Aia. La charla discurre tranquila, como el escenario, el pantalán de la sede de Zarautz Inmobiliaria Orio en Aia, casi en Orio, a orillas del Oria. Antton y Ekhi se enorgullecen de la filosofía del club, de la labor como técnicos de Hegoi Intxauspe, Gaizka Garmendia y Jon Gurutz Odriozola. También de los chavales que vienen desde abajo. Son el futuro.

Hablemos de remo, un tema que no sé si lo tienen prohibido en casa o resulta inevitable.

Antton Illarramendi: De prohibido nada, pero a veces es aburrido, un monotema que se habla entre los dos. Pero después de... ¿cuántos años en el club? ¿Catorce?

Ekhi Illarramendi: Yo catorce, tú algo menos.

A.I.: Sí, yo doce. Y es normal que se hable también de remo.

E.I.: Hay cosas que hay que hablar, y el rato que coincidimos es en casa, ante las quejas de la ama porque hablamos de lo mismo. Aun así, tratamos de dejar los problemas fuera de casa y hablar de otras cosas.

¿Cómo le dio por remar?

E.I.: En casa querían que hiciera deporte, y en infantiles hice una prueba de portero en el Club Deportivo (Zarautz), y mi padre aún se pregunta por qué no seguí.

A.I.: Le habían nombrado mejor portero del campeonato playero. Iribar le dio el trofeo, pero fue a probar al club, no le gustó y nos dijo que iba a hacer remo. ¡Ahí va Dios!, pensamos en casa. ¿Remo?

E.I.: Tenía un primo, Oier Illarramendi, que había remado en cadetes, y quise probar. Nos animamos cuatro de la cuadrilla, luego llegamos a estar siete, y seguimos Hegoi y yo. Ahora tengo dos cuadrillas, la de toda la vida y la del remo.

A.I.: La anterior directiva lo dejaba, y cuatro o cinco padres nos animamos a coger el club. ¡Se podía haber dedicado Ekhi al golf, que es más tranquilo! Lo ilusionante de esto es que, como padre, estás cerca de tu hijo, compartes con él y te rodeas de gente joven que te hace sentir más joven. Lo recomiendo a cualquier padre. Además, lo único que sacaremos del remo es que dentro de quince años, alguno de éstos un día nos verá por el pueblo, nos pagará una ronda y nos agradecerá que está remando por nosotros. Esas relaciones es lo mejor que puede esperar un directivo, porque las banderas se quedan en la vitrina.

¿Cuántos son en casa?

A.I.: Ahora, la mujer (Carmen) y nosotros. Aitzol, que es tres años mayor que Ekhi, ya no vive en casa. Él es totalmente antideportes. Carmen está entre el grupo de mujeres de los directivos que llevan la tienda del club. Ellas organizan la tienda, el merchandising y los turnos.

¿Y cómo va ese apartado?

A.I.: Ha ido mejor, pero no nos podemos quejar, porque tiene dos funciones: la de generar recursos para el club y otra la de expandir el color azul por Zarautz, que es importante.

¿Cómo es esa relación de padre e hijo, presidente y remero? Supongo que ha podido ser más difícil para Ekhi...

E.I.: De cara al exterior, creo que la gente piensa que ser hijo del presidente sólo tiene ventajas, pero yo sólo le veo inconvenientes. En los momentos buenos, no te das cuenta de los problemas, pero hay momentos de mayor tensión, incluso entre nosotros. Intentamos llevarlo lo mejor posible, algo que con los años también hemos aprendido.

A.I.: Para un presidente, sobre todo en un club pequeño, lo más fácil es tirar del que está más cerca, ya sea para hacer de chófer, para reparar una embarcación o para echar una mano en un bote de críos. Ahí tiras del de casa, y a veces rozamos.

O sea, que le caen los "marrones".

E.I.: (Risas) Bueno, estos últimos años ya he aprendido a escaquearme un poco (más risas). Al fin y al cabo, te enteras de más cosas del club y asumes más responsabilidades. Para cuando te das cuenta, tu vida gira en torno al remo. Con el tiempo intentas equilibrar los temas de casa y los del club, y ahora lo llevamos bien.

¿Ayuda también que estén en un club como Zarautz, humilde dentro de su grandeza y con un ambiente muy familiar? Mendi siempre destacó esa "familia".

A.I.: Mendi (José Ramón Mendizabal) ha sido una madre para todos éstos. Cuando se iba a ir, decía que a este club le podía hacer falta otro tipo de entrenador que explotara otros valores de los remeros. Mendi hizo una labor impagable, al margen de que nunca le pagamos nada, porque un club que podía ser del montón lo subió arriba como si fuera suyo propio. A los remeros inculcó unos valores y una forma de trabajar que no es normal en el remo.

Con Mendi vivieron mejores tiempos que los de ahora...

E.I.: Sí, pero en 2003 también vivimos un año complicado. Fue el año de la creación de la ACT, a la que habíamos entrado casi de milagro en una clasificatoria por centésimas, sin esperarlo. Como ahora, éramos una plantilla joven, con poca experiencia y casi siempre hacíamos últimos. Entonces nos sentíamos fuera de lugar, pero nos ayudó para luego saber estar en las regatas y conocer el remo de alto nivel.

En 2009, no sé si Kike López supo aflorar esos valores que buscaba Mendi, pero ahora muchos remeros han emigrado a otros clubes.

