Deconstruir el relato único sobre la llamada caza de brujas que durante un siglo padeció Nafarroa y toda Euskal Herria, una “gran mentira” que ha imperado durante 400 años, y cambiar el imaginario popular y en muchos casos oficial que todavía circula torno a esta persecución histórica, es el objetivo del documental Ni ez naiz sorgina, un proyecto impulsado por el historietista navarro Asisko Urmeneta (Iruñea, 1965).
Tras publicar en 2020 el cómic Sugarren mende, un ensayo gráfico sobre el proceso llevado a cabo en Logroño por el tribunal de la inquisición española contra 31 vecinos de Zugarramurdi, Urmeneta vio claro que “no estaba todo contado” sobre la caza de brujas, así que siguió recopilando nuevo material con el que ahora da forma al documental Ni ez naiz sorgina. Suak errerik, keak gorderik (Yo no soy bruja. Lo que destruye la hoguera, lo que esconde la humareda), una aventura en la que se ha embarcado en la producción junto con Aitor Karasatorre y Eneko Gallartzagoitia, y que se estrenará en Auritz-Burguete en junio de 2025, cuando se cumplirán 500 años de la primera ejecución colectiva en Nafarroa por brujería satánica, que tuvo lugar en dicha localidad navarra. “Se ejecutaron a unas cinco personas y eso marcó el pistoletazo de salida para toda una represión que duró un siglo”, cuenta Urmeneta.
Ni ez naiz sorgina aporta “una visión y una hipótesis innovadoras sobre los motivos y antecedentes que llevaron a esa caza de brujas en toda Euskal Herria y las motivaciones que de la noche a la mañana pusieron fin a aquella locura, comparando lo que sucedió en territorios vascos con lo que ocurrió en muchas otras zonas de Europa, en focos como Bolonia y Saboya”. Aunque, puntualiza Urmeneta, la caza de brujas “se acabó de una manera no definitiva, sin acabar. Y de ahí las mistificaciones que han perdurado durante siglos y que ahora se están reconvirtiendo en otro tipo de mitos”, dice, aludiendo a ese imaginario de la bruja que ha calado y que no hace justicia a la verdad. “Nunca, nunca, nunca se celebró en Navarra ni en territorio vasco un akelarre. Todo lo que se nos ha transmitido es mentira y nos la hemos tragado, porque no ha habido otro relato durante 400 años. Y seguimos con las mismas chorradas y paparruchas, con películas como la de Álex de la Iglesia...”, afirma Asisko Urmeneta. El relato que traerá Ni ez naiz sorgina se está elaborando con la colaboración de grandes expertos de Euskal Herria y también americanos, ingleses, franceses..., “que coinciden en nuestra hipótesis de que la caza de brujas no fue más que una instrumentalización del absolutismo que estaban haciendo en ese momento en Europa las grandes potencias para vencer la resistencia de poblaciones enteras”.
El propio título del documental, Ni ez naiz sorgina, es una frase que sale en un montón de sumarios de aquel siglo, de 1525 a 1620: la negación de aquellos delitos. Yo no soy bruja / Yo no soy brujo. Un grito de denuncia de toda aquella instrumentalización con métodos como el tormento, la incomunicación en cárceles lejanas, la depresión, la instigación, la coerción... “Hemos intentado dar voz a todos los reprimidos y reprimidas que dejaron bien claro que ellos y ellas no se estaban comiendo a los niños, no cocinaban a los viejos, no le besaban el culo al cabrón, no envenenaban al vecino... todo fue una construcción, el invento de una coartada”, dice el historietista navarro. “La propia palabra akelarre, que hoy se reivindica como algo de rebeldía y muy euskaldun, es una invención de los inquisidores de Logroño para satanizar las reuniones o los batzarres de la gente de los pueblos, que eran un contrapoder a ese absolutismo que estaba creciendo y que tenía sus peones y sus alfiles”, apunta Urmeneta, que en Ni naiz sorgina ejerce, además de director y coproductor, de narrador-ilustrador que va de pueblo en pueblo con su tableta gráfica dibujando y reconstruyendo gráficamente lo que pasó.
