“Los relatos de los liderazgos populistas son creídos por sus fieles como se creía y todavía se cree en las religiones”
El escritor Jorge Volpi estará este miércoles 15 de octubre en Tabakalera en el marco del programa 'Mestizajes' del DIPC, donde abordará las confluencias entre literatura, arte y ciencia
La conferencia de Jorge Volpi en la sala Kutxa Fundazioa Kluba servirá para reflexionar sobre cómo de unidas están disciplinas como la científica y la literaria. Volpi, perteneciente a la denominada generación del crack mexicana, ha publicado numerosas novelas, ensayos y cuentos, y ganó el Premio Alfaguara por su obra Una novela criminal.
Vivió usted en Donostia hace años. ¿Qué relación le une con la ciudad?
Viví un año en San Sebastián. Creo que es la ciudad más hermosa en la que he vivido. Me encantó poder vivir allí ese tiempo y tengo muy buenos recuerdos de Donostia. Además, esta es la segunda vez que voy al programa Mestizajes.
El DIPC logra 250.000 euros para desarrollar superconductores en ordenadores cuánticos
La conferencia que dará en el DIPC se titula: ‘Inventar futuros. Los cruces de la imaginación científica y la imaginación artística’. ¿La literatura y la ciencia se retroalimentan, gracias a que ambas se ayudan a crear nuevos horizontes?
Sí, siempre lo he creído. Hace 25 años que escribí En busca de Klingsor, laprimera novela en la que uní el mundo de la literatura y de la ciencia. Desde entonces, tanto en mi trabajo literario como en mi trabajo como gestor cultural, siempre me ha parecido que hay que romper esta división entre las dos culturas, como las llama C. P. Snow, y que hay que estar todo el tiempo tratando de volver a unir la ciencia, la literatura y el arte. Son maneras distintas de aproximarse a lo real.
En una fórmula matemática muchos ven la misma belleza que otras personas aprecian en un poema. ¿La ciencia y la literatura tienen más confluencias y cosas en común de lo que se suele pensar?
Por supuesto. Son maneras distintas pero complementarias de enfrentarse a lo real. A fin de cuentas, y a esto le dedico una buena parte de mi libro más reciente, La invención de todas las cosas, tanto la ciencia, como las ciencias sociales, el arte o la literatura intentan darle cohesión, coherencia y explicaciones a lo real. La única manera que tenemos los seres humanos de hacerlo es construyendo ficciones a través de lo real. A veces a través de ficciones literarias o artísticas que tienen su propia naturaleza, y a veces a través de ficciones científicas, que son muy específicas porque hemos aprendido, desde los griegos, pero sobre todo a partir del Renacimiento, a poder comprobarlas, o más bien a no desmentirlas, en su relación con la realidad. Así que el proceso no deja de ser idéntico, se trata de la imaginación humana tratando de adelantarse, de construir esquemas que nos permitan entender mejor el futuro. A veces son teorías y luego leyes, que se basan de todas formas en ficciones que construimos a partir de la realidad, o a través del arte y la literatura.
Salman Rushdie reivindica el poder del humor en la literatura: "Los tiranos no saben entender una broma"
Precisamente hoy en día hay cada vez más ficciones que tratan de adelantarse al futuro. Muchas novelas y películas modernas encaran los próximos años desde una perspectiva distópica, lo que de alguna forma enlaza con un cierto pesimismo generalizado. ¿Los escritores recogen un sentir social al crear estas obras? ¿O ese sentir viene dado por la proliferación de historias en las que el futuro se presenta oscuro?
Yo creo que ocurren las dos cosas. Lo que sucede aquí es que el pensamiento utópico, es decir, la idea de construir sociedades modelo, es más antiguo, proviene de la Grecia antigua, pensemos en la República de Platón. Luego, por supuesto, distintos modelos, desde el socialismo al comunismo o al fascismo, han querido precisamente construir utopías de sociedades perfectas. En el siglo XX descubrimos que esas utopías normalmente están ligadas con el autoritarismo, y que en vez de convertirse en sociedades libres y abiertas se convierten en sociedades tiránicas y cerradas. Entonces a partir de ahí, sobre todo desde la segunda mitad del siglo XX, y todavía desde luego en nuestra época azotada por tantas amenazas, desde el cambio climático a la inteligencia artificial o a los nuevos autoritarismos, hace que estemos desprovistos de utopías y llenos de distopías. Habría que evaluar en qué medida las distopías nos vuelven conformistas frente a una falta de futuro o hasta dónde pueden en realidad azuzarnos para actuar.
Hay sectores que hoy en día refutan sin pruebas las teorías científicas. ¿Qué se puede hacer desde la literatura para contrarrestar esas corrientes?
