Yauheni Hutarovich (FDJ)4h35:41

Mark Cavendish (Columbia)m.t.

Tyler Farrar (Garmin)m.t.

GENERAL

Mark Cavendish (Columbia)4h49:35

Kanstantin Sivtsov (Columbia) a 12

Peter Velits (Columbia)a 12

La etapa de hoy, 3ª: Hoy no habrá sprint; lo impedirán el puerto del León, a 37 kilómetros de meta, y la meta colgante del Castillo de Gibralfaro.

Marbella. Andaban los ciclistas dichosos entre las sombras de la noche sevillana del sábado. Qué fresquito. Qué de gente. Qué de palmas y gargantas flamencas a las puertas de La Maestranza, museo del arte polémico, por cruel, cerquita de la Torre del Oro, llamada así por el reflejo dorado de su imagen sobre el lienzo del Guadalquivir, el río que separa el barrio de Triana del mundo. Puente y aparte. Cuando a medianoche se apagaron, como cada medianoche, las luces de Casa Anselma, trianera hasta la médula, y ésta, entre las mesas, el tablao vacío, la voz en un puño, se puso a cantar la Salve Rociera, "Dios te salve María del rocío Señora….", los ciclistas, chicos de costumbres, caminaban con los ojos como platos, el desvelo, vestidos de ciclistas, sudorosos los músculos, descalzos sobre la moqueta de los pasillos de los hoteles buscando la habitación, una sala de tortura en estos días africanos de Andalucía en los que nadie se atreve a apretar el botón del aire acondicionado por miedo, tan frágil es su organismo, a quedarse en el sitio con un trancazo de aúpa. Mejor un paseo en bicicleta, bajo la luna, el viento y la velocidad, un alivio, que revolverse entre las sábanas empapadas. Y mejor veinte etapas nocturnas, pese al riesgo de las sombras, que un día bajo el sol andaluz, que no cae, sino que se desploma. Ayer, por ejemplo, en el calvario de Sevilla hasta Marbella.

Y no hay remedio. Avanzado el siglo XXI, los estudiosos siguen tratando de dar una respuesta material, real, una molécula, a la teoría que relaciona la temperatura corporal con los vatios desarrollados por los músculos de las piernas: a más calor menos chicha. Dicen que en Australia trabajan en ello. Y que Armstrong, vanguardista en todo, buscó la manera de controlar la caldera interna para no resentirse tras su demoledor golpe. Y lo único cierto es que en Andalucía, ayer, como en los primeros diez días caniculares del pasado Tour, lo único que funcionaba y corría en cantidades bíblicas era el agua. Bidones y bidones de agua. "¿Cuántos habrán gastado hoy? Ni se sabe. Ni idea. Pero muchos, muchísimos. No hay otro modo de soportar el calor, de luchar contra él", dicen los médicos de la Vuelta.

Los chicos del Garmin, por ejemplo, aparte de atiborrarse de agua y sales, se pasean de vez en cuando con bolsas de plásticos del supermercado repletas de cubitos de hielo que les alivian el sofocón durante un ratito. Es algo mínimo. Se diluyen enseguida en el horno. Ezequiel Mosquera, del norte, gallego, es intransigente con el calor. No puede con él. Le pesa tanto, le aplatana, le duerme, le elimina, que recurre a una especie de suero que se compra en la farmacia y que hidrata el cuerpo para que no se quede seco. Le funciona, al menos físicamente, porque lo que ni el agua ni el hielo ni las sales ni el suero ni, si existiera, la dichosa molécula pueden controlar es la psique del corredor, la sensación de agobio, el malestar, la incomprensión de su propio cuerpo que reflejaba, por ejemplo, el rostro de chiquillo de Beñat Intxausti, atornillado al asfalto en los numerosos repechos que llevaban desde Sevilla hasta Marbella, por la deslumbrante Sierra de Ronda, ayer envuelta por un finísimo velo de niebla.

Sin tiempo para recuperar La sensación del zornotzarra era de debilidad. "Pero todos íbamos igual. Muertos". Por el calor. Plomo en las piernas. Así que subían al trote. Despacito. Justito. Sufrientes. Boqueantes como peces fuera del agua. Más Michael Delage, Johnnie Walker y Javier Ramírez Abeja, fugados desde el inicio y perseguidos por el Columbia del líder Cavendish. Rojo el maillot. Rojísima la cara.

"Es normal que sufrieran tanto porque es el primer día, la crono de Sevilla, el esfuerzo, se hizo muy tarde, sin casi tiempo para descansar, en las últimos días ha hecho mucho calor… Todo suma para restar a sus cuerpos", cuentan los doctores.

Nadie tan sufriente ayer como Arkaitz Durán, mordido en la yugular por el calor. Llegó el gasteiztarra fundido. Y vacío. Se fue en vómito. Un reguero desde Sevilla a Marbella. Por un corte de digestión que le provocó, quizás, la tentadora agua fría, una bomba en contraste con el calor extremo; o un golpe de calor; o el aire acondicionado demasiado gélido del hotel. Todas esas teorías manejaba su equipo, el Footon, que perdió en la agonía de Durán al primer ciclista de la Vuelta. Muerto y fuera de control. Inicio y final en Marbella.

Más de media hora antes que Durán habían disputado el sprint marbellí, bajo las palmeras de la Avenida Ramón y Cajal por la que se pasearon glamourosas Michelle Obama y su hija hace unas semanas, los forzudos de la Vuelta. Se habían citado en el primer sprint Cavendish, Farrar, Petacchi, Hushovd… Pero surgió Hutarovich, un bielorruso de la Française des Jeux que en 2009 fue farolillo rojo del Tour a más de cuatro horas de Contador y que esta temporada suma, con el de ayer, cinco triunfos, los más notables las dos etapas del Tour del Mediterráneo y la de la pasada Vuelta a Polonia, éxitos que, por ejemplo, no le suenan de nada a Óscar Freire, tan centrado en el Mundial que ayer, primer día serio de esfuerzo desde el Tour, ni siquiera se metió en el sprint y cuando oyó el nombre del ganador, se encogió de hombros, dijo que era una sorpresa normal en esos días que el viento sopla de cara y que aquel nombre, Hutarovich, no le sonaba de nada. "Es la primera vez que lo oigo".

Hoy, en Málaga, no sonará el de ninguno de ellos. Será el turno tempranero de los favoritos, a quienes obligarán, seguramente, el calor y las rampas del puerto del León, 15,8 kilómetros al 5,5% de media, rampas del 10%, situado a 37 kilómetros de una meta colgada del Castillo de Gibralfaro, magnífica atalaya sobre el Mediterráneo, al que se accede tras dos kilómetros al 5% de media.