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El tesoro de Bully

El delegado del Lagun Aro GBC, Francisco Javier Oyón, conocido por todos como Bully, guarda camisetas y sudaderas de equipos de baloncesto y tiene en casa una buena colección, alrededor de 50.

Su colección es la envidia de cualquier apasionado del baloncesto como él. En cuatro años que lleva como delegado del Lagun Aro GBC, Bully Oyón se ha hecho con "alrededor de 50" camisetas de juego o entrenamiento y sudaderas de muchos clubes de ACB y LEB e incluso de alguno europeo. Alicante, Granada, Gran Canaria, Joventut, Caja Laboral, Akasvayu Girona, Valladolid, Fuenlabrada, Unicaja, Xacobeo, Rosalía, FC Barcelona... son algunas de sus valiosas piezas. Solo las del Estudiantes y la del Bilbao Basket se le resisten, aunque el hueco de esta última no tiene intención de llenarlo, al menos por ahora. "La del Estu espero conseguirla esta misma temporada. Lo hablaré con su utillero para hacer un intercambio". Como en cualquier museo personal que se precie, algunas piezas son más valiosas que otras. Las del Gipuzkoa Basket en sus distintas épocas son las que más le gustan. Especial cariño tiene a una: "Me hizo mucha ilusión la que me dio Isaac López, con quien tenía muy buena relación. Justo después de la Final a Cuatro de Cáceres, cuando subimos, me firmó su camiseta del ascenso y me la dio", cuenta Bully, que también guarda como oro en paño la que le dio Fede Kammerichs o la de la permanencia de hace dos años, firmada por todos los jugadores.

Todos conocen su afición y siempre se acuerdan de él. Por ejemplo, David Doblas le dio la elástica del Menorca, Alex Urtasun la del Pamesa Valencia y Arturo Álvarez la sudadera del Lobos Cantabria. Tampoco falta una camiseta de la selección española, en este caso cedida por Albert Miralles cuando estuvo concentrado con la selección B, o la única extranjera, la del CSKA Moscú que se la consiguió Pepe Laso, el padre de Pablo, a quien ayudó en un clinic que impartió un verano en Donostia.

En el club desde 2001

Fue voluntario y 'mopero' antes que delegado

Como un clásico podría considerarse la camiseta que le regaló el norteamericano Met Montgomery, integrante del Datac GBC en los inicios del club, en la temporada 2001-02. Por aquel entonces, Bully no era el delegado del equipo, sino voluntario. De hecho, era uno de esos moperos que aprovechaba para secar con la mopa un lado de la cancha mientras el juego se desarrollaba en la otra. Entonces las condiciones del Gasca no eran las ideales debido a las goteras que había en el pabellón y los voluntarios tenían trabajo extra.

El club estuvo dos años sin competir tras aquella campaña, pero cuando regresó a la actividad, de nuevo en la LEB 2, Bully también volvió como voluntario y en la temporada 2006-07 fue jefe de voluntarios, ya con el equipo jugando en el San Sebastián Arena. El descenso trajo consigo un cambio en el cuerpo técnico y, junto a Pablo Laso, Arturo Álvarez y Lolo Encinas, entró Bully como delegado. "Me lo propuso Germán Cea. Siempre le estaré agradecido. Para alguien que le gusta el baloncesto es una gran oportunidad", cuenta el propio Bully, cuyo ingreso en el staff técnico le hizo reencontrarse con Lolo Encinas, que fue su entrenador cuando empezó a jugar a baloncesto, con apenas ocho o nueve años. Fue Lolo Encinas quien le puso entonces el mote de Bully por el que ahora todo el mundo le conoce, que proviene de la serie de dibujos animados La vuelta al mundo en ochenta días. Uno de los dos perros que perseguían a Willy Fog era Bully, un bulldog algo regordete y torpe a quien su jefe le decía corre Bully, corre. "Yo entonces estaba gordito y Lolo me decía corre Bully, corre. Además, también entonces llevaba siempre la camiseta de los Chicago Bulls y ya me quedé con el mote".

Pendiente de los jugadores

Se ocupa de la pista, la ropa, las bebidas...

Su trabajo como delegado es "que el equipo tenga sus necesidades cubiertas día a día en cuanto a ropa, bebidas, suplementos alimenticios, correcto estado de la pista...", explica Bully, que también suele ayudar durante los entrenamientos con el marcador y las estadísticas, y es el encargado de lavar la ropa de partido y entrenamiento en la lavadora y secadora que tiene el club en el pabellón. Los días de partido hace lo mismo, pero con más mimo si cabe, además de dar la bienvenida y tener preparados los vestuarios tanto del equipo visitante como de los árbitros.

Básicamente, podría decirse que Bully hace más fácil la vida de los jugadores, que le tienen en gran estima. Como él a ellos: "Son todos personas normales, accesibles. Alguno tiene sus manías, pero no piden nada fuera de lo normal y en cuanto estás unos cuantos días con ellos ya sabes lo que quieren". Sus funciones a veces exceden de ese trabajo en la pista y no es raro que acompañe a algún jugador recién llegado a ver algún piso o a conocer la ciudad. Por ejemplo, llevó este verano a Jimmy Baron y a su padre a cenar al Arzak.

Se ha llevado bien "con todos", pero recuerda con cariño el paso de Isaac López, quien le regaló esa valiosa camiseta del ascenso, y ha congeniado con Doblas y Uriz: "Llevan mucho tiempo aquí y son buena gente". Este año, ha hecho buenas migas con Jimmy Baron, con quien echa piques después de los entrenamientos. Se ha buscado un mal rival. "De los extranjeros que han pasado por aquí es el más accesible. Echamos piques tirando de medio campo o tirando de espaldas... Una vez casi le gano, pero creo que nunca lo voy a conseguir. Es un momento para divertirnos todos". Hacia Laso sólo tiene buenas palabras: "Es una persona normal y se agradece, porque hay entrenadores que tienen muchas manías, que les molestan muchas cosas. Con Pablo se trabaja bien".

Bully vive intensamente los partidos: "Hablo y chillo demasiado, me pongo muy nervioso, pero poco a poco me voy controlando". Su mejor momento en estos cuatro años lo tiene claro: "El ascenso en Cáceres. Era nuestro objetivo. Después de todo un año de trabajo, habría sido muy duro no subir".

Su pasión por el baloncesto se demuestra en que, además de su trabajo de delegado, está estudiando un máster en dirección de entidades deportivas igual que Hugo López y está sacándose el título de entrenador superior. "Me gustaría seguir vinculado con el deporte", dice, lógicamente. Y todo ello sin dejar de lado su pequeño tesoro, esa colección de camisetas que quiere ir aumentando poco a poco, sin prisa pero sin pausa. "Ahora la mayoría las tengo guardadas en el armario, porque vivo con mis padres, pero cuando tenga piso propio haré algo con ellas", confiesa.