Un broche para saldar deudas
El Lagun Aro GBC maquilla en su despedida una temporada de sinsabores con un triunfo ante el Fuenlabrada que le permite disfrutar del partido número 100 en la máxima categoría
Donostia. Un mate de Ignerski puso el broche a una temporada salpicada de sinsabores y que el Lagun Aro consiguió maquillar en su despedida. El equipo estaba obligado a responder ante su afición en su partido número 100 en la ACB y lo hizo tras apretar en los minutos finales de un partido en el que logró saldar varias cuentas pendientes.
La primera, la que mantenía con su incondicional hinchada, a la que en la presente campaña ha dado más de un disgusto. Es cierto que el GBC cumplió a falta de tres jornadas para la conclusión del campeonato garantizando su continuidad en la máxima categoría del basket estatal, pero la plantilla había dejado dudas en lo que a su rendimiento se refiere. Y, al menos, ayer se pudo redimir de cuantas decepciones ha ocasionado en su tercera etapa en la ACB.
Y la otra asignatura pendiente que aprobó en esta fecha tan señalada fue la de superar a un Fuenlabrada que se había convertido en una de sus bestias negras, ya que en sus cinco confrontaciones anteriores había salido vapuleado. Era el momento de tomarse la revancha. Y la victoria no sólo sirvió a los guipuzcoanos para dejar a los de Salva Maldonado por debajo en la clasificación, sino que su decimotercer triunfo (su récord en la elite) además le permite cerrar el curso escalando una posición en la tabla y situarse como decimocuarto clasificado. Un dato anecdótico, pero podía haber sido aún peor.
El de ayer era un día de despedidas también para varios de los integrantes de la plantilla que no han cumplido con las expectativas creadas, y será a partir de mañana cuando el club se ponga manos a la obra para configurar el nuevo proyecto que volverá a correr a cargo de Pablo Laso.
gran ambiente El ambiente creado para esta última jornada fue lo mejor de un encuentro que adoleció de calidad y que sólo tuvo emoción en los instantes finales. La nota exótica la puso el trío arbitral (compuesto por tres colegiados norteamericanos), designados por la ACB debido a la huelga de árbitros, que originó momentos de incertidumbre e indecisión por su incorrecta aplicación de las reglas en algunas acciones. Y el susto lo protagonizó Hopkins, que tuvo que ser retirado en camilla tras una mala caída, pero, tras ser tratado por el servicio médico, volvió al banquillo.
En lo que al plano meramente deportivo se refiere, ninguno de los contendientes consiguió imponer su dominio en un partido de vaivenes. De la igualdad que predominó en el primer cuarto se pasó a una serie de rachas que dio lugar a una peligrosa alternancia en el marcador. Cuando Uriz, que ha terminado la temporada en un magnífico momento de forma, tomaba las riendas el equipo lo notaba. Con el base navarro colaboró ayer un inspirado Barbour (18 puntos, con unos buenos porcentajes de anotación), que parecía querer reivindicar su continuidad la próxima temporada. Aunque quizás ya sea tarde.
Desde la mitad del segundo cuarto y hasta el comienzo del último parcial, el GBC fue a remolque en el marcador. y buena culpa de ello la tuvo la sucesión de errores en el pase. Al conjunto guipuzcoano le salvó que su rival, que ayer compareció con la importante baja de Fitch (segundo anotador de la liga), tampoco estuviera entonado.
Una mayor intensidad defensiva permitió a los donostiarras mantener el tipo en los momentos decisivos y, al final, gracias también al acierto de cara al aro contrario de Panko, Doblas, Miralles y Detrick (de errar varios lanzamientos pasó a convertir un par de canastas determinantes) consiguieron llegar con una renta de cuatro o cinco puntos a los dos últimos minutos, suficiente para que al adversario no le diera tiempo a reaccionar. Y el mate de Ignerski puso la puntilla a una jornada con final feliz.