaja estiró su ventaja a cinco minutos del final (67-60). Paunic, con un tiro libre y un triple, volvió a ajustar el marcador (69-66). El equipo de Sito pudo aprovechar ahí los nervios locales para asestar el golpe definitivo al partido, pero falló un par de ataques, se pasó casi dos minutos sin anotar y se vio otra vez cinco abajo (71-66). La clasificación y la imperiosa necesidad de ganar también deben estar pesando en la cabeza de los jugadores, porque no es la primera vez que a los guipuzcoanos les cuesta anotar en los momentos decisivos.
La defensa, en cualquier caso, mantuvo vivo al equipo y Woods y Doblas pusieron el 71-70. Dos tiros libres anotados por Marcus Williams dejaron seis segundos al Lagun Aro para el último ataque. Sito dibujó un tiro para Finley, que estaba siendo el mejor, y el americano tuvo una opción para empatar. Tiró en buena posición, pero su triple no entró. Y otra vez a casa con la horrible sensación de haber podido ganar pero de haber perdido. El parón por la Copa del Rey llega con el equipo último, con un balance de 3-17 y a tres victorias de la salvación. El balance es penoso y hacer números resulta deprimente, porque hay que ganar muchos partidos, quizás hasta ocho, para lograr la permanencia. Los motivos para la esperanza son la mejoría del equipo, el factor Illunbe, donde ya no se puede fallar, y que quedan por delante aún catorce jornadas. Pero hay que reconocerlo: el Lagun Aro está siendo incapaz de ganar y la salvación está muy, muy difícil.