Desde su creación, Eskuahaldunak Eskultoreen Elkartea ha organizado más de 80 exposiciones que han alcanzado los 100.000 visitantes con el objetivo de dar a conocer a los escultores locales y las nuevas propuestas artísticas.

¿Cómo valora estos más de tres años desde la fundación de la asociación?

Lo que hemos hecho era algo completamente necesario desde hace décadas para el gremio. En los últimos años la escultura ha ido cada vez perdiendo más peso en la sociedad, lo que ha obligado a los artistas a juntarse y tratar de relanzar el sector. 

¿Ha sido, por lo tanto, una reivindicación de los propios escultores? 

Ha habido un cambio muy grande en la sociedad. Venimos de un momento muy bueno con el grupo Gaur y los artistas que hemos tenido, pero en las últimas décadas los usos y consumos culturales han cambiado enormemente. Han aparecido nuevas prácticas artísticas y otra forma de ver el arte y la cultura, y tenemos que adecuarnos al momento actual. No queda otra.

Son algo críticos con la situación actual de la escultura vasca.

A nivel creativo, creo que estamos en un buen momento para los creadores, pero no somos capaces de llevárselo a la sociedad. Los espacios expositivos dignos están en entornos urbanos y en las capitales, y tienen una programación artística que, en general, está dedicada al consumo turístico. Está más pensada al turismo que a la propia población vasca, y los escultores no encajamos en esa línea artística. Se premia mucho a artistas foráneos. El caso del Guggenheim es escandaloso, la cantidad de dinero que sale de las arcas públicas para una institución que no es de aquí y cuya programación es con artistas foráneos. Nos sentimos como si fuéramos de segunda categoría.  

“Los espacios expositivos dignos tienen una programación más pensada al turismo que a la propia población vasca, y los escultores no encajamos en esa línea artística”

Entiendo que se refiere a los artistas contemporáneos. 

Sí, nosotros somos artistas contemporáneos. Parece que hay una línea artística que es la única que se expone, pero nosotros, en tres años y algo de existencia, nos acercamos a los 100.000 visitantes, habiéndosenos negado estos espacios expositivos en las ciudades. Seguimos pueblo a pueblo y hemos alcanzado un número considerable. 

Hay, por lo tanto, interés.

Lo hay. Normalmente, las exposiciones de Eskuahaldeak son de las más visitadas en las salas de los pueblos. Es algo que creo que la gente está demandando.

¿Por qué cree que las grandes superficies no reconocen el talento de aquí?

Puede que haya una especie de complejo. Parece que lo de fuera es siempre mejor y falta una valoración de los propios artistas de aquí. Es una pena que la amplia mayoría de la población conozca a los artistas de hace cinco décadas y, sin embargo, no a los artistas actuales. 

"Es una pena que la amplia mayoría de la población conozca a los artistas de hace cinco décadas y, sin embargo, no a los artistas actuales"

¿Puede ser quizás que el artista vasco haya dejado de ser tan internacional?

Hay varios factores. Aunque existe una vanguardia artística, va de la mano de lo comercial y marcada, evidentemente, por las grandes corporaciones artísticas, que son movimientos mercantiles. Lo que tenían que haber hecho era dar un apoyo a los artistas vascos, que es lo que falta por parte de instituciones, y también una atención de los medios de comunicación. Durante estas últimas décadas se ha atendido muy bien, por ejemplo, la cocina. Hace cinco décadas también era así, pero iba de la mano de la escultura, que era la disciplina artística más importante. No ha habido un seguimiento de apoyo a las siguientes generaciones. Aquí no tenemos un Basque Culinary Center para artistas. Se han hecho algunos experimentos pequeños, como la escuela de Deba o Arteleku, que han funcionado en periodos cortos. No hay nada estable ni bien programado.

En los últimos años, los principales museos no han parado de dedicar exposiciones a artistas vascos por sus aniversarios. 

Hay una contradicción enorme. Parece que se apoya la escultura vasca, pero volvemos a tener exposiciones de Chillida y Oteiza con los centenarios que hemos tenido, que están muy bien porque tenemos que recordar a estos grandes artistas, pero hay que poner en valor a los artistas actuales.

¿Hay mayor apoyo por parte de los ayuntamientos y las instituciones pequeñas?