El rodaje del documental, que se está haciendo en euskera y posteriormente tendrá versiones en castellano, inglés y francés, ya está en marcha. Se han iniciado grabaciones de entrevistas a expertos en la materia, desde Roldán Jimeno que aporta la historia del Derecho o Peio Monteano, técnico del Archivo de Navarra, hasta Sophie Houdard de la Universidad de la Sorbona, William Monter de Illinois, Diarmaid Macculloh de la Universidad de Oxford o Natalia Silva Prada de la Universidad Autónoma Metropolitana de México y residente en Chicago, que es la persona que más ha investigado los tribunales de la Inquisición de las Indias. “Ella dice que no se ha estudiado lo suficiente el carácter político y policiaco de la Inquisición. Eran herramientas de la corona, en este caso española pero pasó lo mismo en Baviera, Italia... Era un brazo judicial muy potente de la monarquía en ese momento. Y muchas de las cosas que Natalia aporta de América son muy aplicables al tribunal de Navarra”, apunta Asisko Urmeneta.
Además de a estudiosos y expertos, el documental da voz a gente de los pueblos donde hubo persecución: Zugarramurdi, Auritz-Burguete, Hernani, zonas de Roncal, Salazar, Aezkoa, Anotzibar, Ultzama, Sakana, también Pamplona, Ataun, Senpere (Lapurdi)..., para reflejar qué se ha transmitido en las familias y en las casas sobre el tema y cómo estamos representando hoy esa historia. “Por ejemplo, la quema de la bruja que se hace en Vidángoz o el akelarre que se celebra en Hernani. Y hay sitios, como Anotzibar, donde hay una representación pero no queman a la bruja sino al inquisidor. Queremos reflejar cómo se deconstruye hoy aquella patraña y cómo podemos seguir profundizando en la huella de la memoria histórica y la recuperación de aquella salvajada sin caer en el discurso único que nos dejaron los inquisidores”, insiste Urmeneta.
Porque en el año 1614, una vez que se dio carpetazo a la caza de brujas, la inquisición española dictó un edicto de silencio por el que se prohibía hablar, nombrar, etc., cualquier caso, cualquier proceso. “Como había miles de sumarios abiertos, decidieron que había que callarse. Entonces, el único discurso que ha habido durante estos cuatro siglos ha sido el de los inquisidores. Y por eso hay pueblos donde se queman las brujas, pueblos donde aparece un cabrón y se le besa el culo, o pueblos como Zugarramurdi donde han decidido retirar una figura de una bruja que tenían en la plaza, una visión misógina, injusta, de una vieja bruja montada en una escoba, cosas que nunca han existido”.
Fueron mujeres y hombres. “Sí, ahí hay un hilo a seguir. Hay más mujeres represaliadas, pero en los territorios vasconavarros también hubo muchos hombres. Y otra cosa que rompe tópicos es que muchísimos acusados y acusadas no responden a la imagen de la bruja huesuda que vive en la cueva, que hace pócimas..., no, no, era gente poderosa, líderes de sus comunidades. Hay muchos curas en Lapurdi y frailes en Zugarramurdi que fueron procesados y ejecutados, hay jueces, hay médicos, hay una élite social, económica y política que tiene que ser quitada de en medio. Y como por la vía legal ordinaria no es posible, se inventan unos delitos tan terroríficos que tiene que juzgarlos un tribunal especial de fuera del Reino de Navarra, en ese momento de Logroño”, apunta Asisko Urmeneta.
Precisamente en Logroño terminará la grabación de Ni ez naiz sorgina, en noviembre, mes en que tuvo lugar el Auto de Fe de Logroño. “Durante un siglo a vascos y navarros les han llevado allá, torturado y quemado, y no hay ni una placa que lo diga. Con investigadores de La Rioja estamos reconstruyendo cómo pudo ser aquel último Auto de Fe multitudinario de 1610.