A.I.: Kike fue una sugerencia de Mendi, y con él tuvimos buenos resultados, sólo que las bajas y las lesiones nos hicieron quedar en el puesto que quedamos. Este año ha sido la debacle, porque fuimos un buen sitio para que pescaran otros clubes. Pero las escaleras son para subir y para bajar, y ahora nos toca bajar, pero ya vendrán años mejores.

¿Cómo convive con esto el bote?

E.I.: Ver que cada año el nivel que da tu embarcación va bajando o al menos no sube como en los años anteriores, no es agradable, pero te resignas. En clubes como Zarautz, esto es cuestión de ciclos. Ahora se está empezando otro y esperamos que dé frutos con el tiempo. No podemos entrar en otra política que no sea ese trabajo con los de casa.

En su caso, más; ya le puede venir a buscar Castro o Urdaibai, que...

E.I: (Risas) Mucha gente me ha dicho lo mismo pero aún estoy esperando la primera llamada. Si algún día llega, ya veríamos (más risas).

En esta "Enbata", desde fuera se palpa que los veteranos arriman el hombro y están mentalizados para sacar el barco adelante en la ARC

E.I.: Es lo que nos pasó a nosotros en su día. Hace ocho años, siendo los jóvenes, agradecías que otros te echaran una mano para progresar. Mi única ambición es llevar esta embarcación lo más arriba posible y pelear con los que estemos.

Esa implicación de sus remeros, la tiene que agradecer un presidente.

A.I.: Sin duda. Cuando entramos la directiva actual, la mitad de la trainera se fue a Trintxerpe. Entonces fue de agradecer a los que se quedaron, igual que ahora, que ha habido gente que se ha quedado por unos colores y un romanticismo, sin pensar que como soy bueno me puedo ir. El remo es una cadena: a mí me han enseñado y yo tengo que enseñar. Si esa cadena se rompe, se empieza a fallar. Todo es lícito y comprensible, pero duele.

E.I.: Pero no todo el mundo piensa igual, y todas las decisiones son respetables. No guardamos rencor a los que se han ido. Hasta ahora nos ha ido bien con nuestra filosofía.

Con su filosofía y la estructura con la que vienen Santurtzi, Isuntza o Camargo, ¿cómo ven el futuro?

A.I.: El futuro siempre es complicado, porque no lo conoces. Pero tenemos ilusión y chavales. El año pasado subieron tres juveniles, este año han sido nueve, en 2011 esperamos tener otros cinco... En pocos años habremos renovado la plantilla. Algunos lo dejarán, otros se irán y otros se quedarán. Y con éstos, confiamos en completar otro ciclo. Esto es un deporte marrón, porque existe el amateur puro y el cuasi profesional. Y ante esto no podemos trabajar de otra forma.

E.I.: Otros optan por otra política, pero para nosotros es la más idónea, la que conocemos, y es bonito trabajar con chavales, verles crecer y animarles para que su objetivo sea remar en la trainera de Zarautz.

¿Cómo se conserva la sonrisa y la motivación en un año como éste y sin unos euros de recompensa?

E.I.: Con humor, buen ambiente, alguna cena, algún partido de pala... Además de entrenar, se trata de hacer grupo y lograr una cohesión que no te la dan los entrenamientos, porque te metes en la dinámica llegar de trabajar al entrenamiento y cuando acaba quieres ir a casa, con tus padres, tu mujer o tu novia.

Tras las cuatro primeras regatas, no ha vuelto a remar por una neumonía. ¿Se sufre más en casa?

E.I.: Al menos me libré del viaje a Galicia (Risas). Ya en serio, por televisión sufres más que remando. Es una impotencia, porque ves que tu equipo sufre y no puedes hacer nada. Lo único que piensas es en recuperarte y tirar del remo lo antes posible. Ahora ya estoy bien.

Llega la Ikurriña de Zarautz...

A.I.: Tenemos una espina, porque después de 27 años no hemos ganado la regata de Zarautz. Cuando Castro batió el récord, nos ganó a nosotros cogiendo aquella famosa ola. Este año no creo que sea posible aspirar al triunfo, pero intentaremos dejar un buen sabor de boca.

E.I.: Es uno de los objetivos de la temporada. Estas dos últimas semanas, con el parón del último fin de semana, nos han venido muy bien. Estamos ilusionados y con ganas de demostrar lo que somos capaces.

¿Cupos sí o cupos no?

A.I.: Si fuésemos un club basado en el talonario, seguramente defenderíamos las posiciones de Kaiku. A mí me gusta otro remo, el de remar en el club de casa, porque quiero los colores y me gusta que en el pueblo me saluden y dentro de unos años me recuerden como el remero que hizo no sé qué. Lo otro es como la marea: el remero que viene, disfruta en un sitio y se va. Eso no me gusta. Quizá sea porque no lo he conocido. Pero los cupos es la única defensa que tenemos los clubes pequeños que cuidamos la cantera.

E.I.: Igual un año no queda otro remedio que cambiar de filosofía o de colgar la trainera. Pero ahora disfrutamos con lo que somos.

¿Se ven con cuerda para rato?

A.I.: Ya nos gustaría que vinieran otros, porque las ideas se van agotando. No es que lo queramos dejar, porque el relevo tiene que ser una forma natural, con otro grupo de personas. Pero tras 27 años de club, hace falta otro tipo de gente que haya conocido el remo de joven.

Ya le está lanzando el capote...

E.I.: ¡Yo no lo he cogido, por si acaso! (Risas). Siempre tienes momentos en los que te planteas tomarte un año de descanso para hacer otras cosas, pero al final le das la vuelta y cuando empiezan los entrenamientos te ves otra vez en el club.