La pintora y grabadora donostiarra Marta Marugán (Donostia, 1964) vuelve a exponer, esta vez en solitario, sus paisajes “ensoñados” en la galería Ekain de Donostia. Y decimos ensoñados porque la artista siempre parte de un paisaje real para transformarlo luego con sus pinceles en una realidad mágica, poética, con un cierto carácter simbolista.
Paisajes para la contemplación y el ensueño de algo que vimos y vivimos en un momento, pero que ahora es sugerido de manera sucinta y sintética, como al borde de la consciencia y del misterio: Lugar (2022).
Porque algo de misterio y de poesía corre en la cosmovisión de estos paisajes y en la retina de esta artista. Ella los ve tal y como los muestra, con ojos amorosos y entreverados, como al borde de las luces primigenias o del atardecer salvaje rousseauniano. Esa mirada limpia y tersa hace desaparecer los contornos de la vegetación y de la naturaleza, y la convierte en paraíso perdido en el que se halla a gusto la persona humana.
La artista, tras sus estudios en Barcelona y Bilbao y su estancia más prolongada en París, ha expuesto su obra en diversos lugares de Europa y América, y también en el País Vasco, últimamente junto a Ramón Zurriarain en esta misma galería.
En la presente exposición la artista nos ofrece sus “lugares”, como ella misma los denomina, cargados de luces intensas y de cielos arrebolados, que confieren a la vegetación circundante sombras y oscuridades que enriquecen los primeros planos de composición, dando un halo de misterio y magia a toda su obra. El ser humano aparece empequeñecido y silente ante la hierofanía y el poder de la naturaleza que lo envuelve todo: En calma (2023).
Pero es que además sus hojas y flores, sus tallos y ramas han devenido en obras de gran tamaño, casi abstractas, cargadas de potentes coloridos, que las hacen cercanas a poéticas americanas como la de O’Keeffe: Vegetal (2022), Vegetación (2022). Su jardín deviene en momentos en jardín de la delicias, cargado con el colorido fauvista de las mejores vanguardias: Atardecer zulú (2023). Naranjas y azules purísimos, verdes y azules marinos profundos crean alegres y profundas sinfonías para gozo del ojo y del espíritu: Río Congo (2016). Para Marugán, como para Malraux, el ojo es un gran goloso que todo lo envuelve y goza tanto como la boca. Acrílico, óleo, y técnicas mistas confieren además a su obra un plus de sensualidad que la enriquece y empodera: Mineral (2022).