VEINTICINCO segundos. La eternidad. Océano de lágrimas. Fue el tiempo en que estuvo "técnicamente" muerto Miguel García, momento en que la cara letal de la llamada muerte súbita reapareció sobre un campo de fútbol. El futbolista del Salamanca colgará las botas pero lo puede contar, gracias a los auxilios médicos y al empleo del desfibrilador, aparato que cobró relevancia tras el fallecimiento del sevillista Antonio Puerta, que a sus 23 años cayó fulminado en el Pizjuán, de donde salió andando camino de su lecho, muriendo apenas tres días después. La sombra de la tragedia que se cebó también con el periquito Dani Jarque en la soledad de su habitación durante la concentración veraniega de su equipo y mientras conversaba por teléfono con su mujer, y que por fortuna no pudo con el madridista De la Red o el también nervionense Sergio Sánchez, abre otra vez el debate sobre la prevención y la dificultad del diagnóstico, que mantiene a los investigadores de la cardiología en permanente estudio.
Al tiempo, se percibe la necesidad de extender el uso del desfibrilador a las categorías no profesionales y a todo recinto deportivo, una vez que, según la Liga de Fútbol Profesional, todos los clubes de Primera y Segunda disponen de él desde justo el verano del caso Puerta, en concreto tres semanas antes, pero hay equipos que ya contaban con ellos, por su cuenta, mucho antes de que esto sucediese. La obligatoriedad de instalarlos en los estadios de fútbol y, en general, en edificios públicos, data de un Real Decreto que el Gobierno central aprobó en marzo de 2009.
Doce millones de personas practican deporte en el Estado, de las que siete lo hacen de forma federada. La temida muerte súbita se da en unas 40.000 personas al año, una cifra elevada según estudios de los expertos. En el caso de los deportistas menores de 35 años se estima que se producen entre 40 y 50 casos anuales. Pero tampoco la juventud protegió al mediocampista del Reus Jordi Pitarque (23 años), quien falleció el 6 de septiembre en el hospital de Tortosa después de sufrir tres infartos de miocardio. Un día antes jugó sin problemas un partido en el estadio de El Prat, de Tercera. En la posterior madrugada padeció un primer paro cardiaco, un segundo en el traslado y el tercero y definitivo en el centro hospitalario. En julio había pasado la revisión médica pertinente junto al resto del plantel sin que se le detectara nada anómalo.
menores de 35 años Según la Sociedad española de Cardiología (SEC), el entrenamiento intenso puede acelerar la manifestación clínica de las enfermedades cardiacas hereditarias, principal causa de la muerte de los deportistas menores de 35 años. No obstante, la ciencia todavía debe librar una ingente batalla contra la muerte súbita, ya que en uno de cada tres deportistas de esta franja de edad fallecidos así, la causa de la muerte se desconoce. Especialistas en cardiología y medicina del deporte sostienen que una de las soluciones pasa por las pruebas genéticas que detecten lesiones. Los deportes que más se exponen al riesgo de muerte súbita son los de alta exigencia aeróbica, entre ellos principalmente el ciclismo, triatlón, piragüismo, remo, carrera a pie de larga distancia, fútbol, baloncesto y tenis. Será fundamental, según el doctor Pérez Villacastín, "poder realizar en cada caso de este tipo de muerte un análisis anatómico, histológico, toxicológico y genético para establecer cual es la patología subyacente". Y para ello se ha habilitado un teléfono (682 80 80 80) al que pueden llamar tanto familiares como personal sanitario. Eso sí, hay un dato preocupante: entre el 70% y el 80% de los deportistas que están federados en el Estado nunca se ha sometido a un electrocardiograma de reposo a instancias de su club, pese a que la realización de esta prueba médica puede advertir de la presencia de cardiopatías y prevenir casos de muerte súbita. Así lo asevera el presidente de la Sociedad española de Medicina Deportiva, el doctor Pedro Manonelles, que insiste en la necesidad de «concienciar» a las instituciones deportivas.
Realmente, hace ocho días la vida de un deportista volvió a pender de un hilo en El Helmántico. La moneda salió cara gracias a un desfibrilador, cuyo coste oscila entre los 1.500-2.000 euros los más básicos y alrededor de 6.500 euros los más complejos.
Un choque eléctrico controlado que resucitó a Miguel pero que no debe esconder la existencia de una silueta mortífera, la muerte súbita, que puede ser, en el extremo negativo, arrebatadora.
l Pedro Berruezo. En 1973 el sevillista cayó fulminado en Pasarón.
l Joao Pedro. En 1990 el lateral izquierdo del Sport de Recife brasileño falleció a los 23 años, horas después de sufrir un infarto.
l David Longhurst. El jugador del York City inglés murió de un paro cardiaco durante un partido en 1990.
l Michael Klein. Falleció tras sufrir un desmayo entrenando, en 1993.
l Catalin Hildan. El del Dinamo de Bucarest murió de un ataque al corazón en un amistoso en 2000.
l Vladimir Dimitrijevic. En 2001, minutos después de desplomarse en un entrenamiento, el futbolista del Estrella Roja, de 20 años, murió.
l Michalis Michel. Falleció en 2002 en el transcurso de un partido en Chipre cuando corría para atender al meta de su equipo, lesionado.
l Marc Vivien Foe. El camerunés murió en un partido de la Copa Confederaciones de 2003.
l Andrei Pavistski. Murió en 2004 durante un entrenamiento de su equipo, el Arsenal de Kiev.
l Serginho. El del Sao Caetano falleció en un encuentro en 2004.
l Miklos Feher. En 2004 el delantero del Benfica murió en un partido ante el Vitoria de Guimaraes.
l Antonio Puerta. 28-VIII-2007. Se desplomó ante el Getafe y murió tres días después por una displasia arritmogénica del ventrículo derecho.
l Dani Jarque. Murió el 8 de agosto de 2009 por una isquemia miocárdica en la habitación del hotel.
l Rubén de la Red. Dejó el fútbol a los 23 años tras un síncope agudo en el partido Real Unión- Real Madrid de Copa en octubre de 2008.
l Sergio Sánchez. En enero de 2010, a los 23 años, causó baja en el Sevilla por una anomalía cardiaca, de la que ha sido operado.
l Jordi Pitarque. Sufrió tres infartos horas después de jugar un partido en septiembre de 2010.
l Miguel García. El domingo 24 de octubre sufrió un infarto en el Salamanca-Betis. Le salvó el desfibrilador.