Donostia. Un año más en la ACB. El Lagun Aro GBC selló ayer su principal objetivo de la temporada, seguir en la elite, y lo hizo de la manera que se le exigía: derrotando al Granada para compensar a la afición por el fiasco de la pasada semana en Valladolid. No es que fuera un partido brillante, pero hay que reconocerle a los jugadores el mérito de pelear hasta el último minuto por un triunfo que tampoco les suponía nada especial. De hecho, ya estaban salvados antes de empezar el partido, así que se corría el riesgo de que eso fuera una pachanga y que la gente se fuera cabreada del San Sebastián Arena. Pero los de Laso se pusieron el mono de trabajo y superaron a un equipo que sí se jugaba un premio goloso, el play-off. El 84-81 permite, además, lograr la 12ª victoria, el nuevo tope del club en la ACB.
No hubo un gran ambiente en las gradas, tampoco se celebró con especial entusiasmo la permanencia. Ha sido un final de temporada extraño, en el que se ha pasado semana tras semana de la alegría por las victorias locales a la decepción por las derrotas fuera de casa, dos sensaciones que alcanzarán su máxima intensidad tras el triunfo contra el Barça y la derrota frente al Valladolid. El fatídico partido en el Pisuerga dejó a la afición tocada. Sólo 5.700 espectadores estuvieron ayer en las gradas el día señalado para celebrar una salvación que no deja de ser el objetivo de un club modesto como el GBC. Algo ha fallado. ¿Por qué el año pasado se celebró con tanta ilusión el triunfo contra el Manresa la salvación y ayer no? Queda aún un partido en casa, el 16 de mayo ante el Fuenlabrada, pero ayer era el día indicado para dar rienda suelta a la alegría. No en vano, la próxima temporada Gipuzkoa seguirá teniendo ACB.
Antes de esa sosa celebración, el Lagun Aro se empleó con intensidad y ganas. Se esperaba a un Granada más concentrado y más duro por su necesidad de victoria, pero los de Trifón Poch no superaron al Lagun Aro en ninguno de estos aspectos. Los locales tenían muy interiorizada su deuda con sus aficionados y trataron de darles una alegría. Uriz y Doblas volvieron a ser los líderes anímicos. El base de nuevo fue titular -Sergio ni siquiera jugó- y, pese a su desacierto en el tiro, volvió a ser un organizador fiable. El pívot anotó 17 puntos con un solo error en el tiro y superó a Hendrix, lo que no está nada mal.
En los dos primeros cuartos las defensas brillaron por su ausencia. Ambos equipos estuvieron sueltos en ataque y no se preocuparon por defender. Quizás el Granada esperaba menos resistencia y se pensaba que con eso le valdría. El 44-48 al descanso dejaba clara una cosa: el equipo que diera un paso adelante en defensa se llevaría el triunfo.
Puntos de Panko y Barbour Sorprendentemente, ese equipo fue el Lagun Aro pese a que se jugaba bastante menos que su contrincante. Bastó la entrada de Detrick para dar a la defensa un plus de agresividad y que el Lagun Aro dejara al Granada en 13 puntos, tónica que continuó en el último cuarto. En ataque, los puntos eran cosa de Doblas, un renacido Panko -pese a que se pasó demasiados minutos en el banquillo- y de Barbour. El de Kentucky ofrece sensaciones contrapuestas. Por un lado, su individualismo desespera y rompe muchas veces el ritmo ofensivo del equipo. Pero por otro hay un dato innegable: fue el máximo anotador con 19 puntos y metió un canastón a un minuto del final que valió media victoria.
A cinco minutos del final, el triunfo parecía en el bolsillo después de que Panko hubiera puesto el 70-63 en el marcador. Sin embargo, un par de despistes defensivos del Lagun Aro GBC y una antideportiva de Doblas, que podía haber evitado perfectamente, dieron vida al Granada, que empató a 77 a falta de dos minutos. Un tiro libre de Panko (78-77) dio paso al último minuto de los nervios y los tiempos muertos. Stefansson anotó para el Granada, Barbour respondió con una buenísima jugada individual y Hunter puso de nuevo por delante a los visitantes con otra increíble canasta. (80-81). Ahí, a 16 segundos del final y con posesión del Lagun Aro, el Granada prefirió hacer falta. Uriz anotó los dos libres. Laso, al revés que Trifón Poch, se la jugó a defender y le salió bien. Fue el triunfo de la reconciliación y la salvación, pero faltó alegría en el ambiente.