Combatirlo desde la literatura es muy difícil, porque la literatura es otra variedad de la ficción, lo que no quiere decir que sea mentira, simplemente es otra manera de acercarse a lo real. Lo que sí tenemos que utilizar como herramienta es el pensamiento crítico, demostrando que la ficción no es equivalente a la mentira. La mentira es cuando de manera intencionada un discurso, y por lo tanto una ficción, desoye su relación con la realidad para concluir un relato en interés o en beneficio de quien lo enuncia o de unos cuantos. Tenemos que denunciar esas ficciones cuando son mentiras intencionadas.
Vemos hoy en día cómo ese negacionismo científico llega a las más altas esferas.
Sí, está en todas partes. Estamos en una especie de regreso a una era teológica. La humanidad siempre ha tenido ficciones, pero ha habido momentos en que se creían a pies juntillas esas ficciones independientemente de la realidad, que es lo que sucede justo con los dogmas. Eso es lo que está ocurriendo ahora. Estamos en una época donde, ante la incertidumbre, muchísimos terminan plegándose ante las verdades absolutas, que suelen ser mentiras, de distintos liderazgos populistas. Y al hacerlo se desentienden por completo de la realidad, crean relatos en su favor, y son creídos por sus fieles, como se creía y todavía se cree en las religiones. No importa que haya miles de pruebas que digan lo contrario.
¿Hay cuestiones científicas complejas para el gran público que se pueden explicar mejor por medio de la literatura y que podrían alejar a muchas personas de la respuesta más fácil que suelen dar los movimientos populistas?
Claro. Creo que las consecuencias de todas las grandes ideas de nuestra época, por más complejas que sean, son fácilmente explicables a partir sobre todo del pensamiento analógico y metafórico que utiliza la literatura. Pero no estoy seguro de que se trate solo de un desdén por la verdad debido a la complejidad. Yo creo que es más bien una corriente que dice que solo ellos tienen la verdad. No es que estemos desprovistos de verdades, el gran problema es que tenemos muchos sectores convencidos de que tienen la verdad absoluta.
László Krasznahorkai, el escritor húngaro de la realidad aterradora y cómica, Premio Nobel de Literatura 2025
La tecnología ha irrumpido con fuerza en nuestras vidas, y lo último está siendo la generalización del uso de la inteligencia artificial. ¿Estamos preparados los ciudadanos para utilizar una herramienta como está en el día a día?
No sabemos si estábamos preparados para usar la máquina de vapor o la imprenta. Simplemente aquí está ya. Tenemos que estudiar y analizar de manera más profunda los efectos de esta herramienta, que ya está aquí y que todos podemos utilizar de manera muy sencilla, y que está transformando radicalmente nuestra manera de relacionarnos entre nosotros y de acceder al conocimiento.
En su último libro, ‘La invención de todas las cosas: Una historia de la ficción’, habla de la realidad como una fantasía que los seres humanos hemos creado. También la ciencia.
Sí, pero, como digo, las ficciones de la ciencia son distintas porque los seres humanos nos hemos dado cuenta de que podemos contrastar esas ficciones que creamos, y que en ciencia llamamos hipótesis, con los hechos. Y si los hechos desmienten esa ficción, pues entonces tenemos que apartarla y buscar una que funcione mejor.
¿Esas fantasías que nos creamos son una forma de hacer nuestra realidad tolerable, en la que nosotros siempre somos los buenos?
Por supuesto. Estas verdades absolutas que necesitamos tener siempre son para sentirnos más cómodos, menos inciertos, para sentir que podemos tener asideros con respecto a nuestra vida. Antes eran, insisto,las religiones las que nos daban mayoritariamente esto, y ahora son todas estas ideologías populistas.
La alerta que Jane Goodall lanzó en su visita a Donostia: "Vamos a un punto de no retorno"
¿Mentir es algo innato en los seres humanos?
Bueno, no solo mentimos los humanos. Sabemos que los primates, los chimpancés y los bonobos, que son nuestros parientes más cercanos, también mienten entre sí. Así que ni siquiera es algo solamente humano, es algo que está presente en nuestra naturaleza animal.
¿Hoy en día las redes sociales han apuntalado aún más la creación de esa ficción de nosotros mismos con respecto a los demás?
Sí, sobre todo porque no son inocentes. El diseño de cada red social propicia ciertas cosas. De la misma manera que Instagram propicia una hiperconciencia de lo estético y de la apariencia, X, antes Twitter, lo que fomenta es precisamente que lo que más se premie sea la agresión o aquello que parece más divertido. Por lo que por supuesto hay redes, particularmente X, que contribuyen por su propio diseño a acentuar la mentira y la rabia.