Peter Perrett (Londres, 72 años) es uno de los personajes malditos del rock, un tipo que lideró el grupo The Only Ones, nos dejó un himno como Another Girl, Another Planet y luego se zambulló en una azarosa vida contra sí mismo azotada por una dependencia de las drogas que estuvo a punto de enterrarlo. Enjuto pero resiliente, publica el tercer disco desde su regreso, un doble álbum de rock clásico, The Cleansing (Domino. Pias), que suena fantástico, honesto, confesional y que agrupa 20 canciones con invitados de campanillas. “Sé que algunos de los temas son la muerte, el suicidio y la depresión”, explica el revitalizado y ahora reflexivo músico británico.

“Lo he visto todo por los agujeros de la noche”, canta Perrett. Y no exagera en absoluto. Cantante y guitarrista, lideró al trío The Only Ones en tres discos grabados en un corto periodo de tiempo coincidiendo con el final de la oleada punk, hasta 1980. El escaso impacto comercial –solo Another Girl, Another Planet ha pasado a la historia– y la dependencia progresiva de Perret de las drogas hizo el resto. Se cuenta que los demás miembros de la banda le dejaron tirado tras un concierto en Ámsterdam, sin dinero ni medio de transporte.

Y desde entonces, con alguna reagrupación posterior del trío que no dejó canción alguna, solo recitales en vivo, se lanzó a una pirámide autodestructiva a través del consumo y mercadeo de heroína y crack durante décadas en la que se vio también envuelta su esposa, Zena Kakoulli, a quien las secuelas han mermado su salud en mayor grado que al propio Perrett. Al borde del abismo siempre, dio un paso atrás y regresó a los estudios de grabación 30 años después con dos discos revitalizadores e inesperados: How the West Was Won (2017) y Humanworld (2019).

Espoleado por el deseo de “hacer mi mejor álbum”, como le sucediera a Johnny Cash cuando estaba al borde de la muerte, y consciente de una supervivencia propia que ni él mismo se explica, Perrett, que defiende que “no solo por ser viejo significa que sea un inútil”, publica The Cleansing, “un tercer regreso” que está, cuando menos, a la altura de sus dos hermanos mayores. Y, encima, es doble, con 20 temas y casi 70 minutos de música sin apenas relleno y rebosante de personalidad.

Familia y colegas

Estas canciones surgen con el apoyo de un equipo de confianza formado por sus dos hijos, Jamie (guitarra y producción) y Peter Jr (bajo), además de miembros de su banda en vivo. Y el brillo mediático lo aportan con coros e instrumentos un corolario de estrellas como el exguitarrista y colíder de The Smiths, Johnny Marr; su amigo y vocalista de Primal Scream, Bobby Gillespie; el guitarrista español de Fontaines D. C., Carlos O’Connell, y Alice Go, la guitarrista de Dream Wife.

Sin ellos, funcionaría igualmente The Cleansing, con una voz de lija y chulesca, a lo Lou Reed, al frente de un disco de guitarras afiladas y un rock de corte entre clásico y post-punk, con solos de guitarras y que, al mismo tiempo, suena cálido, sinceramente confesional y colmado de emoción, variedad y verdad, la de un hombre tímido –esas sempiternas gafas de sol y la mirada huidiza– y herido pero agradecido, digno y esperanzado a pesar de los reveses.

Balanceándose entre el rock acerado de I Wanna Go With Dignity; el lirismo y delicadeza de Solitary Confinement; la electricidad de baladas de amor como Fountain of You; el ritmo pesado de Secret Taliban Wife; los ecos glam y guitarras saturadas como las de Mike Rathke y Reed en el disco New York de la feminista Women Gone Bad o baladas fúnebres y escalofriantes con cuerdas como All That Time, el álbum se revela como un retrato inmisericorde y reflexivo tanto de su persona como del “encadenado” mundo actual.

Revitalizado, purificado y consciente –“sé que algunos de los temas del disco son la muerte, el suicidio y la depresión”–, Perrett le canta a saber irse con dignidad; a “la pérdida de tiempo” que supone “mantenerse cuerdo”; a vivir siempre como “si estuvieras cumpliendo condena”; a la lucidez de reconocer que ha desperdiciado su vida cuando pensaba que se divertía, a la futilidad de una vida ligada “siempre al dolor”…

Y aunque sabe de buena tinta que “no hay póliza de seguros para sueños rotos”, el británico, que es capaz de cantar como nadie “by by baby by by”, con una chulería innata, sigue lanzando mensajes de amor, más sentimentales y menos cínicos que antes, en temas como Fountain of You –para evitar ir “a la deriva de la marea”– y There For You, donde suena a la Velvet y canta: “Quiero estar ahí para ti… no quiero decepcionarte”. Porque, como se oye en Disinfectant, plantea el amor “como desinfectante” para todos los males porque “lava el dolor”. Enorme disco.