El barro de las inmediaciones de Mintxeta lleva décadas encajando las huellas de los mejores fondistas del mundo. Gebresselasie, Ngugi, Bikila... Grandes maestros del cross internacional se han citado en la exigente cita guipuzcoana. Sus nombres han quedado ligados para la historia con el de Juan Muguerza, pero no siempre Elgoibar fue un coto de los africanos. La prueba cumplía el domingo un doble cumpleaños. Hace 70 años que Elgoibar acogió su primera edición y 50, medio siglo, de la llegada de los primeros atletas de África, no solo a la carrera guipuzcoana, sino también al Estado.

El Cross de Elgoibar toma su nombre de Juan Muguerza, un atleta local que era capaz de movilizar masas para verle correr. La carrera deportiva del atleta guipuzcoano se vio mermada tras regresar de su reclutamiento en la Guerra del Rif. En la Guerra Civil, Muguerza fallecería a causa de un bombardeo en 1937 en Mungia. Solo seis años más tarde, un grupo de paisanos decidió crear en su honor en Elgoibar el Cross Memorial Juan Muguerza. La carrera se celebró en sus primeros años en el marco de las fiestas de San Bartolomé, en agosto, y tenía únicamente carácter regional. En aquella carrera de 1943, a través de sendas entre caseríos, Prudencio Ayerra se convirtió en el primer ganador de la historia de la prueba elgoibartarra.

Fue en 1963 cuando la Sociedad Egotoki tomó la responsabilidad de organizar el Memorial Juan Muguerza. Para entonces la carrera ya se había trasladado a su actual localización. La irrupción de esta sociedad deportiva marcó un antes y un después. En las dos primeras décadas siempre ganaron atletas estatales, pero en 1963 algo cambió para siempre: Elgoibar conoció a Mamo Wolde.

Las gestiones de los miembros de Egotoki trajeron a Elgoibar atletas africanos, siendo la primera vez que tomaban parte en alguna prueba del Estado. El público quedó impresionado, no solo porque para muchos era la primera vez que veían africanos, sino también por su manera de correr. El etíope Mamo Wolde ganó la carrera y ahí nacería su idilio con la prueba guipuzcoana. El africano dejó huella en Elgoibar y Elgoibar dejó huella en Wolde. El africano pasaría a la historia cinco años después, en 1968, al ganar dos medallas en los Juegos Olímpicos de México: se adjudicó la plata en los 5.000 metros y el oro en la maratón. Ese año Wolde sumaría su cuarto triunfo en Elgoibar. Solo dos personas han ganado más veces en la cita guipuzcoana, el palentino Mariano Haro y la guipuzcoana Belén Azpeitia, que ganaron en cinco ocasiones. Se da la circunstancia de que el propio Mamo Wolde tuvo que participar en Elgoibar con unas zapatillas prestadas por Belén Azpeitia. Esa combinación, las piernas de Wolde y las zapatillas de Azpeitia, estaba condenada a ganar.

estrellas y estrellados Mamo Wolde ganó en su debut y también lo hizo al año siguiente; curiosamente, en las dos tuvo como segundo clasificado a su compatriota Tsegarie Mariam. El podio de 1964 lo completó el mítico Abebe Bikila, quien ganó las maratones olímpicas de Roma y Tokio en 1960 y 1964. La primera de ellas pasó a la historia del atletismo por haberla ganado descalzo.

Con Bikila se inició la lista de grandes fondistas y mediofondistas que han participado en Elgoibar y no han sido capaces de sumar la carrera guipuzcoana a su palmarés. Tal vez el mayor ejemplo se dio en 1993, cuando Heile Gebreselassie se vio superado por su compatriota Fita Bayesa. El buen estado de forma del primero despertó la sospecha de que había recurrido a la tradición entre los atletas etíopes consistente en respetar los galones de las grandes estrellas y no disputarle la victoria.

El podio de la carrera del domingo pasado evidencia el fuerte lazo del Cross Muguerza con África -ganaron el keniano Kipruto, en categoría masculina, y la etíope Burka, en féminas. Elgoibar siempre ha sido agradecida con las estrellas africanas. Desde hace once años la carrera de categoría junior se llama Trofeo Mamo Wolde, como homenaje al atleta etíope fallecido en 2002. El propio Bikila también recibió su homenaje en los Juegos de Munich 1972, cuando miembros de la Sociedad Egotoki viajaron a Alemania para entregarle la insignia de oro.