Mujer y de etnia gitana durante la primera mitad del siglo XX, dos motivos para que la sociedad conservadora de la época sepultase una carrera. Es lo que le ocurrió a la artista María Paz Jiménez, que nunca fue reconocida como parte de la generación de artistas vascos, de los que todos conocemos al menos un par de nombres. Ahora, con el objetivo de ponerla en el lugar que se merece con sus coetáneos, la Fundación Kutxa ha organizado una retrospectiva que puede visitarse desde este viernes en la sala Kubo del Kursaal. Se trata de la primera de las tres exposiciones con nombre de mujer que han organizado este año, para celebrar el 25º aniversario de la sala de muestras. Cuando finalice la muestra dedicada a Jiménez –es la 84ª exposición que se celebra en esta sala–, se abrirá la de María Cueto. El año terminará con una monográfica dedicada a Maider López.
La responsable de Arte y Patrimonio de Kutxa Fundazioa, Ane Albalde, y las comisarias de la exposición, Haizea Barcenilla y Ane Lekona, han ofrecido este jueves una visita guiada por una exposición que busca “desvelar el misterio” sobre una autora, “pionera en la abstracción vanguardista”.
La sala Kubo exhibe 133 pinturas reunidas gracias un importante proceso de investigación –muchas de ellas pertenecen al fondo del Museo San Telmo–, fechadas entre la década de los 40 y mediados de los 70. Aún más, según ha explicado Abalde, entorno al 50% de las obras han sido restauradas para poder ser disfrutadas en Donostia.
“Para nosotras era muy importante recuperar el legado de María Paz Jiménez, sobre todo, ante lo poco conocida que es entre nosotros, incluso, entre los historiadores”, ha asegurado Barcenilla. Sobre la artista, ha comentado que fue una mujer “muy moderna, muy progresista y muy vanguardista”. Nació en Valladolid, en 1909, aunque se trasladó a vivir a Donostia. En la capital contrajo matrimonio en 1933 con el ingeniero Afredo Bizkarrondo, nieto de Indalezio Bizkarrondo Bilintx.
Tras estallar la Guerra Civil, el matrimonio emigró a Argentina y en la gran urbe de Buenos Aires, Jiménez comenzó en la práctica de la pintura de forma autodidacta.
Cuando volvió a Donostia en 1945, se involucró en el panorama artístico guipuzcoano. “Sin embargo, quedó fuera del conocido como arte vasco, protagonizado por hombres. Este hecho y su temprano fallecimiento determinaron que no ocupara lugar que merecía en la historiografía del arte”, ha insistido Abalde.
El itinerario de la exposición
La muestra comienza con algunas de las “poquitas obras” que se conservan de su proceso de aprendizaje al otro lado del Atlántico, donde hizo su primera exposición. “Es un buen punto de partida”, han explicado las comisarias, porque esas pocas piezas se enmarcan en el surrealismo, que es una de las “claves” necesarias para entender su obra: “Intentar ver más allá de lo que dicta la razón, es algo que María tuvo muy presente en varios periodos de su vida”.
La siguiente sección aborda los trabajos que hizo cuando llegó a Donostia en los 40. Se trata de obras figurativas, “con un punto naif” y muy coloridas. De hecho, son las más coloridas de su carrera. Pese a que pueda parecer pinturas más “ligeras”, las comisarias están convencidas de que crear algo así en uno de los periodos más duros del franquismo. Creen “que no son obras tan inocentes o infantiles”, sino que representan el hecho de que la autora fuera una mujer moderna en una sociedad ultraconservadora.
La tercera parte se ha dispuesto con un itinerario en zigzag, en el que han reunido obras de varios tipos. Por un lado, se exhiben pinturas con “un toque expresionista”. También hay algunos “monigotes” o personajes naifs y también se exhiben cuadros abstractos, que empezó a realizar a partir de 1949, siendo una de las pioneras en hacerlo a nivel del Estado.
Al mismo tiempo que su pintura abstracta, y con el objetivo de que se vendiesen más fácilmente, comenzó a elaborar bodegones postcubistas “de gran calidad”.
Las dos últimas estancias están dedicadas a los últimos periodo de la artista, el de la abstracción a través del informalismo matérico, que llegaría a partir del año 1957, y el de su época del “misterio”, a partir de 1965. Las comisarias exploran ese “misterio”, desde dos posturas, “el de la angustia existencial”, y desde el plano “artístico”, con su conexión con el pensamiento surrealista.