Sí, eso es evidente. Las grandes corporaciones culturales no tienen ningún interés en un pueblo pequeño. A ellos solo les pueden interesar los grandes espacios expositivos que tenemos en Donostia, como el que hay en el Kursaal o el Museo San Telmo. No tienen ningún interés en ir a pueblos con una dimensión como la de Tolosa, por ejemplo. Ahí nosotros sí que podemos hacer una oferta y somos bien acogidos.

"No ha habido un seguimiento de apoyo a las siguientes generaciones. Aquí no tenemos un Basque Culinary Center para artistas. No hay nada estable ni bien programado"

¿Esta situación está llevando a una pérdida de diversidad cultural?

Cuando salimos fuera, en Europa, la escultura clásica no está denostada y es algo vivo. Evidentemente, convive con otros estilos, pero aquí el peso del Guggenheim ha marcado una línea artística que ha sido muy perjudicial para los artistas vascos.

¿Cómo puede adaptarse la escultura vasca a los tiempos actuales?

No puede ser la misma oferta que se hacía hace 50 años, pero eso ya lo hacemos. Ahora mismo, hay una diferencia entre la escultura que se está haciendo y la que se hacía antes. Los materiales eran la piedra, el hierro y la madera, pero ahora cualquier tipo de material se utiliza para la escultura. Hay otros formatos y formas. En Gipuzkoa, por ejemplo, tenemos Azken Muga, que lleva diez años haciendo un festival en la naturaleza con escultura efímera. Son otros formatos y otros escenarios. Sin embargo, no se le ha prestado ni una atención inmediata ni institucional. No se han recibido ayudas de la Diputación para realizar el único festival multidisciplinar que se hace en la naturaleza en todo Euskal Herria. Hacen falta apoyos a estas nuevas iniciativas, en las que se mezclan artes escénicas y artes plásticas. Hay una convivencia y no es una escultura encima de una peana. Estos nuevos formatos hay que apoyarlos.

"Los conocimientos técnicos de muchos oficios artesanales que se han utilizado para la creación artística los tiene gente con una edad avanzada. Si no nos damos prisa, en diez años puede desaparecer"

Esta mezcla de formatos puede atraer a las nuevas generaciones.

Sí, las nuevas generaciones están interesadas en relacionar actividades plásticas con otras escénicas. Los que tenemos ya una cierta edad tenemos más encasillada nuestra actividad. Por eso es muy importante apoyar todas estas actividades.

En este tiempo no han recibido ninguna ayuda de las instituciones.

Nos hemos pasado cuatro años pidiendo y todavía no hemos recibido ninguna. Somos la asociación del sector, por lo que entiendo que deberíamos haber recibido una ayuda para relanzar la actividad. Dentro de esta precariedad, hemos hecho cerca de 80 exposiciones colectivas y estamos haciendo un esfuerzo por dar cursillos. Los conocimientos técnicos de muchos oficios artesanales que se han utilizado para la creación artística los tiene gente con una edad avanzada. Nos parece urgente que esta gente enseñe todo lo que conoce a las nuevas generaciones. Si no nos damos prisa, en diez años puede desaparecer ese conocimiento. 

Homenaje a Iñaki Olazabal

Eskuahaldunak Eskultoreen Elkartea ha organizado para el 7 de noviembre en la Alondegia Kultur Etxea de Zumaia una exposición en recuerdo del escultor Iñaki Olazabal, fallecido el pasado mes de mayo a los 65 años. Olazabal, natural de Andoain, pero residente en Zumaia, desarrolló una trayectoria artística caracterizada por su trabajo con el zinc, lo que le llevó a exponer en diferentes galerías de arte de toda Euskal Herria y en otros espacios como Koldo Mitxelena Kulturgunea.

¿Estamos en riesgo de perder parte de nuestra identidad?

Evidentemente. Con esta línea artística que parece que nos están empujando desde las instituciones no salen artistas vascos conocidos en el exterior. Pero, ¿cómo va a salir alguien si le estás negando al artista local los grandes espacios expositivos? Ahora, por lo menos, María Cueto está en la sala Kutxa del Kursaal, pero miras para atrás y el último habrá sido hace cinco años o más. Nosotros podemos aportar un plus de identidad, que es importante.