El último ganador de la Concha de Oro, el cineasta catalán Albert Serra, vive abonado a la polémica. De hecho, la película con la que ganó el premio principal de la 72ª edición del Zinemaldia, Tardes de soledad, es un documental en el que Serra introdujo las cámaras y los micrófonos en las entrañas del coso taurino, a través de varias faenas del torero peruano Andrés Roca Rey, para capturar todo lo que acontece en una plaza de toros, algo que hizo saltar las protestas de colectivos animalistas ante la programación en su Sección Oficial. El resultado fue una película de no ficción con imágenes realmente brutales y sangrientas y, paradójicamente, no carentes de una inusitada belleza que se hizo con el aplauso unánime de la crítica y también del jurado que presidió la donostiarra Jaione Camborda, que le concedió la máxima distinción del Festival Internacional de Cine.
Este cineasta es uno de los directores del Estado más reconocidos y aclamados a nivel internacional –además de la Concha de Oro, tiene otro premio de un festival de Categoría A, el Leopardo de Oro de Locarno– aunque ignorado por la Academia Española y otros agentes del sector. De hecho, la Concha de Oro para Tardes de soledad fue el primer premio concedido por una institución del Estado. Es más, para sorpresa de la comunidad cinematográfica, el documental no opta a ningún Goya.
Serra participó esta semana en una charla celebrada en el Cercle del Liceu de Barcelona para hablar sobre cine y ópera, y tal y como ha recogido este miércoles La Vanguardia. Dicha conferencia que recoge el diario catalán, en la que el cineasta habló de sus compositores y arias preferidas, acabó derivando en el premiado trabajo sobre la tauromaquia de Serra, que también pudo verse en Nueva York y Tokio sin ningún tipo de polémica, y que el 7 de marzo llegará a las salas comerciales. En ese contexto, Albert Serra hizo una confesión a La Vanguardia: “He regalado la Concha de Oro porque no me importan los premios”.
“Soy la Madre Teresa de Calcuta del cine español: doy mucho y recibo muy poco”. “En el cine español soy el mejor, único”. “Vi que en el cine español todos eran inútiles, y pensé que aquí podía destacar”. “No es improbable que de aquí a cine años se reconozca que yo soy más importante que Scorsese, Coppola y Spielberg para la historia del cine”... Disponer de estas y otras boutades como, probablemente, la de la Concha de Oro, han sido siempre un aliciente para los periodistas que entrevistaban al cineasta. Ahora queda preguntarle si ha regalado también el Leopardo de Oro de Locarno, a ver qué contesta.